Pensamientos y reflexiones de mi vida y el amor

Pensamientos y reflexiones de mi vida y el amor

Frases, citas y/o fragmentos de la novela "A la luna, a ti, mi cielo, y a mis queridas estrellas"



Si amando debes renunciar al amor para asegurar la felicidad de tu amada en tu retirada no acabas hallando un martirio, sino una plácida paz.

En la elegancia del querer se perfila la magnanimidad del ser querido.


Nadie puede mandar en sus sentimientos y, cuando estos son puros, nunca pueden hacerte sentir culpable.

Aunque la verdad ya no se estila jamás dejará de ser la protectora de la razón.

Saber amar debería ser algo extremadamente fácil pero con demasiada frecuencia nos perdemos en el abuso de aquellos sucedáneos que nos enseñaron podían ser más útiles y menos sufridos. En la infancia muchos aprendimos que en el amor uno puede ser egoísta, que amando podemos reclamar en la exigencia nuestros derechos, que el sufrimiento nos otorga el poder de hacer sufrir y que los vínculos creados por la sangre, por el tiempo o por la asociación de proyectos tienen más fuerza que la forma que en el uso les damos. Y no es así, ¿verdad? El amor es solidario y debe ser generoso. El amor debe conllevar, tanto en su entrega como en su recibo, paz y armonía. El amor necesita cuidados y nunca nos llega con garantías de eterna duración.

En la discusión se hace el querer añejo, en el grito y el resentimiento se forma el poso de la aversión.

En mi narración pretendí siempre esconder la magia de un corazón enamorado. Escribí con los sentimientos, me inspiré en las sensaciones y quise seguir la pauta que mis ilusiones me marcaban. Mis pensamientos se bañaban en la dulzura de un inesperado despertar y en el teclear de las letras iluminaba la pantalla del ordenador con el brillo de dulces esperanzas. Aprendí a jugar con el lenguaje para poder mostrar la primorosa beldad de lo que sentía. Mi amor fue la musa, de mi alma surgían los argumentos y mi oronda imaginación les daba forma. Traté de ser ordenado pero muy a menudo, quizás demasiado, me dejé llevar por el encantador y anárquico embrujo que del amor surgía. Aún intentando pincelar la más fina lindura en ningún momento pensé en crear una obra de arte literaria. Si mis escritos resplandecen para alguien lo harán más por su contenido que no por su esmerada redacción. Debo reconocer que me siento orgulloso de lo que escribí, pero en mi interior el orgullo por lo que sentí luce mil veces más.

No preexiste la norma que te hará feliz, no se ha prefabricado el mito de la paz interior ni es un invento la defensa del amor de tu vida...

Entonces juntos deberemos dar gracias a la vida por permitirnos amar y, quien sabe, quizás también conseguiremos mostrar nuestro eterno agradecimiento al amor por permitirnos vivir.

Lo dificultoso siempre se resiste pero si lo niegas entonces ya nunca podrá acaecer.


Recuperé mi ser y en él puede constatar que aquello que yo pensaba que me había estado hundiendo se había intensificado de forma extraordinaria y al hacerlo me estaba convirtiendo en algo de lo que debo estar muy orgulloso: soy un hombre extremadamente sensible, profundamente idealista, con grandes dotes creativas y por naturaleza muy luchador. Mi vida precisa nutrirse de aquellos quereres que pagan tu entrega con una real y plausible correspondencia. Dejaré libre mi estimada capacidad de amar y en la era donde mi cariño extienda sus semillas ricas y generosas cosechas me esperan. Me he vuelto más exigente, mucho menos tolerante. No puedo ni quiero seguir financiando falsos amores y amistades comprometidas. No voy a sufrir más por creerme obligado a mantener ninguna mentira. Seguiré entregándome con honradez y desinteresado afán a repartir mi cariño entre todos aquellos que quieran acceder a mí. Seguiré, sí, pero con el tiempo voy a mantener sólo aquellas relaciones que en mi percepción se edifiquen como auténticas. Soy quien soy y mi forma de ser gustará más o menos, pero nunca más permitiré que sea utilizada con fines egoístas, nunca jamás dejaré que mi amor sea despreciado con la voluble excusa del no aprecio. En la libertad de los demás a correspondernos reside nuestra libertad a rechazarlos.



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