22 ago 2009

Mi nueva novela, escrita on line. Un nuevo mundo, un apasionante sueño... TEXTO COMPLETADO

El argumento va cuadrando y el Indice (provisional) lo podéis enlazar aquí.

EN LA TIERRA DE NUNCA JAMÁS

LIBRO I

LA NACIÓN DE GOIG




1.PRÓLOGO: De cómo un profesor de Historia descubrió un libro muy curioso...


Contaba mi profesor de Literatura que hay dos clases de libros: los que reproducen la historia y los que la crean. Me hallo ahora mismo iniciando mi narración y no sé muy bien en que tipología situarla. ¿Sucedió? No estoy seguro. ¿Lo imaginé? Me hubiera gustado.

Si sé y te puedo asegurar que en todo aquello que te contaré se esconde un algo de verdad…, y un poco de fantasía, claro. ¿Dónde se halla la frontera? Eso lo dejo para ti: donde tú desees…

Erase que se era que es… Vaya lío… ¿Había una vez? ¿Hay? Anda, que debo empezar…

Arnau era ya un hombre hecho y derecho cuando los hechos que voy a relatar golpearon su vida…, o la acariciaron, según se mire… Licenciado en Historia Clásica por la Universidad Autónoma de Bellaterra trabajaba como profesor en un Instituto de Bachillerato de la ciudad de Mataró. Aunque tenía novia hacía dos años compartía aún piso con su padre y su esposa, una mujer sureña que hacía años llegó a la familia envuelta de esa paz que tanto necesitaban.

“Memorias de África”, vaya ironía… Cuando su padre se retiró definitivamente del magisterio quiso llevar a cabo uno de sus sueños más preciados… Y marchó a las Misiones… ¿A Senegal? ¿A Etiopía? Nunca lo supieron… Marchó en pos de la solidaridad, de la paz en el tercer mundo… Y regresó con ella…

Con ellos vivía aun la hermana pequeña de Arnau, Anna, una chica de 14 años que soñaba con ser bailarina de Ballet Clásico. Su hermano mayor, Aleix, trabajaba como manager deportivo en una importante empresa de Barcelona y por requerimientos de su trabajo se pasaba el año viajando. La verdad paraba poco en casa. Quienes si pasaban largas temporadas con ellos eran las dos hijas de Paz: Alba estudiaba Artes Dramáticas en Madrid y Mamen ejercía de intérprete en Bruselas, en la Sede del Parlamento Europeo. ¿Cómo? ¿Qué si se llamaba Paz la mujer de…? Vaya, caíste… No, no se trataba de un sarcasmo más de la vida… La verdad es que ese no era su nombre verdadero, pero eran tales la armonía, la concordia y el equilibrio que contagiaba que hacía años la adoptaron con tal apodo.


Casi cada sábado por la mañana Arnau viajaba a Barcelona para pasear por el centro de la ciudad. Sus pasos terminaban casi siempre en el barrio gótico, metido en una de tantas librerías especializadas en libros antiguos y de segunda mano. Raramente volvía a casa con las manos vacías, le apasionaba leer y amaba la Historia, ¿cómo iba a volver sin nuevos retos?

Aquel día llevaba ya mucho tiempo buscando algo nuevo, bastante más de lo normal. Había entrado en varias librerías, pero nada atraía su atención. Cabizbajo regresaba por las callejuelas lindantes con la plaza del Pi cuando descubrió una botica… ¿Era nueva? No lo parecía… Más nunca antes la había visto. Lleno de curiosidad entró. Un anciano parecía echar la siesta en una butaca. Al oir las campanillas que al abrirse la puerta tintinearon el hombre abrió los ojos y susurró:

-¿Qué desea?
-Andaba buscando libros antiguos, de Historia, si pudiera ser…
-En el segundo estante de la librería de la derecha…

A la derecha, segundo estante… Arnau encontró allí un solo libro… Curioso, muy raro… Estaba encuadernado con piel y parecía muy antiguo, pero o alguien había arrancado la hoja donde suelen estar los datos editoriales y de impresión, o nunca estuvo. Hojeando las páginas el hombre se dio cuenta de otra particularidad: las letras no aparentaban estar impresas con imprenta, parecían estar mecanografiadas.

EN LA TIERRA DE NUNCA QUIZÁS. LIBRO I. LA NACIÓN DE GOIG, rezaba el título…

“Qué original”, pensó Arnau, y abriendo la obra empezó a leer el inicio, allí donde ponía…

"INTRODUCCIÓN: De cómo los habitantes del mundo de Nunca Jamás emigraron en busca de la tierra prometida...

En los inicios del S.XXI la Tierra se ha visto inmersa en una crisis de identidad de muy difícil solución. Un seísmo de los principios morales ha sacudido la humanidad y la ha sometido a la más terrible esclavitud, aquella que se encadena al egocentrismo exagerado de todos y cada uno de los individuos. El narcisismo se está apoderando del mundo y lo está partiendo en millones de pedazos. En cada cachito la voluntad de un ser, sus ambiciones, sus perjuicios, su… El materialismo se está convirtiendo en dueño y señor de los sueños y los sentimientos hace tiempo que van amagándose tras la defensa de los caprichosos anhelos de los placeres mundanos.


Teresa terminó...


-¡Oiga! Es tarde y voy a cerrar- la voz del vendedor resonó como un despertador y devolvió a Arnau a la realidad.
-Me lo quedó, ¿Cuánto cuesta?
-Este libro no esta en venta…
-¿Cómo? Y, entonces. ¿Por qué lo expone?
-No está en venta, pero se lo puedo prestar… Una semana…
-¿Me lo presta una semana?
-Sí, el sábado que viene deberá decidir: si toma el tren de medianoche podrá quedarse el libro. Si no, me lo devuelve y en paz.

Arnau asintió con la cabeza, aun sin entender nada, asintió… ¡Deseaba tanto seguir leyendo ese libro!

-Una semana, pues –soltó el anciano mientras abría la puerta.
-Una semana. Tiene mi palabra –respondió el sorprendido Arnau.

Ya en el tren Arnau no pudo resistir y volvió a comenzar con la lectura…









2.INTRODUCCIÓN
De cómo algunos habitantes del mundo de Nunca Jamás emigraron en busca de la tierra prometida...

2.1. En el tren de la vida: De cómo Teresa viajaba con sus pensamientos hacia un destino inesperado.

En los inicios del S.XXI la Tierra se ha visto inmersa en una crisis de identidad de muy difícil solución. Un seísmo de los principios morales ha sacudido la humanidad y la ha sometido a la más terrible esclavitud, aquella que se encadena al egocentrismo exagerado de todos y cada uno de los individuos. El narcisismo se está apoderando del mundo y lo está partiendo en millones de pedazos. En cada cachito la voluntad de un ser, sus ambiciones, sus perjuicios, su… El materialismo se está convirtiendo en dueño y señor de los sueños y los sentimientos hace tiempo que van amagándose tras la defensa de los caprichosos anhelos de los placeres mundanos.


Teresa terminó de leer la presentación de la última conferencia y cerró el programa.


.”Bien parece que este año lo más interesante vendrá en la clausura”- pensó la mujer mientras terminaba aquel dulzón café que ya se había enfriado del todo.


Sentada en una butaca de la cafetería del tren Teresa estaba ensimismada, pensativa. Nada de lo que pasaba a su alrededor parecía llamarla la atención, incluido un desayuno que muy probablemente nunca acabaría de tomar.


Allí estaba, allí seguía…, galopando entre el cielo y la tierra, en pos de más y más conocimientos que nunca saciaban su necesidad. Tratando con ello de acallar, quizás, a un corazón que se negaba a dejar de soñar pese a que, desde el exterior le seguían llegando mensajes extrañamente ruidosos y a la vez vacíos que se proponían hacerlo despertar y engullirlo en una realidad donde hacía mucho no deseaba participar.


Allí estaba, allí seguía…, un nuevo Congreso, más ponencias, más conocidos, más amigos… Pero allí estaba, allí seguía, aun con eso, que tanto deseaba… Allí estaba, allí seguía, con su afán de no crecer, de no haber crecido, de poder seguir siendo esa niña que desea sorprenderse con pequeñas cosas que se encuentran, casualmente, siempre al borde del camino…


Allí estaba, allí seguía…, en un estrecho haz de luz, intentando retener la luminosidad que la mantenía viva y luchando por reafirmar su confianza de que vendría un “mañana” en el que por fin confirmaría que la Realidad no debía estar en lo que veía, sino en lo que sentía…


Allí estaba, allí seguía… Como en un eterno embarazo que cuidaba con esmero sabiendo que el aroma que le llegaba de esa criatura no era otro que el suyo mismo.. En un estado donde todo quiere ser primitivo, donde la inocencia lucha por apoderarse del instante.


Allí estaba, Dios, allí seguía…, demandando un abrazo estrecho, soñando con una caricia…, quizás con el mismo amor que sentía, que trasmitía, pero que no sentía recibir como necesitaba, como ansiaba… Ser continente y contenido, flecha y diana, beso y boca…


-¡Billetes! – el revisor se acercó a Teresa y la miró intrigado- ¡Señora, por favor!


Teresa hurgó en el bolso y sacó el billete. Mientras lo entregaba observó detenidamente al “Sr, Inspector”. La gorra, el bigotillo, su juventud, su forzada seriedad. Un hombre apuesto, sin duda, pero amargado… ¿Por qué se empeñaba tanta gente a pretender mostrarse importante con la distancia? Seriedad, educación extrema, ¿madurez? Jo, para ella pura estupidez…


-¡Camarero! ¿Me pone otro cafetito? – La verdad no le apetecía pero no tenía ganas de marchar de allí…


Hacía tiempo que andaba media flojucha por dentro… La sensibilidad, la nostalgia, los sueños, … Todo parecía haberse despertado a la vez. Ese embarazo… Esa niña interior que pujaba por salir a jugar, olvidando lo cotidiano, correr, bailar, gritar, saltar…, como si nadie la estuviera viendo... Muchas veces se la hacía difícil permanecer dentro de esta vestimenta de adulto, teniendo que compartir conversaciones superficiales, vivencias sin más sentido que matar el tiempo, criticas a todo y a todos, alabanzas de lo intrascendente, … Y se producía en ella una especie de vacío difícil de explicar… Era probable que su corazón estuviera escaso de alimento y se sientiera debilitado, demandándola… ¿Qué? Y Teresa trataba de cuidarlo, mimarlo, prestarle todas las atenciones posibles… Le ponía música que le inspiraba, le leía libros encantadores de almas, lo llevaba a contemplar paisajes cautivadores, …, ¡si hasta le leía poesía! ¡Tantas cosas! Y entonces, ¿por qué seguía demandando? ¿Qué?


Mientras meditaba Teresa no dejaba de mirar por la ventana. Aún sin estar prestando atención si se dio cuenta del brutal cambio de decorado: la naturaleza se había consumido y en su lugar eso: fábricas, polígonos, humo y grisáceo asfalto incluso en el marco…


Ya llegaban a la gran ciudad… ¿Por qué en todas las capitales colocaban en el vestíbulo esas patéticas tramoyas? ¿Era esa una inconsciente advertencia? “Forastera, si no quieres convertirte en humo no pases de aquí…”


-Me suena tu cara, ¿nos conocemos? – Alguien la estaba hablando…


Teresa se giró y observó al interlocutor. Era un hombre esbelto, elegantemente vestido, pastado de manicura hasta en el perfume… Un ejecutivo, seguro, un rico narcisista convencido de que no iba a pasar la noche sólo en su caro hotel…


Tardó en responder, más no porqué dudara de cual iba a ser su respuesta. Teresa estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, en su mundo era algo muy corriente. ¿Su mundo? Vaya tontería. Mejor llamarlo el mundo dónde trabajaba… Teresa era licenciada en Ciencias Sociales y formaba parte, como asesora, de una importante empresa de publicidad y marketing de Sevilla. De ahí su asistencia al congreso… IV Congreso Internacional NOSCE TE IPSUM (CONÓCETE A TI MISMO) Junio del 2009 Tema Central: “El autoconocimiento y las estrategias relacionales”


-Para nada, lo siento – Incluso el asco debía ser educado, Teresa pensaba así…


Para nada, ¡por favor! Sexo fácil, simiente vacía… Cuerpos carentes de alma, caricias interesadas, besos tirados, defecación del deseo… No era eso lo que tanto, tanto, anhelaba… Hacer el amor y sentirlo, que le hicieran el amor y vivirlo… Uf, solo pensarlo se le erizaban los poros de todo el cuerpo… Divina humedad la que nace de la unión de cuerpos y espíritus… ¡Hacía tanto! ¿Tanto como siempre? No, no podía ser injusta con el pasado… La mujer que es madre no puede traicionar la esencia de su maternidad y esa condición le llegó de la mano del amor… Hacía mucho, sí, pero estuvo enamorada, muy enamorada…


Teresa acarició su cara con la mano derecha y separó los cabellos que le caían en la frente. Los que la conocían sabían que eso era algo que solía hacer a menudo, como un tic. Ella sabía la razón: lo hacía inconscientemente, pero siempre coincidía con una necesidad interna muy fuerte: el deseo de contención, de ternura, …


La visita de ese inoportuno ligón la había alterado. Hacía años que aprendió que era una mujer atractiva a los ojos de los hombres: su media melena de cabellos castaños, lisos y sedosos, una cara bien formada, con una nariz muy personal,… Unos ojos de color caramelo, muy vivos y a menudo pícaros, solían ofrecer miradas a la vez seguras, abiertas y dulces. Su boca, con labios bien dibujados sin necesidad de lapizados, también invitaba… Teresa era más bien alta y aunque según las odiosas tablas su peso “ideal” era uno determinado, ella aprendió hacía tiempo que con un pequeño margen por arriba se sentía mejor y lucía, por tanto, más linda. Había sido y, aún con sus 44 años a la espalda, seguía siendo una muy bella mujer. Imperfecta en lo físico, dirían los necios que creen en las modas estéticas, pero con un porte admirable sobretodo por su presencia, por esa compañía que sabía ofrecer, por esa complicidad que se pintaba en su preciosa sonrisa, por ese misterioso, acogedor y aventurero viaje que parecía esconder en su invitación a acompañarla…


Estaban llegando ya a la estación de Atocha. Teresa se levantó y se dispuso a descender, a bajar, del tren y de sus pensamientos… Luego tomaría un taxi hasta el hotel, se daría un baño, bajaría a cenar y… ¿Y? ¿Qué iba a ser? A la habitación y a dormir. La esperaba un fin de semana frenético y debía descansar…




2.2. Comienza el Congreso: De cómo una multitud de almas expectantes aguardan respuestas que nunca llegan…


El despertador de su teléfono móvil sonó a las siete de la mañana. Teresa amaba esos momentos, la canción que sonaba, el silencio, la pereza, la repetición programada a los diez minutos… Solía cambiar la música cada semana, pero con la actual llevaba quince días… Era tan hermosa, tan dulce, tan sugestiva: “Somewhere over the rainbow”, en algún lugar… Seguro, en algún lugar…


Teresa había dormido, como solía hacer desde hacía años, abrazada a una almohada. Cuando viajaba acostumbraba incluso a hacer algo poco común: meter la que tenía en casa en la maleta. Esta vez no lo hizo, consciente de que en el hotel al que iba, como en todos los hoteles de lujo, tendrían esa almohada de plumas que tan suavemente abrazaba sus sueños.

¡Las siete y veinte, ya! Teresa se levantó y se dispuso a prepararse para bajar a desayunar. A las nueve estaba prevista la ceremonia inaugural y debía estar bien despierta. Una ducha rápida la despejó. Luego se secó el cabello livianamente y se peinó. ¿Debía maquillarse? Cuatro detallitos para callar bocas de aquellas que suelen relacionar la pintura con el bienestar. Aún siendo muy presumida, a Teresa eso de maquillarse en demasía nunca la motivó, se sentía como disfrazada. A la noche, para la cena, ya se esmeraría un poco más.

