FRASES, PENSAMIENTOS Y REFLEXIONES SOBRE LA VIDA Y EL AMOR
Del libro "A la luna, a ti, mi cielo, y a mis queridas estrellas"
Porqué el querer puede resquebrajarse ante las contrariedades, pero el amar que yo percibo se basa en un respeto y una admiración mutuas, en un espléndido orgullo de ser suyo y de que ella sea tuya, en una confianza ilimitada en tu pareja y en tu futuro con ella, en un saber perdonar ante una sonrisa que se disculpa, en un saber alegrarse con cada emocionado reencuentro, en un saber acariciar las pesadillas y las inseguridades del otro con palabras dulces y aduladoras. El amor por el cual deseo competir se equipa con un querer sin egoísmos porqué sabes que tu entrega siempre será correspondida con entrega, en un soñar cada día con un mañana parecido al ayer, en una unión de proyectos que siempre acaban siendo mutuos, en un compartir las responsabilidades del otro como si fueran tuyas, en un comprenderlo todo con una simple mirada, en aquel beso que se da sin ser esperado y en aquella sonrisa cómplice que confirma un pensamiento. Ese amor, mi amor no se idealiza en ninguna utopía lejana, se enaltece en el convivir de cada día, se realza en la carencia de límites y en la multiplicación de fantasías e ilusiones, se poetiza en el despertar cada mañana en el cielo porque tu ángel yace a tu lado y se engrandece en el dormirte, claro que sí, espléndidamente exhausto por haber concluido la jornada entre los brazos de tu amada, habiendo dado las buenas noches a cada apasionado poro de su piel con tus besos y caricias y habiendo logrado con ella aquella extraordinaria coronación del placer que otorga el conseguir que tu pareja haga exclamar todo su cuerpo en la más brillante exaltación de todos sus sentidos.
Las engreídas vanidades no pueden tirar de renta pues son incapaces de aceptar la natural imperfección.
Las engreídas vanidades no pueden tirar de renta pues son incapaces de aceptar la natural imperfección.
Si en la posesión de tus íntimas necesidades no son poseídas tus perspicaces emociones no digas que has hecho el amor, limítate a explicar que saciaste una banal apetencia.
Trágica y rancia puede ser la carencia de consorte más si por temor a la soledad la reemplazas por grises sucedáneos, quizás entonces tus legítimas percepciones se hundirán en un peor desgaste, en una patética circunstancia.
No sises la autenticidad de tus afanes en la corte de foráneos edenes, acércate a sus plazas y funde con ellas tus planes.
Las agraciadas caras no aseguran nítidas miradas, los opulentos músculos no auguran siempre cálidas alianzas y los largos penes no tienen porque conllevar sentidos placeres.
La estética que te prendará no residirá en los patrones de la moda, surgirá con fuerza producida por los estímulos de tu corazón.
Porque cuando te repito tan insistentemente y de tantas formas diferentes que te amo no estoy haciendo nada más que expresar la devoción que todas mis dimensiones querrían ofrecerte: en mi mente, en mi cuerpo y en mi espíritu, en el corazón y en lo más recóndito de mi alma, en todos y cada uno de mis sentidos y en la totalidad de mis sueños y ilusiones, en las canciones que entretienen mi largo aguardo y en los deseos que cada minuto me entrega, tu estás incesantemente presente. En el aire que llena mis pulmones, en el viento que despeina mi cabellera, en la sangre que fluye por mis venas y en cada movimiento que mis músculos tensa, en el sol que mi piel broncea y en la luna que hace brillar mi mirada, en el alimento que me aporta fuerza y en la bebida que mi piel hidrata, en todo aquello que me pasa y en todo lo bello que me traspasa tu, y siempre tu, confirmas irremediablemente tu asistencia.
A medida que avanzas en la satisfacción de los encargos de tu andadura debes sentir que fomentas los alientos de tus más pulidos quereres.
Los dones físicos que te describen viven atractivos en ti. Llévalos con orgullo toda tu vida y no dejes que nada ni nadie tuerza estos estupendos donativos en nombre de la herética hermosura.
Cuando ceses tu camino no podrás contar tus dividendos con lo que es tuyo. Tus más valiosas rentas producirán sus intereses en aquello que has dado y en lo que has compartido. Así debe ser.
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