26 ene 2010

Un niño llamado "Universo". Fragmentos de la novela "En la Tierra de nunca Quizás. La Nación de Goig"








Fragmento 10


- Te voy a contar un cuento, una historia que aquí nos encanta contar... “Érase que se era una vez un niño llamado Universo. Al nacer su mamá y su papá pensaban que era tan frágil que lo abrazaban fuerte, lo protegían y amaban, lo mimaban y alimentaban mientras esperaban que creciera. Universo fue creciendo, así, en un nido de amor y contención que permitían que en su interior las cada vez más numerosas estrellas fueran formando las muy diversas y potencialmente increíbles galaxias que le iban a permitir desarrollarse en armonía. El niño iluminaba, daba vida y calidez existencial a cada nueva explosión del ser, del saber y del poder, con cinco astros, seis soles inmensos que dibujaban los cielos del conocimiento no solo en las líneas, los diseñaban y reforzaban a través de seis dimensiones: la vista, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y... Sí, y la vivencia emocional.. Así, mientras sus padres pensaban que Universo simplemente estaba creciendo y madurando, él iba estructurando millones y millones de constelaciones con infinitas conexiones que le preparaban para algo muy simple y a la vez apasionantemente complejo: vivir. Vivir, vivir, ¿me sigues, vida?
- Me tienes admirada...
- A medida que Universo se hacía mayor su desarrollo evolucionaba más y más y sus potenciales se iban construyendo, edificando sólidos y hábiles, sin barreras arquitectónicas ni frenos externos. En la inmensidad de espacio y tiempo, además, girando cual satélite universal, se pintaba un arco iris de mil, dos mil, ..., de infinitos colores... Más allá de cualquier lógica atmosférica los vacíos iban llenándose con preciosos tonos de esperanza plasmados siempre excepcionalmente por un sol salvaje e indomable llamado imaginación... Tal era la inmensidad de su espectacular crecimiento que papá y mamá comenzaron a preocuparse... ¿Cómo podían ayudarle? ¿Cómo podían enseñarle? ¿Cómo iban a educarle? En su cariño, en su amor la necesidad de dar se comenzó a confundir con la venda de la preocupación, del no saber qué ofrecer... No se daban cuenta de que llevaban tiempo ofreciendo lo que más precisaba Universo: ternura, querer, paz, sostén, vivencia y aire... Aire, colosal elemento cuando se siente libre, ¿verdad? No precisa esquinas, no quiere límites, no demanda caminos ni requiere puentes... Pero todo era demasiado sencillo para ser comprendido y los padres de Universo decidieron encargar su progreso a los Sabios, a aquellos que en su sociedad consideraron como eruditos del saber, los encargados de formar el futuro de los niños como Universo... Los llamaban “maestros”, ¿te suena?
- Más bien...
- Los “maestros” trabajaban en laboratorios llamados “escuelas” Y para allí fue Universo. Allí lo encerraron... Dios, nunca mejor dicho: lo encerraron... Y con él encerraron al aire, lo embutieron en diferentes recipientes a los que llamaban áreas de aprendizaje y le dijeron: cada día te daremos unas cucharaditas de aquí y de allí. No contentos con eso, los “maestros” decidieron que en Universo solo podía haber un sol, quizás como mucho dos: la vista y el oído... ¡Eran más que suficientes!
- ¡Qué triste! ¡Qué imbéciles hemos sido todos!
- Pero Universo no podía... Quizás no quería... A través de la ventana buscaba el aire, en sus pocos ratos de ocio intentaba recuperar sus soles, intentaba escaparse a cada instante para viajar, para seguir empapándose, tintándose de ilusión con su arco iris creativo... ¡Malo! Los eruditos decidieron que eso era malo... Y lo llevaron al Doctor, sí, lo llamaban “psicólogo”... “Universo tiene un déficit de atención probablemente derivado de ese híper activismo que demuestra con su rebeldía y...”
- Ay, no me digas... ¿Y lo medicaron?
- El cuento es largo y daría para rato... Está en la Biblioteca de Goig, ya te lo dejaré leer... Lo que haré ahora es resumir, concluir... Sí, a veces llegan incluso a medicarlos... Otras, la mayoría, consiguen domarlos y, otras, cuando ese Universo es realmente rico, debe esperar a salir del “laboratorio” para convertirse en genio...
- Sí, una vez hice un trabajo sobre los “genios universales” y no veas lo que solían expresar de su educación...
- Mark Twain dijo “Nunca he permitido que la escuela entorpeciera mi educación”... Si quieres te podría pasar unas cuantas citas más...



Fragmento 11


Teresa no dejaba de mirar por la ventana. Aún sin estar prestando atención si se dio cuenta del brutal cambio de decorado: la naturaleza se había consumido y en su lugar eso: fábricas, polígonos, humo y grisáceo asfalto incluso en el marco…
Ya llegaban a la gran ciudad… ¿Por qué en todas las capitales colocaban en el vestíbulo esas patéticas tramoyas? ¿Era esa una inconsciente advertencia? “Forastera, si no quieres convertirte en humo no pases de aquí…”


Fragmento 12


-¿Sabes? La calidad de una vida no se mide por lo que pensamos debemos hacer y hacemos, se mesura por aquello que deseábamos hacer e hicimos… Lo mejor que puedes dar a tus seres queridos nunca será una actitud de servicio, una compañía inamovible pero a menudo ausente, el mantenimiento de un estatus extraño, de costumbres o rutinas que no complacen tu equilibrio…
-¿Y entonces? ¿Qué será lo mejor que puedo darles?
-Venga, tú ya sabes la respuesta… Su mejor regalo eres tú misma, descubrirte cómo realmente deseas ser, encontrarte donde realmente quieres estar… Tenerte en cuerpo y alma… Pero, ¿podrán tenerte si vives escondida? Por dios, no hay nada que pueda llenar más a un hijo que sentir a sus padres seguros, de pie, equilibrados y felices… Tú tienes dos niñas… ¿Eres consciente de que en muchas cosas su vida futura será un reflejo de la vida que tú les muestras?
-De alguna manera sí…
-Luego, la pregunta es obvia: ¿Crees que el modelo a mostrar está en los esquemas de conducta usuales de Nunca Jamás o en la forma de entender la vida que vas descubriendo aquí en Goig?
-La respuesta es tan obvia como la pregunta…

No hay comentarios:

Publicar un comentario