¿Qué debía ponerse? Uf, la esperaba un día agotador… Algo cómodo, desde luego… Ese vestido blanco, de vuelos ibicencos, con él luciría mejor esa tez morena que empezaba a cultivarse. Y Teresa se vistió y, saliendo de la habitación, se dirigió a la cafetería.

El buffet libre que en los hoteles suelen ofrecer para desayunar era algo a la vez emocionante y peligroso. Debía cuidar la línea, pero era tan encantador el ritual del dulce y el salado… Pero antes de poder siquiera ir a buscar la taza para servir el café con leche pasó lo que Teresa sabía que pasaría: ¡Conocidos por doquier! De aquí y de allá la estaban saludando e invitando a sentarse… Dios, ¡vaya dilema! Eran tantos los que repetían su asistencia a ese tipo de congresos… ¿Cómo no? NOSCE TE IPSUM, conócete a ti mismo… Un lema demasiado atractivo para, ¿demasiada gente?

Su amiga Pilar la salvó del problema. Era psicóloga, de Bilbao, ¡y se conocían hacía tantos años! Pilar tenía preparado su café con leche ya en su mesa. ¡Qué lista era!

-¿Cómo está mi flor de azahar?- le susurró su amiga al oído mientras la abrazaba muy, muy cálidamente…

-¡Bieeeen! Ejem, ¿y mi querido roble del norte? ¿Cómo te va?

-¡Bieeeen!

Las dos se rieron. ¡Se conocían tan bien!

Teresa tuvo que dar la vuelta al ruedo antes de servirse nada. Besos, risas, abrazos, gente maravillosa y en algunos casos, muy misteriosa… Luego se sirvió. Empezó, claro, por lo dulce…

Cuando por fin se pudo sentar Pilar la sonrió…

-No se puede ser tan popular, ¿qué tendrá mi niña?

-No sé, la verdad es que me encanta, pero a menudo también me agota…

-Anda, ¿por qué?

-Pues, ya sabes, esa sensación de servidumbre… Y no es que me pasé aquí, en el mundo de los congresos, tú lo sabes… Parece cómo si todo el mundo supiera que Teresa está, ¿a su disposición?

-Pero tú lo fomentas, vida, ¿verdad? Recuerdo la primera vez que me escribiste, me llamó tanto la atención la forma de concluir el mail: “Por ti y para ti, lo que soy, tengo y sueño”

-Y es que lo siento así, pero… Supongo que es la historia de mi vida…

-Que surge de tus miedos e inseguridades, de una extrema necesidad de agradar, ¿o no?

-Desde niña, ya sabes… Lo que pasa es que, con el tiempo, te das cuenta de que aquello que en definitiva busca tu forma de ofrecerte se gira, por el camino se da la vuelta y cuando llega al remitente aparece como un paquete impersonal y gratuito.

-Me perdí, no te entiendo.

-Demasiada gente no valora lo que les pueda dar alguien como yo… De alguna forma es como si pensaran que vienes con una mochila llena, rebosante de cariño, amor, ayuda, consejos, … Y aquello que de ti puedan recibir no tiene más valor que la calderilla que ofrece al pobre alguien muy rico…

-…

-Y un día empiezas a darte cuenta de que toda tu vida se montó en construir castillos para los demás, usando los materiales que a los demás pueden sostener y decorándolos como a los demás les gustaría. Y miras a tu alrededor, aquello que se supone que debe ser tu casa, y no lo reconoces como tuyo, no es ese el hogar que deseas… ¡Y aquí estoy! Conócete a ti misma, ja… Será que no me conozco…

-Y es que la cuestión quizás no reside ahí, en conocerse… El conflicto interno no está en el saber, sino en el aceptar lo válido y querido y cambiar lo que se percibe como dañino o extraño…

-Oye, me estoy pasando… Me vas a tener que cobrar la terapia.

-¡Anda y vete a la porra! ¡Soy tu amiga! Lo sabes, pero mejor será que vayas desayunando o no llegaremos a la inauguración… No te preocupes, ya tendremos tiempo de hablar estos dos días…

Teresa fue terminando lo que le quedaba en el… ¿segundo plato? ¿tercero? Que más daba… Estaba disfrutando de la segunda fase: el salado. ¡Pero que bueno era ese jamón ibérico! Si no hubiera sido tan educada, o quizás tan vergonzosa, se habría preparado un paquete para media mañana: “pa am tomata”, nunca recordaba el término catalán, aceite jaenero y jamón de Jabugo… Mmmm…

-¿Estás?- Preguntó Pilar, ya inquieta por la hora.

-¡Estoy! – respondió Teresa mientras se levantaba


Las dos amigas enfilaron hacia la salida. Allí, en la puerta, se agolpaba la gente. Más saludos, besos, abrazos, sonrisas, …

- Uno más, un congreso más… ¡Ya son tantos! – susurró flojito Teresa.

-Y los que vendrán. ¿Te das cuenta? Trescientas personas esperando respuestas, creyendo que alguien que viene de Portugal, de Bolivia, de Cuba o de la Conchinchina nos va a contar“quienes somos”.

Teresa se sonrió y, agarrando la mano de su amiga, la apretó fuerte.

-Todo irá bien, ya verás. Luego hablamos de ti, ¿sí?

Y juntas abandonaron la cafetería, embocando el pasillo que las llevaba al Salón Reina Victoria, allí donde empezaría el congreso.






2.3. NOSCE TE IPSUM “El autoconocimiento y las estrategias relacionales”: De cómo un alma prepara su viaje hacia la libertad…

El Salón Reina Victoria estaba lleno a rebosar. Hombres y mujeres de toda España, quizás incluso de fuera, profesionales de todos los ramos, estudiantes, jubilados… Nunca es tarde para el saber… ¿Pronto? Eso sí, a veces el conocimiento llega demasiado temprano y no sabes procesarlo. Pero bueno, ¿no dicen que “el saber no ocupa lugar”?
Montse Sayol, la promotora del Congreso y amiga, cómo no, de Teresa, estaba en el fondo de la sala flanqueada de tres señores y tres señoras que debían ser los ponentes. Con el micrófono en la mano intentó hablar…

-Queridos amigos y amigas. Silencio por favor… Buenos días. Me presentó: soy Montse… A mi izquierda os presento a… derecha…Gómez…a las diez…cena de gala… mañana… clausura…sala de actos…bienvenidos.

¡Qué rabia! Pero que mal educada que era la gente… Entre que el micrófono no marchaba bien y que casi nadie callaba, Teresa no se había enterado de nada.
En esos casos solo quedaba hacer una cosa: seguir la corriente… La gente de delante estaba marchando hacia… Pues a marchar… ¿Hacia? ¿Hacia? La Sala de Actos, claro…

A veces no es necesario gastar tinta para narrar aquello que para el hilo argumental va a resultar intrascendente. Escribiendo detalles banales podría alargar la espera, llenar páginas y más páginas: las distintas ponencias, los entremedios, las charlas superficiales de la comida, … Podría contar lo guapa que estaba Teresa en la cena de gala, de cómo no quiso sumarse a la asistencia posterior a la discoteca, de cómo tardó y tardó en poder dormir aquella noche, de… Pero si lo hiciera estaría trampeando la verdad, daría una impresión falseada, pues en todo aquello que he listado, Teresa no estuvo… ¿Y pues? ¿Dónde estaba? Metida, muy metida en sí misma… Repitiéndose una y otra vez aquellos argumentos que parecían a la vez clavarla en el suelo de las realidades e invitarla a volar sus sueños…
Teresa hacía sólo seis meses que se divorció de su marido. No hubo salida, no pudo ser, ambos lo entendieron así… Llevaban demasiado tiempo separados. La vida a veces gasta esas bromas: nos une para luego llevarnos por caminos de madurez totalmente divergentes. Y un día te paras y buscas al otro, y está tan lejos, tan lejos de ti… ¿La vida? Quizás el destino, quizás nosotros…
Teresa llevaba tanto tiempo cansada de vivir la vida de los demás. Una vez leyó en un tratado de psicología un perfil que describía muy bien su forma de relacionarse: “intentar asentar tu propia felicidad en conseguir que los demás sean felices…”. ¿Y no era eso lo que había hecho o pretendido hacer toda su vida? Con el pretexto de conseguir que los demás se sintieran bien, ¿cuántas veces acababa accediendo a sus demandas aun a sabiendas de que eran contrarias a lo que ella en verdad le convenía, interesaba o simplemente apetecía? Ya no se trataba muchas veces de cosas importantes, a veces simples caprichos ajenos se sentaban sobre sus sueños o sus anhelos y los aplastaban…
Mientras fue creyendo que esa era su forma especial de vivir y relacionarse todo era relativamente soportable. Pero dentro de Teresa se fue produciendo un vacío cada vez mayor. Intentó llenarlo con hobbies y ocupaciones, con salidas y encuentros especiales con las amigas, con lecturas románticas que suplieran con lo leído lo no tenido… Pero nada de eso servía, pues Teresa no dejaba de ser una mera proyección de los demás y no aquello que realmente deseaba ser.
Con el paso de los años se instauró en su interior una amargura, una tristeza difícil de procesar. Comprendió que detrás de ese deseo de Dar, siempre existía la necesidad de recibir… que su amor hacia los demás no era todo lo altruista que ella misma había deseado ,… Tanto hablar de Amor Incondicional, tanto hablar de la entrega hacia el prójimo… Teresa, poco a poco, se fue haciendo consciente que, tras tanta entrega, solo existía su necesidad de llenar su propia soledad, tras tanto derroche de energía, de disponibilidad , solo existía su necesidad de ser aceptada, de sentirse útil, un aplauso, una palmadita en la espalda, quizás un abrazo… iba comprendiendo que su modus vivendi no era más que una excusa cobarde para no luchar contra esa inseguridad que desde pequeña arrastraba, contra ese vacío interior y esa necesidad de ser amada y comprendida . Casi todo lo que hacía lo hacía para agradar. Y seguro que lo conseguía, en muchas ocasiones, que no en todas. Pero, ¿y ella? ¿Se agradaba a ella misma?, ¿realmente sabia amarse?
Otra excusa pueril que con los años entendió que usaba para justificar su falta de coraje era un “rechazo a los conflictos” que aupaba la rendición al podio en cada carrera de intereses. Teresa sabía de dónde venía ese argumento: su miedo al grito, a la discusión fuerte y a cualquier situación que oliera simplemente a violencia, todo ello la invitaba al sacrificio contante de sus propios sueños y anhelos frente a la rendición de ceder a las constantes necesidades del resto del mundo, excluyéndose como si ella no perteneciera a el.
La otra era ya rotunda: “Yo no puedo hacer daño a la gente que quiero”… Con esa se inmovilizaba ante cualquier sentimiento que implicara rotura o cambios importantes.
Con todo eso encima, ¿cómo iba a sentirse Teresa? Era Nada, era Nadie, era su propia negación. Y claro: explotó… Un día, por una tontería, explotó… ¡Siempre a vuestro servicio! ¿Y yo? ¿No cuento para nada?… Tampoco es que fuera una exageración, pues Teresa se frenó pronto, pero aquel día gritó como nunca lo había hecho. Aquel mismo día Teresa entendió que debía cambiar y empezó la etapa de los “procesos”.
Así, le dijo a su marido que quería separarse, decidió cuidarse y escucharse tanto como pudiera, que poco a poco aprendería a decir “NO”, que… Así… Así estuvo Teresa no recuerda cuanto tiempo hasta que se cruzó con su amiga Meritxell…
Hacía pocos días habían coincidido en una reunión de amigas y Teresa se había extendido mucho hablando de cómo le iban las cosas, de cómo se sentía, de… Aquel día se encontraron por la calle y decidieron tomar un café. Meritxell era de esa clase de personas que en la sencillez buscan el bienestar. De su grupo de amigas era quizás la más franca de todas… Con la taza en los labios la miró fijamente y dijo:

-¿Cómo va la señora procesos?
-¿Qué quieres decir? - respondió Teresa.
-Mira, no te enfades pero das pena… Llevas años lamentándote de lo mismo. Actúa de una vez, coño, o acepta las cosas como son y deja de quejarte… -entonces cambio la voz y con tono falsete soltó- “Estoy en proceso de separación, estoy en proceso de autoconocimiento, estoy en proceso de…”-y recuperando la voz normal siguió- Si quieres separarte ve mañana a ver un abogado, si quieres conocerte, lo cual me parece una solemne tontería, pues ya te conoces más que bien, ve detrás de tus sueños… Si quieres intentar ser feliz, SÉ TÚ MISMA… Ah, y uno no aprende a decir “NO”… Dices “no” y sanseacabó… Mira que fácil…
Aún ahora Teresa no tenía claro si debía haber dado un bofetón a su amiga o abrazado… Pero se quedo muda… Eso sí, a la mañana siguiente fue a ver a un abogado. A los tres meses, con un proceso de por medio en el que se pactó un mutuo acuerdo, estaba divorciada
El divorcio fue un paso importante para intentar recuperar su vida, pero no definitivo… A parte de suponer un hito importante en la victoria sobre muchos miedos ese paso supuso que Teresa, quizás por primera vez en su vida, tuviera la sensación de ser absolutamente dueña de su futuro.
A partir de aquel punto Teresa paso una temporada, que aun duraba, muy metida en sí misma. Mucha gente le preguntaba si estaba triste, si tenía una depresión, si… Nada más lejos. Empezaba a sentirse viva, pero aun muy incompleta. Su sensación era que se estaba gestando algo importante dentro de sí misma, muy adentro… ¿Quizás se estaba gestando ella misma? ¿Iba a ser una nueva Teresa o simplemente iba a recuperarla? Sí, recuperarla… Aquella niña alegre e inocente, aquella chica llena de sueños y valiente… Teresa tenía la sensación de que su evolución iba a ser más un retroceso que una construcción…
No, sus miedos no desaparecieron, pero internamente sentía que podía llegar a utilizarlos más como fuerza que empuja que como freno. Estaba en ello.

Con ese sensacional viaje que Teresa intuía se estaba organizando en su interior, ¿cómo iba a estar muy atenta a lo que pudiera decirle el conferenciante de turno? Había escuchado tantas veces, tomado apuntes, comprado libros… Ahora tocaba escuchar su interior. Estaba preparada, sentía que la hora de partida se acercaba… Y debía hacer el equipaje, escoger aquello que realmente deseaba llevar, y hacer la colada, y darse un baño, dejar la piel sedosa para aquella caricia que el futuro iba a traer, perfumar su corazón para recibir con honores a ese Amor que seguro un día llegaría, limpiar de una vez sus dudas, sus miedos…
Y así pasó, casi, el fin de semana. El problema lo iba a tener Teresa cuando en su empresa le solicitaran conclusiones del Congreso. Pero ya se arreglaría… Quizás le pidiera a Pilar que le explicara… Quizás… Ahora quedaba sólo la ponencia de Clausura, aquella que de entrada le había parecido más interesante… A ver…





2.4. Pablo Malue, Doctor en Esperanzas: De cómo de un apoteósico incendio puede nacer un manantial…

El domingo por la mañana Teresa volvió a despertarse muy pronto. Al levantarse de la cama se sintió extraña, diferente, … Aunque le costó lo indecible…¡había dormido tan bien! Se sentía descansada, como nueva… Era una sensación… Uf, muy nueva. Había tenido un sueño muy hermoso, pero no podía recordarlo.
A las diez tenían la última ponencia. Luego un pica a pica de despedida y para la estación.
Se sentía animada y, no sabía porqué, desde que leyó el programa esa última conferencia le había llamado la atención. Llegaría pronto, se situaría en las primeras filas e intentaría estar muy atenta.

