1 abr 2016

La vida es bella... ¡Vive!


Fragmento del libro "A la luna, a ti, mi cielo, y a mis queridas estrellas"


La vida es bella. No debemos disfrazarla, no podemos obviarla. Formamos parte de la naturaleza y eso nos convierte a todos en únicos y valiosos tesoros. Debemos integrarnos en nuestro paisaje y abrir nuestros sentidos para que puedan enriquecer nuestra sensibilidad con la percepción de mil maravillas, con el afloramiento de mil sensaciones. Hermosa es la tierra, limpio debemos percibir el aire y enigmático y mágico puede llegar a ser el cielo. Si aprendemos a coexistir con nuestro hábitat conseguiremos escuchar nuestro corazón. Y él nos contará mil fantasías, y él nos llevará presos del amor hacia parajes nunca imaginados, y él nos mostrará el camino de las usanzas constructivas, y él, sólo él, nos empujará con un cada día renovado ímpetu hacia el reino donde la diosa felicidad anhela gobernarnos. Debemos condenar toda razón que no contribuya a enriquecer nuestro espíritu. Pensar no nos da la vida y demasiado a menudo nos la complica. En el sentir debe apoyarse el vivir y queriendo y siendo queridos hallaremos la fibra que vigorizará nuestro existir. Si andamos con paso seguro habremos hallado la senda de nuestra verdad. Aunque admitamos que en la percepción todo es relativo, aquello que disminuya con constante insistencia nuestra confianza debe ser corregido y aquello que se nos presente con insistente constancia como una falsedad, como una contumaz mentira, debemos rechazarlo. Ser uno mismo no es nada fácil. Demasiados factores condicionantes, experiencias, circunstancias, opiniones,..., habrán procurado y procurarán alterar nuestro natural carácter, nuestra innata personalidad. Para calmarlos muchos habremos configurado un ser artificial que para mantener su banal proceder deberá enterrar sus emociones. Engañados iremos si esperamos alquilar nuestra esencia con fiestas y guirnaldas que acicalen las realidades que acosan nuestro bienestar, pues en su conclusión el arriendo nos devolverá el depósito de nuestra frágil moral. Errados estaremos también si creemos adormecer nuestro descontento con aquellos fármacos que hunden las tensiones hacia el fondo de los subconscientes, pues ante el menor contratiempo nuestra mente removerá ese asiento y las turbaciones asediarán aún con más brío nuestro equilibrio.

La vida es bella, ¿sabes? En un trocito de cielo, hablando con una estrella, bajo una gota de esperanza, en el abrazo de mis hijos, tras el vuelo de una ilusión o, quien sabe, en la sonrisa de mi amada descubrí cuan hermoso es vivir. Ahora lo sé y voy a poner todo mi empeño en no volver a olvidarlo jamás. Si nunca lo dudas deberás también marchar. Escoge tu sueño y marcha con él. Marcha con él y vive, pues solo viviendo recuperarás la alegría de vivir. Si la solitaria paz te inquieta deberás gritar. Grita tan alto como puedas que te amas y en los ecos rebotados tu autoestima te regalará muchos otros amores. Si tu camino te resulta demasiado abrupto deberás volar. Vuela alto y súbete a las nubes donde escondiste tus deseos y apaciguaste tus pasiones. Libéralos y aprende a ser tu propio ángel de la guarda. Libéralos y recuperarás también tus emociones. Si la tristeza encoge con firmeza el brillo de tus ojos deberás imaginar. Imagina que puedes ser muy, muy feliz. Imagina que nada ni nadie, sólo tu, va a decidir el sino de tu esperanza. Imagina que aprendes a amar de verdad y que la nómina que ingresa tu corazón simplemente por latir acaba siendo millonaria en correspondencias. Pues sí, la vida puede ser muy hermosa. Y si aún lo dudas deberás creer. Cree en la magia del inoportuno hado, cree en los ideales que marcaron cada despertar, cree en la fuerza del amor y aplícala, cree en la pureza de la amistad y búscala, cree en ti y, por favor, déjate ir... Marcha, grita a los cuatro vientos tus sentimientos, vuela y libérate, imagina y fantasea, aprende a amar y ama y, no lo olvides: ¡Vive!
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