El Dr, en Pedagogía Pablo Malue era un hombre muy curtido en impartir conferencias y abrir y cerrar congresos. Aún así había estado dos años de retiro, de excedencia voluntaria. Con esta conferencia sellaba su reincorporación al Circuito…

- Buenos días. Mi nombre es Pablo Malue, soy peruano y Catedratico de Pedagogía Relacional en la Universidad Nacional de Lima. Como habrán leído en mi currículum vitae soy también autor de varios ensayos y tengo una ya larga experiencia en el campo de las ponencias en congresos y simposios internacionales. Después de un largo tiempo en stand by me dispongo ahora y aquí reincorporarme a ese mundo con una ponencia que creo les puede interesar: “A fronte praecipìtium a tergo lupi”… Bienvenidos, pues, a mi humilde charla…
Los aplausos retronaron en la sala de una forma abrumadora. Teresa se sonríó: “¿realmente aplaudían porqué parecía interesante o porqué era la última charla?

“A fronte praecipitium a tergo lupi”… Deberán perdonarme pues puse esa frase en latín creyendo que me venía muy bien para lo que quería comunicar y a la vez pues entendía que armonizaba totalmente con el lema principal del Congreso “Nosce te ipsum”. Pero no la traduje, y lo hice a propósito… ¿Y pues? ¿Qué significa? Algo muy sencillo y seguro que para muchos de los que están aquí muy familiar: “Al frente un precipicio y con los lobos a la espalda” ¿Comprenden el doble sentido? Seguro que sí… Les suena esa imagen, esa sensación, ¿verdad?
En los inicios del S.XXI la Tierra se ha visto inmersa en una crisis de identidad de muy difícil solución. Un seísmo de los principios morales ha sacudido la humanidad y la ha sometido a la más terrible esclavitud, aquella que se encadena al egocentrismo exagerado de todos y cada uno de los individuos. El narcisismo se está apoderando del mundo y lo está partiendo en millones de pedazos. En cada cachito la voluntad de un ser, sus ambiciones, sus perjuicios, su… El materialismo se está convirtiendo en dueño y señor de los sueños y los sentimientos hace tiempo que van amagándose tras la defensa de los caprichosos anhelos de los placeres mundanos.
Con tales perspectivas las sociedades se rompieron y los únicos colectivos que generan unión son aquellos que prometen beneficios individuales. El gozo del momento se ha convertido en la primera y la última ambición y en la tierra bandea un lema poderoso pero peligrosamente vacío de futuro: Carpe Diem, vive el momento, vive y consume: vivencias, bienes, ¿personas?
Las familias se rompen, una detrás de otra. Las parejas que sobreviven intactas son cada vez menos: las que no terminan separándose acababan compartiendo casa, que no vida… Y con un panorama tan oscuro, los maltratos y la violencia doméstica están en el orden de cada día en tantos hogares… Y claro, cada vez se dan más huérfanos, si no de cariño, sí de identidad y sostén. Tantos hijos crecen, así, con modelos contaminados que quieran o no van a reproducir…
Nunca en la Historia se construyó el bienestar en tiempos de conflictos y confrontaciones. En un Estado de Derecho podría triunfar el bien común, ¿Qué demonios triunfará en un Estado de Consumo? ¿Quizás el Poder? Vamos, ¿quién si no? El fuerte, el rico, el poderoso… ¡Quien pisa más fuerte salta más lejos!
En una Tierra donde priman los intereses puntuales, locales o incluso individuales, en un mundo donde el pasado se mete en la lavadora y el futuro en el congelador, ¿qué puede ocurrir con lo ajeno, con lo que se percibe lejano? ¿Qué acontece con todo aquello que parece no ser útil? Se obvia… ¿Que allí existe aun la esclavitud? ¿Allí? ¡Ah! ¿Que allá se están ejecutando miles de personas en una limpieza étnica disfrazada de guerra civil? ¿Allá? ¡Ah! ¿ Que cada día se mueren de hambre miles de niños y…? ¿Dónde? ¿Dónde? Acuyá… ¿Ah!
En este orden de las cosas, ¿Quién va a preocuparse real y efectivamente de la naturaleza? El campesino, claro… ¿Alguien más? Mucha gente, seguro… Perdónenme… Pero si la pregunta va dirigida únicamente a los que tienen el poder de decidir… ¡Aaaah! ¿Entonces? …Nadie…¿Y? Ya saben: Contaminación, especies en extinción, cambios climáticos, …, un caos…
Y claro… ¿Solidaridad? Con el estómago, por no decir más órganos… ¿Convivencia? Seguro, y buena, con todos aquellos que sirvan… ¿Lealtad? Con la cartera y el buen vivir… la propia, sí o sí…y el propio…¿Confianza? La que las mentiras deben exigir… ¿Amistad? ¿Algo que ofrecer? ¿Amor? Venga ya…
Parecerán argumentos exagerados y seguramente y precisamente más para aquellos que se identifican con esa dinámica y son y se sienten partícipes de ella. Pero no para los que luchan con todas sus ansias para extraerse de la corriente. Para ellos la realidad es tan asfixiante que los inmoviliza. ¿Cómo soñar en un mundo dónde si no vas con los ojos bien abiertos te roban hasta la ropa interior? ¿Cómo se puede intentar construir un hogar en una tierra donde las casas son simples excusas para gastar en más y más utensilios superficiales comprados en un gran almacén de moda? ¿Como vivir cuando la vida te empuja simplemente a sobrevivir?
“A fronte praecipìtium a tergo lupi”… ¿No es eso lo que sienten?
En las escuelas, en los institutos, en las universidades… Incluso en la Educación se están perdiendo los papeles: se ha pasado de procurar educar para la vida, con todas sus facetas, a instruir exclusivamente para ser competitivos. El éxito educativo ya no se mide por el empuje adquirido, la voluntad de superación y las capacidades desarrolladas para encarar nuevos retos. Hace mucho que los políticos, con la connivencia de todos los estamentos educativos, barajan tablas de contenidos… Contenidos culturales, intelectuales, idiomáticos, tecnológicos, … Nadie se está preguntando algo muy lógico: ¿de que sirve un contenido si no has preparado el continente para hacerlo rentable?
Pobres chavales… Pobres niños y niñas… Y aun el mal sería menor si las familias hubieran comprendido que sus hijos precisan de muchas cosas que no tienen nada que ver con la preparación académica… A muchos los sacan del colegio para encerrarlos en centros alternativos: informática, más idiomas, artes marciales… Luego a casa y a hacer deberes… ¡Viva la infancia! Pero claro, los padres podrán presumir en el trabajo, con los amigos: “Pues mi hija de seis años ha empezado a estudiar el chino”; “Pues a mi bebito, con un año, le muestras 10 cartas con fotos de músicos y le preguntas cual es Mozart y lo acierta”; “Pues…”
Juventud, divino tesoro… La adolescencia, santo caudal de la impaciencia… Los sectores más jóvenes de la población, aquellos que se supone deben coinstruir… ¿un mundo mejor?, renegaron hacía mucho de la tradicional rebeldía. Pasan muy mucho de ir contra ningún sistema… A vivir, que son dos días… Por pasar pasan de todo, hasta de usar palabras o frases con sentido para escribirse: “k ice Juan k tas tope Xuli” Y parecía que con dos años ya sabían hablar…
Sí, no se rían… ¿Saben? Cuándo venía con el taxi del aeropuerto al hotel sonaba una canción por la radio… Era… de otra galaxia… Extrañado le pregunté al taxista que significaba aquello… “Nada, un rap de esos que escucha la juventud de hoy…” Me contó que los que interpretaban era un grupo muy popular. Se hacen llamar “Violadores del verso”. Anoche entre en google y los busqué, busqué sus letras… Estuve cinco minutos, no más… No hubiera aguantado.. Pero sí hice algo: escogí al azar y copié un fragmento de una canción. Se la voy a leer…

Descansa en paz, yo te incinero.
Tus restos al water o a un cenicero.
Salta a la hoguera y pide un deseo.
Deseo tu muerte casi tanto como la mía pero ve tu primero.
Y luego cuéntame que ropa me llevo,
un chándal o un vaquero, lo más cómodo es ir en cueros.
Te invito a un crucero por mi mar muerto.
Allí se flota y ensayo lo de ser un cadáver en el puerto.
Lágrimas de lava resbalan por esta nariz de Cirano.
El fuego es mi hermano y protege a este santo.
Te follo y saltan chispas al lado del butano.
yo juego con fuego y no me meo y en tí me cago.


En la sala había un silencio sepulcral. Teresa escuchaba, con los ojos muy abiertos. Ese Pablo la tenía fascinada…

-¿A dónde hemos llegado? ¿A dónde nos han llevado? Dios, estamos perdidos… ¿Estamos perdidos?
Percibo mucha atención en la sala… ¿Tensión? ¿Emoción, quizás? Aun viniendo de mundos distintos, ustedes y yo hablamos la misma lengua, ¿verdad?
El mundo interior de quienes soñamos con la vida, de quienes anhelamos sentir que la vida transcurre en un camino efectivo y afectivo hacia los sueños, …, nuestro mundo interior se ahoga cada vez que quiere mostrarse, cada vez que necesita volar, cada vez… Existe un choque brutal entre nuestras ansiosas almas y ese exterior agresivo, yo diría que ferozmente agresivo. Los lobos, “…a tergo lupi” ¿comprenden? A la espalda, sí, y a los lados y, si nos descuidamos, en frente…

Otra vez un largo silencio… Ese hombre era un gran comunicador y sabía justamente cuando debía provocarlos… Teresa estaba conmovida, aun intentándolo no pudo evitar que unas lágrimas silenciosas empezaran a brotar… “¿Cómo había podido ese hombre situar el hilo de la conferencia en el punto justo dónde se encontraba el hilo de su vida?” Teresa se giró y observó a Pilar, sentada a su lado. Estaba igual… Luego miró hacia otros lados y confirmó lo que sospechaba: Pablo había emocionado a toda la sala…

-Pero en frente no hay lobos, ¿verdad? “A fronte praecipitium”… En frente hay un precipicio, un abismo hondo y oscuro, una caída a lo desconocido… “Dios, dame alas o quítame los deseos de volar”, ¿les suena también?
No se sientan mal, por favor. He conocido hombres y mujeres importantísimos en carácter, personalidad, inteligencia y calidad humana que sintieron pavor cuando debieron dar un cambio de sentido importante a sus vidas. Ese miedo a saltar es normal, muy normal… Yo también lo sufrí, no se imaginan cuanto…
Y ahora me preguntarían: “¿Pero saltó? ¿Pero, voló?” Oigan, algo debe quedarles muy claro desde ya: estamos usando metáforas, símiles, nadie va a saltar al vacío, nadie necesita alas y, por dios, nadie va a enseñarles a volar.
Hablamos de un cambio de rumbo, de una elección interior de prioridades, de un viaje a los orígenes para regresar justamente con aquello que nos va a permitir ser quienes deseamos ser, estar dónde anhelamos estar e ir en la dirección que nos marca de verdad nuestro Yo interno…

Otro silencio provocado… Teresa estaba admirada: si hasta estaba usando palabras suyas, parecía que ese Doctor hubiera estado en su pensamiento…

¿Saben? Yo tardé mucho en comprenderlo… Tanto como años… Pero al final me di cuenta que ni el destino, ni el futuro, ni la suerte, ni… Nada ni nadie iba a llevarme allí donde quería estar. Era yo, yo debía partir… Y superé mis miedos cuando entendí que aquello que toda la vida quisieron venderme era falso: “Vive con los pies en el suelo, engánchate a él pues esa tierra dónde crees que los sueños te aguardan es la Tierra de Nunca Jamás…”

Pablo estaba conmovido, se le notaba en la voz, en el rostro… Por unos instantes interrumpió el discurso y bebió agua… La moderadora, Montse, se le acercó y le preguntó si se encontraba bien…

-Perfectamente, gracias… Perdonen, fueron tiempos muy difíciles para mí… Bien, les contaba… Sí, ese invento es una gran verdad y al mismo tiempo una enorme falacia: la Tierra de Nunca Jamás existe, sí, pero no precisamente en los sueños… En ese mundo no vivíamos los soñadores, no vivimos, allí residen e instalan su hogar aquellos que se rinden a realidades extrañas, aquellos que aceptan vivir vidas no queridas, vidas no vividas, aquellos que traicionan al amor creyendo que no existe, aquellos que pisan la hierba de la superación impidiendo que crezca, aquellos que tallan el árbol de la ilusión creyendo que sólo les va a dar sombra, aquellos que… Aquellos que NUNCA JAMÁS serán otra cosa que supervivientes…
¿Saben? Cuando comprendí eso entendí lo que significaba esos “lobos”: una muerte en vida, una pesada losa imposible de mover… Y entonces lo vi claro: el precipicio no era tal, yo ya estaba en ese fondo… No debía saltar, no iba a caer,… Iba a escalar, a subir…

Y marché… Marché, me dejé llevar, me dejé guiar… Y encontré mi paraíso, mi cielo particular, …, me encontré… Y…
Y… Nunca pensé que un hombre podía sentirse tan completo, tan entero… Nunca imaginé que la felicidad podía llegar a ser un estado tan fácilmente asumible… Nunca creí que podía ser tan capaz, de tantas cosas…

Pablo levantó la cabeza y, mirando a los asistentes, se dejó ver… En sus ojos había un brillo tan especial… Y su sonrisa, era tan ancha, tan libre, tan…
El turno de ruegos y preguntas no se había abierto aun, pero Teresa no pudo esperar…

- Ha dicho que… ¿marchó? ¿Marchó? ¿A dónde?
- Quieren saberlo, claro… Y creo que merecen saberlo. No sé si estarán preparados, algunos sí, otros no… Pero ahora ya no puedo negarles esa información…
Marché a la Tierra de Nunca Quizás, concretamente a la Nación de Goig…

Un murmullo generalizado inundó la sala. Aquello que acababa de decir el conferenciante era demasiado inesperado…

-Silencio, por favor- Montse pedía orden mientras miraba a Pablo con ojos muy sorprendidos…
-Doy fe que esta Tierra existe. Yo he estado allí. No les puedo contar ni dónde está ni como es. Eso sólo se puede descubrir viajando. Pero sí estoy autorizado para decirles como llegar allí. ¿Les interesa?

Una repetición de afirmaciones y ruegos rompió otra vez el silencio.

-A quienes quieran ir les espero de aquí una semana, en la estación de Atocha, andén 29… De allí partirá el tren de medianoche que conduce a Goig.

Otra vez espontáneas exclamaciones, apresuradas preguntas… Alguien de la primera fila preguntó:

-¿Y qué cuesta el billete?
-¿Qué cuesta? Bastante más de lo que piensa usted: vencer el miedo, creer en sí mismo y tener fe, sobretodo, tener fe…

A partir de aquí se acabó la ponencia. Ya fue imposible seguir… Se montó una hilera increíble de gente que quería hablar con Pablo, pero él cogió el micrófono y la disolvió… ¡No iba a explicar nada más! “Fe”, fue lo único que repitió…
Teresa se quedó sentada más de media hora. Esperaba… No sabía… Cuando Pablo se levantó para marchar ella hizo lo mismo… Sus andares iban a cruzarse y Teresa miró a Pablo fijamente a los ojos y se quedó parada… Sin necesidad de palabras él comprendió lo que necesitaba y abrió los brazos. Cuando la tuvo delante la abrazó, sin decir nada, simplemente la abrazó de verdad. Entonces ella lo supo: ¡podía confiar en Pablo!




2.5. El tren de medianoche: De como se lleno un tren que partía hacia la tierra prometida…


Teresa vivió una semana de auténtica locura. De una banda iba haciendo todos los preparativos para un viaje que no sabía ni a donde se dirigía ni cuánto tiempo iba a durar. Eso, de entrada, suponía inventar unas explicaciones que debían ser creíbles… Al final optó por contar medias verdades: iba a llevar a cabo un viaje de salud, cierto, a un balneario del Norte situado en los Pirineos donde su amiga Pilar, la de Bilbao, estaba experimentando unos tratamientos de terapia intensiva que parecía funcionaban muy bien…, falso… Nadie debía esperar que se comunicara vía telefónica durante el tiempo que estuviera fuera.
De otra banda, la lucha de siempre: el lunes tenía claro que marchaba, el martes dudaba, el miércoles, ¿cómo no iba a ir?, el jueves decidió que no, que todo era una fantasía y no iba a perder el tiempo… ¡Sus miedos!
Fuera como fuera llegó el domingo y Teresa estaba en Madrid. Llegó a media tarde y estuvo paseando un rato por el Centro, pero se sentía inquieta y a las 9 de la noche ya estaba en Atocha. Cenó algo ligero en la cafetería mientras releía el periódico que compró por la mañana, hizo la última llamada a sus hijas y… ¿Qué iba a hacer? Se dirigió al Andén 29…
En el vestíbulo de la estación había un empleado de RENFE y Teresa se dirigió hacia él…

-Mire usted, ya sé que es un poco raro lo que le diré, pero… A ver, resulta que alguien me ha dicho que debía tomar un tren a medianoche, con un destino que… Vaya, que no recuerdo… Me dieron como referencia el Andén 29 y… Es que, se supone que no necesito billete…

El empleado se sonrío.

-Vaya tarde-noche me están dando… Aunque hasta ahora nadie había empleado tantas vueltas para preguntar. Sí, ya sé, el tren de medianoche a Goig. ¿Me acompaña?

Uf. Teresa se sintió más tranquila. ¡Mucho más tranquila! Acompañada de aquel hombre cruzó todo el vestíbulo y se dirigieron hacia una de las paredes laterales. Allí el empleado sacó unas llaves del bolsillo y abrió una puerta.

-Es que es un andén privado, ¿sabe? –le dijo- Mire, siga el pasillo y cuando llegue al fondo gire a la derecha. Entonces verá unas escaleras, las baja hasta abajo y encontrará el Andén 29.
-Muy agradecida – se despidió Teresa.

Hizo tal como le indicaron y efectivamente, allí estaba. Mientras bajaba las escaleras se dio cuenta de que había llegado mucha gente ya. A algunos los conocía, pero a la mayoría no… Y había personas que, seguro, no estaban en el Congreso… ¿Cómo se habían enterado de la existencia de este tren? Teresa vio a hombres y mujeres de muy distintas razas y culturas, de todas las edades,… Era más que evidente: la necesidad de ir tras los sueños no era patrimonio de ninguna etiqueta.
¡Allí estaba Pilar! ¿Qué alegría! Durante la semana hablaron por teléfono varias veces y Teresa no tenía nada claro si su amiga al final se decidiría o no…

-¿Cómo está mi flor de azahar?- la saludó Pilar.
-Anda ya, que más que una flor parezco un flan. ¡Dame un abrazo!

Se abrazaron fuertemente durante un largo instante… Sí, eso escribí, un largo instante…

-Estás temblando, vida- susurró Pilar
-Pues a mí me parece que tiemblas tú- respondió riendo Teresa.
-Pues… ¡Será que temblamos las dos! Ja, ja, ja… ¿Nos sentamos en este banco? Te guardaba el sitio, por si venías…

Sentadas bien juntitas y agarradas de la mano estuvieron mucho rato calladas. ¡Había tantas cosas que temían preguntar! ¿Quizás les daba miedo obtener una respuesta que les hiciera dar media vuelta?
Eran aún las diez y media y el andén se estaba llenando cada vez más y más.

-Pues parece que existe el Andén 29. Yo no lo tenía nada claro…-soltó Teresa.
-Ni yo… ¿Te digo un secreto? Venía pensando que si todo era una broma de mal gusto, pues, mejor…
-Estás asustada, ¿verdad? Yo estoy cagadita…
-Es que… Es una aventura… La gran aventura… Eso que soñé toda la vida y… No sé si estoy preparada, no sé si seré lo suficientemente valiente, no sé si seré lo bastante digna, no sé…

A Pilar se le estaban saltando las lágrimas. Teresa volvió a abrazarla y, acariciándole la cara, hablo muy tiernamente…

-Es normal, vida… Si lo piensas quienes han venido de verdad son dos mujeres adultas arrastradas, cada una, por su niña interior… Y ahora mismo, ¿qué somos? Dos niñas que desean de corazón ver renacer esas mujeres que perciben desconocidas, lejanas, extrañas, esas mujeres que se apartaron tanto y tanto de sus anhelos infantiles y juveniles…
-Sí, lo sé… Pero me da tanto miedo lo que pueda encontrar. Aunque no sea feliz, aunque en verdad soy muy infeliz,… Tengo una vida montada en la que he invertido tanto esfuerzo, y tiempo…
-Pero, querida, no estamos aquí porqué vayamos a desmontar vidas. Me parece que Pablo lo dijo claro, me lo he repetido tantas veces: ser quienes deseamos ser, estar dónde anhelamos estar e ir en la dirección que nos marca de verdad nuestro Yo interno… ¡Ir tras los sueños más…!
-Y, ¿Qué voy a hacer con Jon?
- ¿Tu marido? ¿Quizás lo que deberías haber hecho hace años? Por favor, Pilar, no me salgas con esas… ¿Cuánto tiempo hace que ya estáis separados? Vidas dispersas, ¿no fue así como me lo definiste?
-Pero eso es una forma de vivir consensuada. Tenemos una casa hermosa, buenísimos ingresos a ambos lados…
-Vale, perfecto… Si eso te hace feliz…
-No seas mala, sabes que no soporto esa situación…
-¿Y? Entonces, ¿cómo puedes usarla de escudo para que la brisa que esperas no acaricie tu pelo?

Algo pasaba en el andén. La gente se levantaba y se dirigía hacia las escaleras… Teresa se levantó para ver…

-¡Ha llegado Pablo! ¿Nos acercamos?
-¡Vamos! ¡Claro que sí!

No fue fácil, pues partían con retraso, pero Teresa era muy terca cuando quería algo y así, cuando Pablo empezó a hablar, ella y Pilar estaban en primera fila…

-Estimados amigos… Queridas amigas… Ja, ja, ja… Es broma… Seáis todos y todas bienvenidos y bienvenidas al Andén 29.
Quedan veinte minutos para que parta el tren y os quiero antes explicar algunas cosas.
Quizás estáis preocupados pues veis que hay mucha, mucha gente… ¿Quizás demasiada? De ninguna manera: el tren llegará con tantos vagones como sea necesario. Ni más ni menos.
Sé perfectamente que muchos de los presentes aun tenéis dudas. Puede que todos. La experiencia me enseñó que algunos de vosotros y vosotras no subiréis hoy al tren… No os preocupéis si esa va a ser vuestra opción: habrá más oportunidades… En la vida siempre las hay.
También debo deciros que algunos de los que viajéis vais a regresar en el mismo tren… Eso no va a depender de mí, pero sí de vosotros y vosotras: para permanecer en Goig es necesario encontrar tu Guía. Aquel o aquella que no lo halle probablemente no esté aún a punto para la estancia allí y deberá posponer sus pretensiones para futuros viajes.
Éste no va a ser un viaje de placer, aunque os aseguro que vais a disfrutar… Éste no será un viaje turístico, aunque vais a aprender como nunca antes lo habíais hecho… Éste no será un viaje aventurero, aunque muy probablemente viviréis una de las más grandes aventuras soñadas y por soñar… Éste no será un viaje romántico, aunque os anuncio que algunos y algunas vais a encontrar el amor de vuestra vida… Éste no va a ser un viaje…, para nada. Éste será EL VIAJE. El viaje probablemente más importante de vuestra vida…
¿De qué va a depender esa probabilidad? De cada uno, de cada una… Abrid vuestras almas, vuestros corazones, vuestros pensamientos, … No os escondáis… Dejaros llevar por la vida en Goig, sin expectativas, sin miedo a nada, sin suposiciones o teoría previas…
Escribió Flaubert que los sueños son la sirena del alma. Ella os canta, os llama. Id, seguidla y no retornéis hasta encontrarla. Recordad siempre que una alma rica se nutre siempre de la voluntad, no del deseo. Y andad, caminad, saltad, volad…
Parecéis pajarillos asustados… Venced el miedo, salid de la jaula, liberaros de la esclavitud de esas realidades que os encadenaron, haced nido en los sueños y criad en libertad vuestras vidas.
Muchos lleváis arrastrando desde siempre la sensación de que esa vida que os tocó vivir es como un largo embarazo… Sí, ¿verdad? Os habéis estado gestando a vosotros mismos. Llegó la hora de parir, llegó la hora de nacer. No dejéis que os asusten las contracciones, es puro pánico. Dilatad con firmeza y amplitud vuestra fe en vosotros mismos, dejad que fluya por vuestras venas sangre de color promesa, la que hace tanto os hicisteis, y atravesad la boca del futuro. El destino, vuestro destino dependerá ya de vosotros. Coged las riendas y domadlo a vuestro gusto, a vuestro libre albedrío…
La vida se nutre del tiempo. ¿Queréis amarla de verdad? Subir a ese tren, el tren de la esperanza, de la tierra prometida. Dejad de desperdiciar el tiempo, toca ya alimentarlo con vuestra verdadera esencia. Hacedlo y vuestra vida os sonreirá para siempre.

Pablo callo durante un instante. En el andén no se oía una alma. Teresa se giró y observo a la gente, luego miró a Pablo… ¿Realmente había alguien entre los presentes que no lo estuviera viendo como ella lo veía? Parecía un Profeta…

-Bien. Acabo. Recordad muy bien eso último que os diré. Todo el Universo perceptible es un vivero de sensaciones a las cuales nuestra mente califica, clasifica y da un valor de forma relativa. Vais a realizar un viaje muy especial. No os fijéis, no os ancléis en las distancias apreciadas, ni en los tiempos de trayecto percibidos… No importan. Aguzad los sentidos y mantened la mente muy despierta, pero no para sacar conclusiones, para sentir y para aprender. Os dirigís a la Tierra de los Sueños, a la Tierra de Nunca Quizás, pues sabido es por todos que en la siembra de cada anhelo y en su efectivo cultivo no aseguramos el Éxito, pero sí en cambio mimamos un Quizás que resulta mucho más tentador que ese Jamás al que quisieron acostumbrarnos…

Os deseo, de corazón, seáis muy felices… Estoy convencido de que lo intentaréis y estoy convencido de que Quizás lo conseguiréis… Buen viaje…

Nadie aplaudió. No hacía falta. Además, mientras escuchaban a Pablo el tren había llegado ya. Estaban tan abstraídos que ni se dieron cuenta. Estaba allí, en las vías, con las puertas abiertas.
Teresa y Pilar se dirigieron a una entrada. Iban cogidas de la mano. Al subir al tren Teresa notó un estirón. Pilar se mantenía en el andén. Estaba llorando… Teresa no quiso más que despedirse…

-Vida mía… No puedes, ¿verdad?

Pilar negó con la cabeza. No podía hablar. Teresa soltó su mano y terminó de entrar. Se sentía muy triste, por su amiga, pero ella sí iba a emprender ese viaje…

-Te quiero, mucho. Te veré muy pronto.

Y las puertas se cerraron y el tren emprendió la marcha.




3. LA NACIÓN DE GOIG



3.1. Tipología de Goig: De cómo se abrió una ventana i la ilusión voló como un pajaro libre...

Durante el viaje Teresa comprendió porqué Pablo había defendido, de una forma muy hermosa ciertamente, la Teoría de la Relatividad. El tren marchaba a una velocidad más que prudente pero rápida y atravesaban un túnel que nunca se abría. Al principio era lógico, pero cuando llevaban casi dos horas y no habían dejado el tunel… Anda que, ¡Estaban dando vueltas por Madrid? Ja, ja, ja… La Teoría de la Relatividad… ¡No iba a sacar conclusiones!
La gente que la acompañaba iba en silencio. Casi todos miraban por las ventanas… Paredes sucias y oscuridad… Pero no, no miraban al exterior… Miraban hacia dentro.
Quizás Teresa era la única excepción: no pensaba en nada, simplemente observaba… Se sentía extrañamente tranquila y no quería romper ese estado con reflexiones o análisis de nada de lo que había ocurrido, estaba ocurriendo o iba a ocurrir…
A las tres horas llegaron, por fin. La estación de Goig no era nada del otro mundo, desde luego. Podría haber pasado por ser una estación metro de cualquier gran ciudad.
Eso sí, al bajar Teresa se dio cuenta, no era corriente. El suelo del andén era de arena. La arena gruesa y cristalina separaba el tren por ambos lados de unas paredes medio curvadas, rebozadas o enyesadas de blanco. En ambos lados colgaba un cartel, el mismo, donde sobre fondo azul marino resaltaba un mensaje:


Al final del andén esperaba una mujer. Cabello ondulado, pelirroja, con cara y cuerpo pecoso, ojos verde lago y… ¿Cómo no? Una sonrisa cautivadora. Vestía un vestido negro, de hilo, sin mangas, de cuerpo pegado y vuelo de cadera a rodillas… Debería tener unos treinta años…

-Buenos días… Sí, perdonadme, buenos días. Aquí en Goig son las 8 de la mañana. Ei, no pregunten cómo…
Me llamo Aina Lago y Fuego. Soy Presidenta Honorífica del Gobierno de la Nación de Goig y la encargada en el día de hoy de recibirles y darles la bienvenida a nuestra hermosa patria.

-Caramba con esa gente- pensó Teresa- Nos envían a su Presidenta.

-Bien, nuestro buen amigo Pablo ya os advirtió: no penséis, ni evaluéis ni saquéis conclusiones- dijo Aina mirando a Teresa- Ahora nos dirigiremos a la Sala de Proyecciones y allí procederé a introduciros brevemente aspectos diversos de nuestra Tierra, de nuestro paisaje y de nuestra Nación.

Saliendo del andén enfilaron un corredor muy ancho y, cruzando una puerta entraron en una sala cuadrada y grande, de paredes blancas y vacías, menos en una que había una ventana enorme, a través de la cual se podía ver un azulado y limpio cielo.

-Podéis sentaros. Claro, en la arena. ¿Hay asiento más cómodo?

Clarísimo. Iban a mirar el cielo sentados en la arena. Un buen comienzo, la verdad…

-Os ha dicho Pablo que vuestra presencia aquí no está asegurada para todos. Aún así todos y todas vais a conocer nuestra esencia, pues estamos convencidos de que aquellos y aquellas que debáis regresar tarde o temprano estaréis preparados para un nuevo viaje.
Hoy me veis vestida de negro. No, no estoy de luto ni ese es el color con el que aquí en Goig acostumbramos a vestir. Tiene su lógica. Durante el primer día no queremos que nada distraiga vuestra atención. Cuando acabe la proyección pasaréis a la playa de “Los Guías” y allí será vuestro corazón y no vuestros sentidos quien deberá presentar candidatura. Por eso comprobaréis que nadie vestirá otro color que no sea el negro, que nadie se habrá perfumado, que nadie lucirá otra cosa que no sea su mirada…
Bien. ¿Empezamos? Si miráis la ventana se irán sucediendo imágenes y vivencias reales que yo iré narrando. ¿Sí? Estáis preparados? Comencemos, pues…

Teresa miró hacia la ventana y contempló, admirada, como el cielo azul iba subiendo y aparecía una tela blanca colgada de un mástil… Aina comenzó a hablar…

En la tierra de Nunca Quizás existe una minúscula nación llamado Goig. En su bandera no lucen bandas ni colores, pues es una tela en blanco para que cada ciudadano pinte su identidad. Se trata, evidentemente, de un país democrático, pero tan atípico como lo podría ser un gorrión criado en un nido de águilas. Aquí se presume de tener la Constitución, la Magna Carta, más antigua del mundo… Cabría añadir también la más corta… Una única página, un único artículo que obliga a priorizar el bienestar espiritual y emocional de todos y cada uno de los habitantes de tan inusual paraje, la igualdad y la perfecta comunión con la naturaleza… ¿Poca cosa? Quizás toda…

Vuela el águila plateada los cielos de Goig y en su viaje abarca toda su magnitud: desde su anidar en elevados picos de montes colosales hasta la acotada línea arenosa donde la tierra saluda al mar. Por debajo de su planeo se escampa un maravilloso valle, extenso en superficie e intenso en diversidad: planicies anudadas con lomas y montículos, serpenteantes ríos y riachuelos, prados silvestres y campos decorados,… Agua y luz, vida y sueño, hogar sin dueño…

En Goig no hay clases sociales, no hay ricos y pobres, por no haber no hay distinción de ninguna clase, ni cultural, ni étnica, ni religiosa… No significa eso que todas las pieles vivan en el mismo tono, ni que se prohíba el culto a otra religión que no sea la oficial, ni que todos hayan alcanzado el mismo nivel de estudios, ni que las riquezas económicas acumuladas sean para todos iguales, ni que… No, cuesta entenderlo para los que venimos del mundo de Nunca Jamás, pero en Goig aquello que realmente distingue la categoría de cada individuo es lo que sus habitantes apodan “doble felicidad”, o sea la felicidad interior que la persona es capaz de procesar y la felicidad externa, aquella que proporciona a su entorno natural y social. Visto desde este punto de mira y entendiendo que en esa nación todo se programa y confluye para potenciar esas riquezas a la totalidad de la población es fácil aceptar que, con pequeñas variaciones, en la globalidad de vidas y vivencias de los residentes de Goig no hay desequilibrios: todos somos esencialmente muy ricos.

En la costa se distinguen diversas poblaciones, cúmulos de casas blancas que rebotan la luz en un intento de deslumbrar al océano, de devolverle aunque sea con modestia su magnánima presencia. En Goig existe un solo puerto. De él parten cada día las embarcaciones de pesca. Cuentan los pescadores que no hay día que las aguas no correspondan con agrado a la humilde ofrenda que ellos hacen: su sudor, su trabajo, su respeto y, sobretodo, su admiración.

Los cultos religiosos son también como mínimo curiosos. En Goig no creemos en un único Dios, pues pensamos que en cada persona debe desarrollarse una deidad interna: en su riqueza interior, en su capacidad de amar, en el equilibrio entre lo dado y lo recibido, en…,tantas cosas! Así, las iglesias están llenas de espejos curiosamente fabricados… Quizás mágicamente… Por algo se dice que el oficio de los artesanos que construyen esos enseres es el más antiguo del país… Aquí no existen sacerdotes ni sacerdotisas: cada visitante, cada asistente está obligado a asumir ese rol. La gente asiste a los templos cada día, al atardecer. Nos sentamos cada uno delante de un espejo y nos miramos fijamente a los ojos… ¿Existe mejor forma de conectar con tu interior? Cuando alguien tiene reales problemas para verse, cuando alguien guarda en su equipaje una brizna de tristeza, de angustia o desolación, cuando…, el espejo se rompe, se resquebraja en más o menos pedazos según la magnitud del desconsuelo. Y según esa misma magnitud acudimos ipso facto más o menos personas a acompañar al afligido… Acudimos y le abrazamos, lo arrullamos y le permitimos, si lo necesita vaciar su dolor en lágrimas, en gritos, quizás… Luego nos quedamos con el afectado quienes él designa: para escucharle, para aconsejarle, si es requerido, para cursar el don más preciado en aquellos lugares: la ternura. Si conviene le acompañaremos a casa, quedaremos con él para el día siguiente…

Las playas de Goig son de arena cristalina, blanca y dorada cual corona de la reina ola. Visitantes de todo el país acuden cada día para bañarse. Nadie pretende tomar el sol, nadie… No osaríamos tomar prestado nada más. Con su luz, su calor y la vida regalada día a día ya basta… Ya sobra… En la orilla del mar se agrupan familias jugando con el vaivén de las olas… Remojando su niñez, humedeciendo su alegría se preparan para un baño siempre revitalizador. Decimos aquí que cuando la sal y el agua acarician tu piel los poros se abren y dejan paso al camino que enlaza cuerpo y corazón, materia y alma… ¡La sal de la vida! ¿Cómo no?

En Goig procuramos enseñar el curso de la felicidad desde antes del nacimiento: no se conoce la historia de un hijo nacido sin haber sido deseado por sus padres… Los talleres preparto que aquí se imparten comienzan antes de la fecundación e incluyen, evidentemente, bastante más que la preparación para afrontar el dolor. Aquí valoramos la maternidad y la paternidad como uno de los más preciados tesoros que un ser puede asumir y cuidamos muy mucho la preparación para ser digno de ese rol.

Tres ríos desembocan en el océano: el Valor, el Plaer y el Viure. De los tres el más caudaloso suele ser el último, quizás por estar en el centro quizás por tener su nacimiento en lo más alto del monte Cor, quizás… Las aguas fluviales llegan al mar tan limpias y puras como la clara de un huevo… Vaya comparación, pensaréis… No es mía: en Goig entendemos al río como manantial desde que nace hasta que muere. Para nosotros es como la clara que protege a la yema, un envoltorio para una preciosa fuente de vida, un excluso que acaba fundiéndose con el incluso para regar tierras y crear matices, para bañar y ser canal de baño, para dar vida y ser vivero…

Con cada niño que nace renace la vida de todos aquellos que le vamos a acompañar. No hay fiesta más especial ni acontecimiento más celebrado. Un recién nacido viene al mundo con sabor a futuro, con olor a destino… Un pueblo que no guarnece con flores el mañana puede concluir sus días en un desierto incoloro. Un pueblo que no cante al camino, ¿escuchará nunca la melodía del horizonte?

Los paisajes de ribera se encantan con la abundancia de flora y fauna. Álamos y chopos blancos, tarajes, mimbres, olmos y fresnos, … Zarzamoras, tapaculeros, madreselvas, vidalva, emborrachacabras, espinos blancos, … Playitas de piedras redondas, tierra encharcada, rocas embadurnadas de verde mohoso, suelos humectados de marrón chocolate, herbajes con trajes de flores salvajes… Un paraíso donde late la armonía, donde los espíritus volantes se reencarnan en aves y pájaros que anidan y crían en libertad: mirlos acuáticos, el martín pescador, el pechiazul y el ruiseñor, patos y ánades reales, oropéndolas y carpinteros, …

En Goig no hay patrón ni ley que impida a la madre y al padre estar con sus hijos tanto como sea necesario… ¿Permisos? ¿Para qué? Se confía, se sabe… En tal sociedad nadie abusa de sus derechos… Durante el primer año de vida del bebé existen en cada población centros abiertos donde las familias con hijos tan pequeños pueden convivir y aprender, en espacios adecuados, con amplitud de recursos y con tutores especialistas en la primera infancia. La asistencia, ¿cómo no?, es voluntaria. ¿Quién va a dejar de ir? ¿En Goig? Nadie.

Existe la creencia entre los Goigeños de que en el manantial de cada río habita una comunidad de duendes. Familias de Fonts, que así los apodamos, cuidan con esmero el flujo del agua, acunan al cauce bebé para que repose su ímpetu, y preparan cada gota para que asuma su importancia en el ciclo vital. Cuentan las leyendas al respecto que un Font es un ser tan diminuto que cabe en una chispa de agua. De color azul traslúcido esos personajes pueden ganarse una vida gloriosa en un instante o morir con el río tras una larga espera sin sentido… Su sueño reside en cuidar su gota para que genere vida. Si lo consiguen vivirán para siempre… Si no, morirán con el olvido…

En Goig no existen escuelas como tales. Los niños asisten diariamente a los llamados Llars de Vida, unos centros donde se les motiva en los diferentes aprendizajes a la vez que se les guía para desarrollar sus capacidades. En los Llars se entiende que para que el niño saque provecho del saber debe aprender no solo a guardarlo, debe asimilar tanto las formas de llegar a él como las derivaciones y utilidades que puede darle. Para nosotros no se trata de educar, se trata de ayudar a crecer. La distinción entre maestros y alumnos, como tal, no existe: aquí todos aprendemos de todos, nunca dejamos de crecer y en ese crecimiento somos condiscípulos. Cuando visiten un llar con su guía les explicaran otras particularidades de una Educación muy singular y provechosa.

Cuenta la leyenda que una vez la brisa marina atravesó el valle de Goig y no pudo regresar. Primero se acostó en extensas y coloreadas plantaciones de flores y su olfato tuvo un sueño tan bello que no quiso despertar. Luego sobrevoló bosques y bosques, rozando follajes espesos y acariciando la baja hierba; su tacto quedó embelesado y no quiso marchar… Entonces quiso andar entre los árboles frutales, los huertos y los campos sembrados y, probando de aquí y de allá, sació su gusto y lo dejó durmiendo junto al río… Allí la brisa escuchó el sonido de las aguas, el canto apasionado de peces y ranas saltarines, y enamoró su oído… La brisa, encantada de tantas alegrías quiso suplicar al sol la dejara quedarse, pero, al mirarlo, se cegó temporalmente. Cuando el mar vino a buscarla la encontró ciega y desvalida. Desde aquel día el valle de Goig tiene a perpetuidad una invitada de lujo…

En nuestra nación no existen grandes ciudades. Los núcleos urbanos tienen una superficie máxima determinada y unos márgenes de población flexibles pero también limitados. Se considera que esos núcleos deben autogobernarse y que su dinámica será más ágil y solidaria si la gente se conoce. Nuestra nación no cuenta con una Capital, entendida como tal. Nuestra plaza del Parlamento cambia cada año de población. El nuevo destino se decide por sorteo. Les remito aquí también a las explicaciones que pueda darles su guía: el sistema político de Goig es algo de lo que estamos muy orgullosos.

La sesión se alargó durante casi toda la mañana. Los asistentes deberían estar agotados del viaje, de las tensiones previas, de… tantas cosas. Pero nadie se durmió. Sentados o echados en la arena reposaban algo más que sus cuerpos. Eran todos espíritus ansiosos de volar y en esa exposición había mucho más que información… Ante ellos se abría un mundo donde volar su imaginación más allá de un sueño, un campo donde asentar sus anhelos y confundirlos con realidades.
Teresa no recordaba haber sentido una paz interior tan rica en esperanza como la que se estaba desnudando en sus pensamientos, en su razón, en sus sentidos, … Iba desnudándose para vestirse con su piel, para mirar con sus ojos, acariciar con sus manos, besar con sus labios, …, sentir con su corazón… Se sentía niña, muy niña,… Se sentía como una princesa recién llegada a su Reino, un paraíso donde todas las cosas y todos los seres iban a velar por su crecimiento… ¿Recién llegada? ¿Crecimiento? Entonces se dio cuenta: estaba empezando el parto. Teresa, por fin, ¡iba a nacer!
Durante más de cuatro horas Aina había ido relatando con voz pausada y suave todo aquello que tras la ventana se mostraba. De lo visto, de lo vivido y narrado quedarán muchos detalles por mostrar. No importa: en próximos capítulos ya se descubrirán. Queda aun mucho libro para escribirlo, queda aun mucha vida para cantarlo…
Cuando la sesión terminó el cielo azul volvió a mostrarse en la ventana. Aina los miró fijamente a todos a los ojos… Sí, como aquel retrato que una galería de arte devuelve al unísono la mirada a todos aquellos que lo contemplan… Los miró y concluyó…

-Sé que tenéis muchas preguntas, muchísimas… No voy a responder ninguna. Llegó la hora, vuestra hora… Partimos hacia la playa de “Los Guías”. Os desearía suerte, pero no es eso lo que necesitáis. Os desearé, pues, que vuestras almas sepan y puedan encontrar su guía…




3.2. Un guía para la esperanza: De cómo Teresa escogió de entre muchos a aquel que debía guiarla en su viaje al reencuentro.


Ahora sí salieron de la estación. Al hacerlo se dieron cuenta del porqué desde que llegaron sólo había pisado arena playera: el tren les había llevado hasta la misma playa.
¡Qué hermoso paisaje! A su izquierda un bosque de pinos y encinas calzaba zapatos verde hierba, pisando la tierra hasta que se encontraba con la arena. Una arena reluciente de grano grande y multicolor alfombraba el vestíbulo para la recepción del poderoso mar. Éste llegaba hoy despacioso, en una ceremonia donde las olas restaban un poco más de lo justo para saludar la tierra. Adentro, un azul diáfano bailaba al son de las corrientes con aquellas verdes tonalidades que en los zafiros relucen.
La playa estaba llena de figuras: hombres y mujeres, mujeres y hombres vestidos de negro permanecían de pie, inmóviles, con los pies medio separados y los brazos en la espalda invitando a una mano a estrechar dos dedos de la otra…
A Teresa, ahora sí, se le disparó el corazón: sus latidos marcaron un ritmo veloz como si quisieran adelantar el tiempo que faltaba hasta EL ENCUENTRO. ¿Iba a encontrar a su Guía? ¿Existía? ¿La iba a aceptar?
Aina se puso delante de la comitiva y, cerrándoles el paso, se giró y habló:

-Bien… Estamos aquí… Intentad no estar muy nerviosos, ¿vale? Aunque es muy normal que lo estéis. Estamos en esta playa pues en ella se da una luz muy especial. A través de una combinación de reflejos, destellos y sombras que nunca nos hemos preocupado de querer comprender la luz solar se concentra en esta playa en iluminar particularmente los ojos de las personas que en ella entramos. Ya sabéis, como se dice: “La mirada es el espejo del alma”…
Entrad sin programaros de ninguna forma, dejaros llevar por vuestras sensaciones. No os dejéis llevar por la primera impresión, aunque muy probablemente pueda ser la definitiva. Vuestro guía no tiene porqué ser del sexo opuesto al vuestro, ni debe tener forzosamente vuestro color de piel, o ser más alto o más bajo… No os fijéis en los cuerpos, por favor, centraros en sus ojos. Allí y sólo allí encontraréis, si la hay, la conexión que os debe unir… Para presentar vuestra candidatura a un Guía os debéis situar delante y adoptar su misma pose. Sabéis que dos personas o más pueden optar por el mismo guía. Así, el ritual de “Conexión” no empezará hasta que todo el mundo esté apostado ante su elección. Sabréis que el Guía ha aceptado vuestra candidatura si extiende sus brazos y os convida a tomar sus manos. Recordad que el Guía elegido puede decidir que os equivocáis en la distinción y rechazar vuestra oferta. Yo me quedo aquí, esperando a los que no encontréis hoy vuestro guía para acompañaros al tren. De los demás me despido ya: Hasta muy pronto… Una vez estéis conectados a un Guía él o ella será quién os acompañe durante, al menos, quince días… Pero seguro que nos veremos.
Adelante, pues, que la Paz os acompañe…

Teresa entró en la playa junto con todos los viajeros, Volvía a estar extrañamente tranquila. Aunque no encontrara finalmente a su Guía, ¡había aprendido tantas cosas!
Sin mediar orden de nadie se quitó los zapatos y los dejó al lado, en la hierba. Quería andar descalza, necesitaba sentirse conectada con la naturaleza y esa era una manera más que válida para conseguirlo.
No sabía hacia donde ir pero tampoco quería saberlo. Se dejó llevar por sus pasos. Iba acercándose uno a uno, o a una, a cada Guía y se quedaba un momento dejando que las miradas se cruzaran. No iba a ser fácil, no estaba encontrando una sola mirada que no brillara, que no inspirara confianza, que no fuera limpia y cálida…
La playa estaba muy llena y era difícil caminar sin chocar con nadie. Habría unas… ¡Qué más daba! ¿Se iba a poner ahora a contar? Debía abstraerse de cualquier distracción e ir a lo suyo, a lo verdaderamente esencial.
Se dio cuenta enseguida. Sí, al instante. Aunque no quiso finiquitar aun la búsqueda y siguió paseando ya no pudo embeber armónicamente su visión con otras retinas. Esos ojos, Dios, nunca había tenido esa sensación con nadie… Esos ojos le habían sonreído… Eran de color caramelo, grandes y preciosos, con unas pestañas que parecían flecos de tapices persas… Pero nada de eso era trascendente… Teresa giró sus pasos y volvió a buscarlos… No, no estaba errada: esa mirada la estaba sonriendo… Teresa no necesitaba más: de pie, delante de ese mágico recibimiento, escondió sus brazos a la espalda e invitó a una mano a estrechar dos dedos de la otra. Había presentado su candidatura.
Cuando miras fijamente a los ojos de alguien todo lo demás, el entorno de lo que importa, de tu centro visual, aparece como borroso pero perceptible. Mientras esperaba a que los demás terminaran su ronda de escrutinios Teresa no dejó ni un momento de alimentarse de la complicidad que esos ojos la ofrecían, pero no pudo desconectar totalmente su curiosidad por los marcos de tan cálido cuadro…
Se trataba de un hombre bastante alto, delgado pero de complexión fuerte. Parecía mayor que ella, pero no demasiado. Era o había sido moreno: sus cabellos negros azabache brillaban ya con centellas algodonadas por la edad. Espesas cejas parecían marcar una personalidad importante y su nariz, sin ser helénica, no destacaba por ser nada más que normal. Sus labios, uf, dibujaban unas formas y una contextura que… Una tentadora cortina de seda tejida con ternura que debía esconder un beso, unos besos de ensueño…
Teresa no pudo evitar sonreírse… “Anda, que el sol me está dando más debajo de los ojos…” Siempre fue una mujer apasionada pero, en esos momentos tan importantes de su vida, mira que pensar en besos… Entonces se dio cuenta: ya no sólo eran los ojos de su presunto Guía…, en su boca se dibujaba también una sonrisa. Y Teresa se sonrojó…

-La ronda de presentaciones ha concluido- La voz de Aina resonó tal como si hubiera hablado por megafonía- Os ruego a los Guías que respondáis a las candidaturas.

No era seguridad, tampoco presunción, pero Teresa sabía lo que iba a pasar, tenía muy claro que la Conexión se había establecido ya…
Y así fue: el Guía extendió los brazos y ofreció sus manos. Teresa, sin dudarlo, se las tomó.




3.2.1. Camino a casa: De cómo las distancias parecen cortas cuando se camina en buena compañía…

Teresa no recordaban que ella hubiera aguantado ni que nadie le hubiera aguantado la mirada tanto tiempo como el Guía y ella llevaban. El Guía…

-¿Cómo te llamas?- preguntó Teresa.
-Raimon. En Goig Raimon Corazón Bravo…
-No entiendo… Aina se apellidaba Lago y Fuego, tú Corazón Bravo, ¿de qué tribu india sois? ¿Sioux?... Ay, perdona, es broma…
-No importa, me encanta el sentido del humor… ¿Sabes? Desde siempre en Goig se han acogido costumbres de otros pueblos y culturas lejanos que se haya considerado que puedan enriquecer la propia. Esa costumbre, la de unir tu nombre con dos conceptos o cualidades que te definan, arraigó aquí hace dos siglos. Pero ese privilegio hay que ganarlo. Tú eres ahora mismo, simple y llanamente, Teresa…
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Pablo me avisó que venías. Somos muy amigos y me conoce bien.
-¿Y te dijo quién era? ¿Cómo era?
-No, simplemente me hizo llegar una nota con el tren. Decía: “Viene en este tren. Se llama Teresa”

Teresa se quedó callada. No entendía… Pero, ¿Para qué tenía que entender nada?
Se habían quedado solos. Seguían allí de pie, cogidos de las manos… Raimon se dio cuenta y propuso marchar…

-¿Vamos?
-¿A dónde?
-A tu casa, hay que ayudarte a formar un hogar…

Empezaron a caminar por el camino que atravesaba el bosque que abrigaba la playa. Teresa tenía muchas preguntas por hacer y quiso empezar, pero Raimon, con el índice en los labios, la invitó a callar…

-Ssss, escucha, sólo escucha…

La música ya lejana de las olas rompiendo la arena se mezclaba con el silbido de la brisa fregando las ramas de los árboles, las cuales, al danzar y chocar entre sí, provocaban un encuentro de hojas primaverales que percusionaban a un ritmo suave, muy suave. Coros de aves y pajarillos de diferentes especies dibujaban la tonada en un pentagrama lleno de colores y olores que provocaba un vergel de sensaciones.
Cuando salieron del bosque Raimon rompió el silencio:

-Si no aprendes a escuchar con todos los sentidos a la naturaleza nunca podrás escucharte a ti misma.
-No, si…me encantó, de verdad… Fue…
-Lo sé: único… ¿Te das cuenta? Como tú, ¿no?

Las preguntas obvias no esperan respuesta y Teresa fue respetuosa con esta consigna. Caminaban por un camino que cortaba dos prados, a la izquierda un jardín de árboles frutales y a la derecha un dorado pasto de trigo.

-¿Tienes hambre?- preguntó Raimon.

Teresa asintió con la cabeza. No había comido nada desde… Raimon la cogió de la mano y siguieron andando un corto tramo de camino. Él no dejaba de mirar a la izquierda. Cuando encontró lo que buscaba estiró a Teresa y los dos entraron en el prado de los árboles frutales. A veinte pasos había una enorme higuera. A sus pies se estiraba una estora rectangular hecha de… ¿lino?. Encima la estora había un cesto de mimbre y un cántaro.

-Los campesinos de Goig dejan siempre aquí y allá merenderos preparados por si el viajero tiene hambre. ¿Qué te apetece? A ver, tenemos higos, manzanas, peras, melocotones,…, ¿fresas?
-Es que estoy tan asombrada… ¿Y no hay que pagar nada? ¿Unas fresas y un par de melocotones?
-Esos frutos nacen de la sangre de la tierra… Del sudor de los hombres y mujeres que lo han cuidado todo para que puedan nacer, sí, pero sin ese cielo que les regaló su agua, sin las abejas que transportan las simientes, sin el árbol o la planta que se esforzó para trasladar el alimento a todas sus partículas,… ¿A quién o a qué hay que pagarle? Ahora vengo… Más adelante ya te explicaré como funcionamos aquí con esas cosas…

Raimon cogió el cesto y se puso a recoger… Teresa aprovechó para beber un poco de agua del cántaro y se puso a pensar… ¿Por qué cosas tan sencillas cómo las que empezaba e descubrir aquí en Goig le parecían tan extrañas? ¡Cuánta lógica había en todo aquello que Raimon le iba narrando! ¡Cuánta bondad! Realmente en el mundo donde había vivido todos aquellos principios religiosos y morales que desde pequeña había escuchado no eran más que eso: principios teóricos que pocas veces iniciaban la ronda que en su esencia bosquejaban… Desde luego en la Tierra de Nunca Jamás la bondad no era un bien común como parecía ser en Goig…
Raimon volvió con el cesto medio lleno…

-He recogido lo justo para empezar. Si después tenemos más hambre ya iré a buscar más… ¿Sabes? A veces consideramos las cosas que la naturaleza nos da como regalos gratuitos y las tomamos sin medida, sin darles más valor que el que tiene lo que ya era tuyo. No debe ser así. Nunca debemos dejar de agradecer lo que se nos ofrece y siempre debemos tomar lo justo, ni más ni menos.

Estuvieron comiendo en silencio hasta que los dos terminaron…

-¿Te quedaste con hambre? – preguntó Raimon.
-Estoy bien, gracias, mil gracias, doscientas mil gracias,…

Teresa estaba muy conmovida y las lágrimas empezaron a brotar de sus cansados ojos… Raimon se dio cuenta de lo que pasaba…

-Debes estar agotada… ¿Cuánto hace que no duermes? ¿Quieres echarte una siestecita?
-No me digas ahora que los campesinos han dejado una hamaca colgada de los árboles para el viajero…-respondió mezclando risa y sollozo Teresa.
-Anda, ven aquí, debes descansar un rato… Están siendo demasiadas cosas…

Raimon se sentó en el suelo. Con la espalda pegada al grueso tronco de la higuera y las piernas abiertas invitó a Teresa a acomodarse con su cuerpo. Ella se sentó entre sus piernas y, apoyando su espalda en aquella almohada tan tierna y su cabeza en aquel pecho tan dadivoso, cerró los ojos. Mientras la goma de los sueños empezaba a borrar sus pensamientos notó como las manos de Raimon soltaban sus dedos para que pasearan y jugaran entre sus cabellos. Con esa maravillosa sensación acunó su cansancio y se quedó dormida…

La despertó una canción, una balada dulcemente depositada en su oído…

Somewhere, over the rainbow, way up high. There's a land that I heard of once in a lullaby. Somewhere, over the rainbow, skies are blue. And the dreams that you dare to dream really do come true.

Era Raimon. ¿Cómo sabía que esa canción…? No, no iba a preguntarlo…

-Has dormido bien, ¿sí? Ahora deberíamos partir. Se va haciendo tarde.

Levantaron el “campamento”, dejando todo tal cual lo habían encontrado, y partieron… Mientras seguían el camino Teresa y Raimon no pararon de hablar. Dieron curso a la necesidad de ir conociéndose y ambos fueron contando vivencias y detalles de su vida anterior, pedacitos de aquella historia que nos convierte en quienes somos.
Cuando empezaba ya a anochecer divisaron un poblado. Para llegar solo les quedaba cruzar un puentecito de madera que atravesaba el río que fluía pegado a las casas.

-Estamos llegando – dijo Raimon.
-Pues estamos muy cerca de la playa, ¿no?
-Tan cerca como diecinueve kilómetros y cinco horas de marcha.
-Vaya, pues, se me hizo corto…
- Las distancias parecen cortas cuando se camina en buena compañía…



3.2.2. Hogar dulce hogar: De cómo pueden bastar cuatro paredes bien colocadas para ubicar tu morada...

Hasta donde alcanzaba a ver el pueblo al que llegaban estaba rodeado de campos de flores y plantas: rosas, flores de alhelí, salvia, romero, albahaca, hierba luisa, petunias, orégano, lavanda, jazmines, tomillo, menta, melisa, madreselva, lilas, jacinto, gardenias, damas de noche, …¿y esa? ¿No era esa la flor de la vainilla? Teresa iba a preguntar, pero Raimon estaba ocupado: había entrado en un prado y allí arrancó una flor y la traía en la mano…
-Nunca hacemos esto, pero entendemos que en casi todo puede haber excepciones… Una flor de la vainilla lucirá deliciosa en esos cabellos de castaño juvenil – argumentó Raimon colocándole la flor en su pelo, justo por encima de una oreja, como si además de olerla pudiera escucharla…- Estás preciosa, ahora ya podemos ir para casa.
-¿Sabes? Me encanta el olor a vainilla…
-Sí, lo sabía… ¿Vienes?
-Sí, tanta flor, esa mezcla de olores… ¡Qué hermoso es todo!
-En Goig cuidamos mucho la entrada a las poblaciones, el acceso a cada hogar. Todo debe estar diseñado para una cálida y sentida bienvenida, y no existe viajero que regrese sin sus sentidos… ¡Vamos!

Cruzaron el puente y accedieron al pueblo. Las casas eran blancas, de una sola planta, la mayoría no muy grandes pero todas con amplios jardines que podían abrir más espacios… Los tejados inclinados, de color teja, guardaban todos una salida de humos. Grandes ventanales con compuertas de madera abierta guardaban en su falda colecciones muy diversas de macetas con plantas y flores… Le hubiera gustado dar un paseo, pero Raimon la agarró otra vez de la mano y la invitó a…

-Hemos llegado. ¿Entramos? Bienvenida a tu casa.

Entraron. Teresa delante y detrás Raimon, tapándole los ojos con las dos manos. Cuando la descubrió Teresa observó con atención lo poco que había para observar. Para ella, que ocupaba en Sevilla un piso de 120 m2 decorado palmo a palmo con esmero y vocación, el espacio era tan pequeño…y tan vacío de objetos y muebles… Pero no estaba ni mucho menos decepcionada. Ya nada de lo que encontrara en Goig podía desilusionarla.
Teresa comenzó a pasear despacio por la casa. Ante ella se presentaba una sala cuadrada, amplia y abierta. El suelo era de madera. Muy clara… ¿de haya? Quizás. Apoyada en una pared había una cama de matrimonio, con un colchón grueso vestido con sábanas de algodón de color crema y una frazada estampada con motivos florales preciosa. Tres o cuatro almohadas coronaban el lecho. A un lado una mesita de noche que sostenía una lamparita y un libro. En la pared, en esa pared, colgaba una colección de fotos de… su vida…

-¿Cómo habéis…? – Teresa miró a Raimon y este levantó los hombros y sonrió.

Siguió paseando. Enfrente de la cama, a cuatro pasos, una agrupación de sofás colocados en forma arqueada, como una sonrisa amplia, miraban a la pared de enfrente, donde un amplio ventanal ofrecía vistas al… al río. Parecían cómodos. Teresa se sentó en uno de ellos. Sí, lo eran, mucho. Luego se levantó y prosiguió con su excursión. Había dos paredes laterales. En la que quedaba a la izquierda de la puerta de entrada había un ventanal de salida. Estaba abierto y Teresa pudo ver que daba a un jardín. Más tarde iría a visitarlo.
En la otra pared había otro ventanal de salida, pero éste estaba cerrado. Teresa lo abrió y salió para afuera. Había accedido a un pequeño invernadero. Estaba vació, pero, ¡que idea más hermosa! Ya se ocuparía ella de llenarlo.
Volvió entrar a la casa. En una esquina, allá donde se cruzaban la pared de la cama y la del invernadero, había una habitación rectangular, no muy grande… Entró y comprobó que allí estaba el aseo: un inodoro, un bidet, un lavabo y, jo, una bañera esquinera grande y hermosa…
Ya quedaba poco… A ver, sí… Frente a la pared que daba al jardín había una mesa y una silla. Encima de la mesa un bloc y una bolígrafo.
Teresa se dio la vuelta y volvió a observar. Faltaba algo… Se giró mirando a Pablo y preguntó:

-¿No hay cocina?
-No, querida, durante estos días que compartirás con nosotros la gente de Goig nos ocuparemos de tu alimentación. Y de la mía, claro, pues estaré pegadito a ti. ¿Tienes más preguntas?

Teresa pensó en lo que acababa de escuchar y, mirando hacia la cama, la atacó una duda:

-Y… Tú… ¿dormirás conmigo?

Raimon se rió y, acariciándola en la cara con una mano, respondió:

- ¡Santa inocencia! ¡Claro que no! Yo dormiré en la casa vecina… - y señalando hacia la ventana del jardín añadió- ¿Ves? Aquella de allá. Es de unos amigos y me tendrán invitado unos días. ¿Más preguntas?

Teresa suspiró, no teniendo claro si por la alegría o por la decepción, y negó con la cabeza.

-Bien, pues ahora siéntate conmigo en el sofá y te contaré en qué consiste para los habitantes de Goig formar un hogar.
Lo más importante para tu hogar debe ser tu presencia: tú, pues si no estás tú, si no te sientes ubicada en él, si no te sientes bien y tienes ganas de marchar… ¿Qué clase de hogar has construido?
Luego está tu historia, tus recuerdos, algo que no puedes borrar, que forma parte de ti y te guste o no estará presente allí donde vayas. En esta casa lo hemos simbolizado con todas esas fotos que trajiste…

-¿Qué yo traje? Pero si…
- ¡Es broma! Las trajo… Ji, ji, ji… ¿Qué más da?

Seguimos. No te fijes para nada en el orden que sigo en mis explicaciones como algo trascendente. Todo lo que voy narrando es importante,
La cama debe ser cómoda y amplia. El descanso es importantísimo tanto para tu salud física como mental. Aquí te hago un inciso: no has salido al jardín aún. Cuando salgas verás que hay una bicicleta. Con ella queremos decirte: cuida tu cuerpo, haz ejercicio, es vital para tu salud integral. ¿Vale? Bien. ¿Por qué una cama amplia? ¿Por si te engordas? Noooo… Eres una mujer sana y adulta y si quieres o lo necesitas debes poder compartir el lecho, el sueño y tu sensibilidad con quien consideres… Aquí en Goig no nos gusta usar ese término tan degradado que en Nunca Jamás reina por doquier: “sexo”. Por nuestra forma de ser, de querer y de amar cuando una pareja decide fusionar sus cuerpos no sólo llueve deseo y sudor, su conexión se empapa de ternura, de sensibilidad, de juego, de sentimientos encontrados, de amor… Aquí nos gusta decir que es como una partida donde los sentidos son las fichas, el tablero es el corazón y el alma la jugadora.

“Uf”, Teresa suspiró otra vez. Llevaba tanto sin poder jugar… Y tal como lo contaba Raimon, sonaba tan bello… Pero, “uf”, Raimon la estaba mirando… Se reía otra vez… Teresa se sonrojó de nuevo y con la mirada invitó a su amigo a seguir…

-“Uf”, ¿verdad? No te preocupes. Los hombres también sentimos. En tu tierra quizás no todos. Aquí, en Goig, no hay exclusión ni distinción de género en la forma de entender el amor.
Pasamos a otro tema. “Corramos un tupido velo”, vaya tonto el que inventó esa frase…
La ventana al jardín, al exterior. Un hogar que no quiere o no sabe conectar con el entorno no puede ser tal. No sólo el entorno social, también el natural. Si quieres realmente fundar un hogar armónico debes cuidar tu equilibrio… y éste se sustenta entre otras cosas de la calidad de tu interrelación con la naturaleza y de cómo cuides a tu entorno social emocionalmente más próximo y de cómo te cuide él a ti. ¿Comprendes?
Teresa asintió con la cabeza. ¿Cómo no iba a entenderlo si esa, la relación con los demás, había sido la gran cruz de su vida?
La media luna de sofás va en la misma línea. Nadie está completo si se siente cojo en las relaciones con la gente que quiere. Sobre este tema, que sé que te preocupa, ya hablaremos, ¿sí? Lo que quiero que entiendas es que nadie puede formar un verdadero hogar si lo encierra con barrotes. En el hogar de cada uno debe haber un lugar cómodo para los invitados de nuestro corazón.
Otra cosa esencial es el invernadero. Un lugar donde uno pueda resguardar su intimidad, donde uno pueda convivir con su soledad. Sí, la soledad, el poder mantener un espacio y un tiempo para acompañarnos a nosotros mismos, para cultivar nuestro Yo interior, para dar vuelo a los sueños secretos, para mimarnos, para preocuparnos, para llorar lo perdido y reír lo ganado, para… Tantas cosas… Tendrás tu invernadero, pues, y sé que ardes en deseos de cuidarlo, de cuidarte… ¿o no?
Teresa volvía a estar emocionada. Asintió con la cabeza pero en sus ojos no podía dejar de mostrar su miedo al pasado, su tristeza por descubrir tan tarde lo que tanto tiempo le faltó…

-Nunca es tarde, vida

Raimon ladeo su cuerpo y ofreció sus brazos, abiertos cual cofre listo para esconder las penas. Teresa se abrazó a él y apoyo su cara en su pecho. Oía sus latidos, calmos, sentía su olor, sereno, a hogar, pero sentía sobretodo su paz. Y no pudo evitarlo: un llanto fértil y caudaloso surgió de muy adentro y desnudó por completo ese intenso dolor que tanto tiempo llevaba enterrado. Raimon no dudó en abrazarla muy fuerte y, tras besarla varias veces en la frente, con sus brazos la balanceó como si la estuviera acunando.

-Todo va a ir más que bien. Eres muy valiente. Me tienes asombrado. Va a ser un nacimiento precioso.

Estuvieron mucho tiempo en silencio, abrazados al tierno calor del cariño. Cuando Teresa se separó miró fijamente a Raimon: él tanbien tenía los ojos llorosos, húmedos de esa afable empatía que estaba demostrando llevaba soldada al alma. Entonces fue Teresa la que, cogiendo su cara con ambas manos, le besó en la frente y luego le susurró al oído:

-Gracias, por existir, por estar aquí, por querer guiarme y… por sostenerme…
-Gracias a ti, por llegar a Goig, por llegar a mí.
-¿Te quedaba algo por explicarme? Del hogar dulce hogar…
-Sí, un par de cosas y terminamos. Luego nos dará un tiempo para pasear por la ladera del río antes de cenar.
-¿Dónde cenaremos?
-Aquí al lado, en casa de mis amigos. Nos esperan. Son una gente encantadora, muy joven aún. Se conocieron aquí, hace 5 o 6 años, y decidieron formar una familia y quedarse a vivir en Goig. Tienen un niño de 3 añitos y una bebita de meses. Te gustará, ya verás…
-Acabas de contarme, pues?
-Sí, claro…

Raimon le habló de la mesa y la silla, del bloc y el bolígrafo. Le contó cuan importante consideraban en Goig el hecho de encontrar sino cada día a menudo el tiempo necesario para ordenar las ideas, para reflexionar no solo sobre los hechos o problemas cotidianos sino que también sobre los pasados y los futuros. Mucha gente en Goig llevaba a cabo esa labor escribiendo un diario.
Luego comentó el porque en todas las casas se daba mucha importancia a la higiene, centrando su templo en esas espléndidas bañeras… “Ya no por el hecho de mantener tu cuerpo limpio, también porque aquí entendemos que un baño con sales y esencias implica un relax difícil de igualar”.

-¡Y ya está! Bueno, quedan muchos flecos pero ya iremos tratándolos en los próximos días… ¿Te vienes a pasear?
-Claro que sí, vamos.




3.2.3. En la Plaza del Parlamento: De cómo un pueblo que sirve fielmente a su nación ve recompensada su unión...

A la mañana siguiente el piar de unos pájaros en la ventana despertó a Teresa. Al abrir los ojos pasó revista a todo lo que la rodeaba… No, no había sido un sueño.
En la mesita de noche alguien había dejado una bandeja: tostadas, mantequilla, potitos de mermeladas de diferentes frutas, una tazón grande con café con leche y…una flor. “Vainilla, claro”, pensó. “Qué encanto. Raimon, claro”, concluyó.
Después de desayunar se dio cuenta de que durante la noche habían dejado un armario. Vaya noche, ni se enteró. Había dormido cómo hacía muchos años no recordaba. Abrió el armario y vio que estaba lleno de ropa de mujer. En la parte superior vestidos, faldas, blusas, camisetas,… Abajo dos cajones con… ropa interior. ¿Cómo sabían sus medidas? Uf, mejor no preguntar, ja, ja, ja…
Antes de vestirse fue al aseo. Se lavó la cara y los dientes, se cepilló el cabello,… No iba a ducharse, la noche anterior, antes de irse a la cama, estrenó aquella bañera tan deliciosa.
La noche anterior… El paseo por los sonidos ribereños, la apetitosa cena en casa de Rodolfo y Adriana… ¡Qué buena gente! Y luego Raimon, acompañándola hasta la puerta… Uy, como deseó besarlo… Cómo deseó invitarlo a entrar… Pero no, estaba agotada y seguramente aun no estaba preparada. Si nunca llegaba a hacer el amor con él quería darlo todo, anhelaba poderse mostrar totalmente desnuda, en cuerpo y alma. Antes debía acabar de comprender… Entender el pasado, aprender a perdonarlo, asentar el presente y, que bien sonaba, pincelar el futuro en sus sueños. ¡Quería Nacer!
¿Qué debía ponerse? ¿Qué quería ponerse? Volvió a abrir el armario y estuvo viendo, tocando… ¡Ese vestido verde! ¡Qué estampado tan hermoso! Parece un campo de flores…
Justo cuando ya estaba lista llamaron a la puerta. ¿Cómo…? Va… Teresa abrió y se encontró con Raimon. ¡Qué guapo estaba! Al menos a ella se parecía… Y es que en el sentimiento de la belleza también suele mandar el corazón…
Raimon llevaba un pantalón de lino de color crudo y una camiseta estampada… ¡igual que su vestido! ¿Cómo…? Ya basta, no iba a pasarse el día interrogando la ilógica de lo fascinante…

- Buenos días, hermosa pradera. ¿Has descansado bien?
- Divinamente, ¿no me ves la cara? ¿Y tú? Gracias por el desayuno…
- ¿Yo? He dormido como un angelito en nubes de algodón. ¿Te apetece una primera visita? Hoy no nos moveremos del pueblo…
- Me apetece mucho. ¿Dónde vamos?
- A la Plaza del Parlamento.
- Vamos, pues…

Salieron a la calle y empezaron a pasear. Por el camino iban cruzándose con gente que los saludaba, sin excepción: con una ancha sonrisa, con una mirada alegre, con una palabra afable… Niños, jóvenes, adultos y ancianos…, nadie pasaba de largo haciéndote sentir invisible. Qué sensación tan diferente de la que te hacían vivir en las calles del mundo de donde venía.
Todo el mundo vestía de colores: algunos mezclados en estampados sugerentes, otros brillando por sí mismos. Enmarcados por paredes blancas, pisando un asfalto de tierras vírgenes engomadas en puntos diversos por céspedes silvestres, e iluminados por un sol que, a media escalera, seguía subiendo hacia su trono, el paseo matinal de los goigeños lucía como una pintura impresionista de excelsa belleza.

-¿Cómo se llama este pueblo? – preguntó Teresa.
- Gaudi.
- ¿Y conoces a todo el mundo? Todos nos saludan…
.- La verdad es que no. Nos saludan porqué siempre es un placer cruzar tu camino con alguien. A muchos sí, pero ¿a todos? No. Yo vivo en otro pueblo, más cerca de las montañas. Allí sí que los conozco a todos…
-Y, el nombre del pueblo, ¿es por el arquitecto?
-¿Qué dices? No. Aquí en Goig no existe pueblo, lugar o calle que lleve el nombre de alguien. Partimos de la base de que todos y todas somos muy importantes, importantísimos… Si hubiera que poner el nombre de todas las personas a… Uf… Mira, ya se me contagió tu expresión… Uf…
Gaudi no lleva acento en la “i”. La Fundadora de Goig fue una mujer catalana: Clara Albesa. En honor a ella tenemos muchos nombres en su lengua… Goig significa “goce”, Gaudi equivale a “disfrute”, el río Plaer, que es la equivalencia de “placer”, “Cor” implica corazón, etc.
Mira, ya llegamos. Bienvenida a la Plaza del Parlamento.

Teresa observó el lugar que ante ella se abría… Era una plaza grande y redonda rodeada de casitas blancas y… Vaya, como todas las que había visto en Gaudi… Y…

-¿Y el Parlamento? ¿Dónde está el Parlamento?
-¿No lo ves? Esto es el Parlamento – respondió Raimon y, ante la mirada incrédula de Teresa, añadió – la plaza es el Parlamento.
-¿La plaza?
- Sí, te explico. En Goig no existe un Centro Gubernamental, una capital de la Nación. Todas las personas son igual de importantes luego todas las agrupaciones, los pueblos, lo son también.
Así las cosas no deja de ser necesario un punto de reunión, un lugar donde tomar decisiones cuando hay que tomarlas. Y ese lugar son las plazas del Parlamento. En todas las poblaciones las hay. Esas plazas sirven para reuniones locales y, cuando a un pueblo le toca ser el Centro de Pactos, en su plaza de desarrollan las asambleas nacionales.

-Pero, –intervino Teresa- en esta plaza caben muchas personas…, muchísimas.
-Y es que son muchísimas las personas que tienen derecho a decidir, todas. Todos los habitantes de Goig tienen el mismo derecho.
- Y así ¿os podéis reunir aquí miles de personas y hablar tan tranquilamente?
- Sí, espera. Quédate aquí un momento…

Raimon comenzó a andar y, cruzando la plaza, se situó justo en la parte más lejana. Una vez allí…

Me escuchas perfectamente, ¿verdad? Estoy hablando normal, como si te tuviera al lado. No me preguntes porqué, ni como, pero el urbanista que diseñó las plazas del Parlamento de todas las poblaciones consiguió una acústica ideal para la gente como nosotros, gente, no lo olvides, que no nos gusta gritar. Espera, ya vuelvo…

Mientras Raimon regresaba Teresa se fijó en la forma de la plaza… Estaba claro, pero debía preguntar. Así, cuando lo tuvo al lado…

-Y la plaza es redonda por…
- Lo sabes, ¿verdad? La lógica de los Caballeros de la Mesa Redonda: no hay lugares privilegiados.
-Y, ¿cómo se decide qué pueblo es el Centro de…?
- De pactos…, por sorteo. Y cuando un pueblo lo ha sido sale de la lista a sortear hasta que todos los demás hayan tenido su oportunidad.
- En la exposición de la llegada Aina dijo que teníais la Constitución más antigua… Dijo también que tenía un solo artículo…¿Dónde la guardáis?
- En cada pueblo hay una copia. ¿Qué donde la guardamos? En casa de un vecino. Como es de todos…
- ¿Te estás riendo de mí?
- No, para nada. Mira, ven… -y Raimon cogió de la mano a Teresa y la llevo hasta un poste donde colgaba una lista – Ahora mismo la Constitución está en casa de Nuri Mamá Feliz… No te rías… Ya veremos que apellidos te ganas tú…
Si un vecino de Gaudi necesita la Constitución para lo que sea irá a buscarla a casa de Nuri, luego vendrá aquí a apuntar su nombre y luego se la llevará a su casa.

Se hizo un corto silencio. Parecía todo tan sencillo y, a la vez, era tan increíble…

- Pero, ¿no resulta un lío? Tanta gente, ¿no quieren hablar todos?- preguntó Teresa.
- Tienes que mentalizarte dónde estás y como es la tipología de la gente de este lugar. En esas reuniones habla únicamente quien cree que está capacitado para dar una opinión, un consejo, una alternativa, …algo que sea realmente importante. Nunca hubo problemas ni se alargó una asamblea más de la cuenta. Cuando un tema se ha cerrado se vota, si hace falta, o no, si se constata unanimidad.
-¿Y cómo se vota?
- Generalmente no suele ser necesario pero si lo es entonces se pide a la gente se coloque a un lado u otro de la plaza, según sea su opción. Si se ve entonces una clara inclinación se decide, pero si se intuye que hay dos grupos muy igualados, entonces se vuelve a plantear el tema de otra forma, pues aquí creemos que tomar decisiones que dividen en demasía a la población no es políticamente correcto.
- Una creencia muy acertada. Oye, ahora que me acuerdo, te quería preguntar: ¿Cómo es que enviáis a la Presidenta Honorífica del Gobierno a recoger a los recién llegados?

Raimon se rió con ganas…

-¡Caíste! ¡Todos caéis! Sí, Aina es la Presidenta Honorífica…, y yo el Presidente Honorífico… Todos los goigeños mayores de 18 años lo somos… Es una forma de conseguir que todos y todas estemos y nos sintamos más implicados en el Gobierno de la Nación… Perdona la risa… Tu pregunta era muy lógica. ¿Hay más cuestiones?
- Ya no sé si atreverme – respondió Teresa.

Ahora se rieron los dos.

-Entonces, no hay ministerios, ni gobernadores, ni… ¿Nada?
-Tanto como nada no… Hay comisiones estatales y locales que se especializan en diferentes campos: educación, sanidad, agricultura, pesca, cultura, sanidad… Están formadas por la gente que más entiende… Aquí, eso de que dirija la Sanidad un abogado y la Educación una farmacéutica, por decir algo, nos parecería un mal chiste. Esas Comisiones se reúnen cuando hace falta y si lo consideran oportuno convocan a las asambleas nacional o local, o sea las que se hacen aquí, con todos…
Hay algo que debes entender: una Nación en la que todos sus ciudadanos se sienten integrados, importantes, útiles y sobretodo involucrados acaba funcionando bien casi por inercia… Y aquí llevamos muchos años con este sistema. Por ponerte un ejemplo: yo formo parte como experto de las comisiones nacional y local de Educación… Hace dos años que no nos reunimos. No hizo falta… ¿Comprendes?
- Sí, claro, es tan elemental…- Y teresa se quedó pensando un instante, para seguir…- Oye, paseando por el pueblo no he visto policía…No la hay, ¿verdad? ¿Y leyes? Un Código Civil, un Código Penal,… ¿Algo?
- Ese algo que preguntas tú sabes donde está, ¿verdad? En tu actuar, en tu vida, ¿has necesitado nunca alguna ley escrita, algún código que te diga dentro de qué límites debes moverte?
- Ese algo está en mi conciencia, en la vuestra, ¿no?
- Aprendes a leer muy rápido. Escúchame, ¿Te ha sido fácil llegar hasta aquí? Y una vez aquí, ¿Tenías claro que ibas a encontrar un Guía? Y, ahora que lo tienes, piensas que ya te has ganado tu ciudadanía?
- ¿Fácil llegar? Uf, necesité toda una vida…
- Tú y la mayoría de los que llegan. Y no todos consiguen su Guía. Y de los que lo consiguen, no todos logran quedarse. ¿Vas entendiendo?
- Hay muchos filtros…
-Sí, para los que vienen de fuera. Luego están los que nacen aquí. Ellos ya no necesitan ser filtrados pues crecen con ese saber y con una conciencia sana.
- Aquí no necesitáis que nadie os muestre un libro donde ponga que no has de robar, matar, faltar al respeto… Y, evidentemente, la policía aquí sobraría, se aburriría…

Un nuevo silencio aparcó el diálogo en la era de la reflexión. Para Teresa estaba todo muy claro… El Sistema de Gobierno de Goig era… ¡glorioso! Pero en otras partes resultaría imposible… Sin esos filtros, los lobos… Entonces se acordó de Pablo…

-Raimon, ¿por qué volvió Pablo a Nunca Jamás?
-Pablo tiene familia, hijos, nietos… Si vida está allí. Aquí puede volver siempre que quiera, de visita, pero allí está su mundo, junto a los suyos. Pero, ¿sabes?, su alma es ya goigeña y en Nunca Jamás realiza una labor muy provechosa para Goig. Para nosotros es como…
- Un Profeta, ¿verdad?
- Sí, y para mí, además, un gran amigo…




3.2.4. De la casualidad a la causalidad: De cómo puede existir una sincronización que conduzca dos vidas a encontrarse...

Teresa miró fijamente a Raimon y se quedó pensando. Quería preguntarle algo… Aún sin entender porqué para ella resultaba importante saberlo…

-Y tú, ¿Te quedarás para siempre aquí?
-No, querida, sólo estoy de paso. También tengo hijos, ¿sabes? Y los necesito… Y me necesitan…
-¿Y entonces? ¿Por qué no has vuelto?
- Uy, esa respuesta debe ser larga. ¿Terminamos ya la visita a la Plaza del Parlamento? ¿Tienes más preguntas?
-No, de momento, no.
-Ya habrá tiempo. Si quieres nos sentamos en un banco. ¿Quieres tomar algo? ¿Agua? ¿Un zumito?
- Hombre, sí… Pero no veo ningún bar…
- ¿Para qué queremos bares?

Raimon se acercó a una casa que tenía la puerta entreabierta y llamó, golpeando la madera con los nudillos… Al cabo de poco abrió una chica…

- Hola, ¿querías algo?
- Pues sí, si no estás muy ocupada y no te representa mucha molestia, ¿nos podrías ofrecer un par de vasos de zumo de… de lo que sea?
- Pues claro que sí. Será un placer.

Cuando Raimon llegó con los zumos Teresa estaba muy sorprendida…

- ¡Vaya cara que tienes! ¡Pobre chica!
- ¿Por qué? Esa es otra costumbre de Goig: la hospitalidad. Si la puerta hubiera estado cerrada no hubiera llamado, pues indicaría o que no había nadie en casa o que necesitaban intimidad… Una costumbre que sorprende al principio, sí, pero es linda, ¿no crees?
-Desde luego.
- Oye, te responderé muy escuetamente a tu pregunta y más tarde o en otro momento, si te interesa, seguiremos hablando del tema, ¿sí? Se está haciendo tarde y nos esperan a comer en casa de Miquel Àngel y Mónica… Luego a la tarde: visita al Templo…
- ¡Que bien! Me apetece muchísimo… A ver, cuenta…
- Me preguntaste porqué seguía aquí. Resulta muy sencillo pero a la vez complicado de explicar. Si estuviera aquí mi amiga Claudia…
- ¿Tu amiga Claudia?
-Sí, es escritora y además una apasionada de la filosofía y… imagina, de la física cuántica… Bien, pues ella me relató una vez lo que yo, un escéptico declarado, estaba comenzando a entrever. Sí tu miras para atrás e intentas esquematizar tu vida te dará cuenta de que parece más un guión lógico que una suma de vivencias desconectadas. Podrías incluso poner marcas, señales, y te darías cuenta que las cosas han ido sucediendo más por causalidad que por casualidad. Si llegaste allí fue porque antes pasaste por aquí y después te encontraste a, y luego hiciste… ¿Me vas entendiendo? Las cosas que ocurren y las que tú provocas causan lo que va ocurriendo…
- Sí.
- Pero ese libreto de tu vida forma parte de algo muy grande. Te podría decir el Universo, pero igual te asustarías. Tu trama no empezó a dibujarse cuando naciste. Para que nacieras debieron darse otros guiones, ¿verdad? Y tu esquema, tu guión, con todas sus señales, no podría, no puede aislarse del todo en el cual se produce. Tu guión convive con infinitos guiones, pues no sólo hablamos de personas, hablamos de todo… El libreto de un árbol puede cruzarse con el tuyo e inducir a la trama de una manzana para que te caiga a la cabeza y descubras la Ley de la Gravedad… ¿Te aburro?
- Que va, resulta muy interesante…
- Bien. Claudia me escribió una vez y me contó una teoría muy romántica que al principio no entendí pero que luego pude comprobar: me hablaba de la sincronización entre vidas, de conexiones establecidas desde hace mucho, incluso, quizás, desde siempre. Dos relojes se pueden sincronizar, ¿por qué no dos vidas? ¿dos guiones? ¿o diez? ¿o millones? Para que me entiendas: el guión de tu vida va señalando y se dirige hacia múltiples vivencias, hacia múltiples encuentros. El de otra persona que vive a 20.000 kilómetros hace lo mismo. Sí un día os encontráis, os conocéis, os hacéis amigos o incluso os enamoráis no será por casualidad, será por causalidad. Vuestros guiones estaban sincronizados para llevaros hasta ese ENCUENTRO. ¿Esa sincronización puede hacer pensar que vuestras vidas estaban conectadas desde que nacisteis? ¿Incluso desde antes? Si a esa sincronización la llamamos destino entonces podremos decir que estabais predestinados. ¿Lo ves así?
- Clarísimo. Y, oye, ¿dices que vive a 20.000 kilómetros? ¿Es guapo?

Los dos se rieron con ganas. Raimon, entonces, le guiñó el ojo a Teresa. Ella le respondió cerrando los ojos y lanzándole un beso y soltó…

- Pero, ¿no te hubiera sido más fácil decirme que siguen en Goig porqué te da la real gana?
- ¿Qué pícara eres? ¡Me encanta! ¡Me encantas! ¡Vale! Ya acabo… Cuando aprendes a conocerte, cuando aprendes a escucharte y comienzas a pretender diseñar tú mismo tu vida vas descubriendo cosas que nunca antes habías percibido, entre ellas muchas de esas señales, de esas consignas que te invitan o te aconsejan frenar. Me costó mucho comprenderlo. En esos temas soy muy cabeza cuadrada. Pero un día Pablo… ¿Te das cuenta? Precisamente el suyo es un guión conectado a la vez al tuyo y al mío… Pues Pablo me dijo: “ Esas señales existen y te están indicando cosas. No pretendas comprenderlas pero acógelas en tu conocimiento y luego déjate guiar por tu intuición, pues con ellas en su equipaje será mucho más sabia”

Entonces Raimon se calló. Parecía dubitativo, como si no quisiera seguir, como si tratara de guardar la información que seguía…
Teresa se dio cuenta y no tardó en interrogarle:

- ¿Y? ¿Qué te indicaron esas señales?
- Que mi tiempo en Goig no ha terminado. Que aun siendo un hombre muy completo me faltaba algo que para mi forma de ser y de amar la vida era imprescindible. Que en algún lugar existía un guión predestinado a completar el mío y a completarse con el mío. Que… ¿Por qué sonríes?
- ¿Pues porqué me parece que sé hace rato dónde quieres ir a parar? ¿Por qué te cuesta tanto ir al grano en ese tema?
- Simplemente porqué intuyó que aun no llegó el momento de ser más explicito…
-Y, ¿Cuándo llegará ese momento?
- Él no llegará… Nosotros llegaremos a él…




3.2.5. Visita al Templo de los Mil Espejos:

De cómo vivir puede ser una historia interminable...


Teresa y Raimon comieron en casa de Miquel Àngel y Mónica. Una ensalada deliciosa, con pasas y nueces, queso de cabra y salsa vinagreta, de primero, y mero rebozado con patata hervida de acompañamiento, de segundo. De postre Teresa quiso probar la cuajada: ¡deliciosa!
Durante la comida Teresa preguntó si en Goig eran vegetarianos, si no probaban la carne. Le explicaron que si no la comían no era por no querer, era porqué no había. Los granjeros que criaban animales lo hacían para aprovechar lo que en vida les podían dar: leche, huevos, lana… Ellos se negaban a matar para comer, y cómo nunca llegó a Goig nadie que quisiera ser carnicero, pues no comían carne…
Los anfitriones eran una pareja ya cuarentona muy entretenida y acogedora. Tenían tres hijas, pero no las conocieron pues se quedaban a comer en la Llar de Vida. Después de comer hicieron el café en el jardín y, echados sin complejos en la hierba, estuvieron bromeando sobre las mil y una falacias y enredos que en Nunca Jamás se daban.
Ya eran casi las cinco cuando Raimon miró a Teresa y la invitó a marchar…

- El Templo abre de cinco a siete. Deberíamos irnos.

Tras despedirse de sus amigos partieron para la siguiente visita.
El Templo de Gaudi estaba en las afueras del pueblo, tocando al río. Era un edificio de una sola planta, aunque con una altura de piso considerable, de forma ovalada y, cómo no, blanco…
Entraron tras traspasar un gran portal de madera tallada que se abría en uno de los extremos del óvalo. Una habitación muy grande les aguardaba. En las paredes grandes estanterías llenas de libros. En el centro largos bancos donde la gente se había sentado para leer… ¿Para leer? El ambiente que se respiraba era… ¿cultural? Teresa no lo vió claro…

-Y eso es… ¿La biblioteca?
- No, cariño, esto es el cementerio de Gaudi.
-Pero…
-Ya sé. Ven, siéntate en el banco y yo te traeré un par de libros para que entiendas…

Teresa se sentó. Mas que extrañada se sentía…extraña. Empezaba a percibir que iba a tener una tarde emocionalmente movida.
Pablo llegó con los tomos, pues más que libros parecían enciclopedias, y se sentó a su lado, muy pegadito. Sin mostrarle aun nada empezó a hablar:

- En Goig respetamos todas las religiones, todas. Tú puedes ser ateo, católico, protestante, musulmán, budista… De la misma manera no hay una idea preestablecida sobre lo que puede haber más allá de la vida: cada cual es libre de tener al respecto las creencias que quiera, o necesite…
Hay un precepto que sí compartimos todos: la vida que nos toca vivir aquí no puede ser tomada como un simple paso. Aunque sea una partícula, una minúscula célula en la inmensidad del océano del tiempo, cada vida tiene un valor trascendente y, por supuesto, muy valioso. Nuestro caminar por la vida no sólo deja huellas allá donde habitamos o viajamos. Si sabemos caminar descalzos por las incontables sendas que el amor ofrece sabremos dejar tantos surcos que nada ni nadie podrá ya seguir navegando sin tenernos presentes. Imperecederos, eternos, perpetuos, perennes… Una vida bien labrada, cultivada y regada nos planta con raíces muy profundas en la tierra, en las cosas y en las personas que tuvieron la suerte de disfrutarnos. Nos clavamos en el recuerdo, en la forma de ser, de reír, de llorar, de pensar, de amar, de cantar, de soñar de tantas personas. Y nos perpetuamos, si supimos vivir cerca de ella, en la naturaleza: en el río que bañó nuestros pies, en el mar que inundó nuestros juegos, en la hierba que no pisamos y en la que sí, en la flor que respetamos y en la que nos impregnó de su olor, en la brisa que rozó nuestra piel para robar nuestra fragancia, en… tantas cosas.
Vivir puede ser la más gran aventura, una historia interminable, un precioso cuento sin final. Pensar que una vida termina con la muerte es primitivo y totalmente injusto. No desaparece el sol cuando se hace de noche, no murieron las estrellas que estallaron hace millones de años, no deja de existir el viento cuando las hojas están quietas, no perece el río cuando la mar lo acoge…
Cuando un corazón deja de latir el amor que contiene vuela agradecido al hogar de sus receptores, la sangre reposa quieta y recuerda uno a uno cada gesto, movimiento, baile… El cerebro descansa su pensamiento y lo eleva hasta el último sueño. Los ojos apagan su brillo pero no quieren ni podrán borrar esa mirada que supieron regalar. La boca guarda sus palabras, las que ya no dirá, pero consciente de que lo más importante y esencial ya fue dicho, y prevalecerá para siempre… Los labios se cierran, sí, pero en su interior guardaran la presencia de tantos besos…Las manos, Dios, ¿cuantas remembranzas pueden acoger unas manos que han sabido amar? ¿Cuántos pasos se llevarán consigo los pies? ¿Habrá una sola célula que marche vacía? ¿La piel? La piel dormirá arropada en el recuerdo de la última caricia…

Raimon se dio cuenta que Teresa estaba conmovida…

- ¿Te he entristecido?
- Al contrario… Es tan hermoso lo que cuentas…
- Entonces, continuo…

El sentido de una vida no viene medido por su largura… El valor del vivir se mesura en la intensidad y no en el tiempo. En la infancia acumulamos unos tesoros de incalculable valía. A partir de allí podemos aprovecharlos para asentar una vida rica y provechosa en lo esencial o enterrarlos y elegir luchar para obtener una vida rica en lo superfluo e inútil. Aquellos que optamos por lo primero nos convertimos en una estrella más en el Universo de la Humanidad… Los que optan por lo segundo terminan siendo un agujero negro.
Hay más vida en un beso que en un millón de euros, hay más vida en un te quiero que en dos mil noches de sexo impersonal… Ser millonario en el banco monetario te puede dar caprichos y regalar lujos. Ser millonario en amor, ilusión, bondad, esperanzas, …, te puede dar la gloria, te puede regalar la eternidad…
Un cuerpo no muere. Si ha sabido conectar vida, pensamiento, obra, corazón y alma se traslada a otra dimensión. Comienza un viaje diferente, pero lo hace cargado, muy cargado de presentes… Para despedirse, para agradecer lo recibido y a la vez dejar su estampa, nos deja su amor y su alma. Y no es poco. Para aquellos que debamos despedirlo eso es un tesoro que da sentido a la vida, tanto a la que viaja como a la que permanece. En homenaje a ese tesoro inconmensurable en el cementerio guardamos estos Libros de Vida.

Y entonces Raimon abrió uno de los tomos, el que parecía más antiguo…

- Mira, este es de una mujer que murió hace 150 años. Entonces no existían fotografías, pero engancharon ilustraciones y textos sacados de sus diarios. ¿Te gusta?
- Es precioso.
- Y este otro es reciente… ¿Ves? Fotos, textos y, fíjate, huele, pusieron hasta su perfume…
- Es maravilloso. Y… Ahora me sabe mal preguntar…
- ¿Y el cuerpo? En Goig lo despedimos en la Cala de l’Hora del Adéus, que significa Hora de los Adioses. El cuerpo es incinerado en la arena, mientras los presentes cantan las canciones más queridas por el viajero. Luego la familia y los amigos más próximos parten en un barco para, ya sabes, lanzar las cenizas en alta mar.
Aquí creemos así que, cada vez que vuelve la brisa de sus viajes marineros, puede traer una fibra, una brizna de algún ser querido.




De cómo los goigeños muestran a Dios en la ternura...

Se quedaron un buen rato sentados, en silencio, mientras juntos iban hojeando aquellos tributos a los difuntos tan extraordinarios. Al final Raimon tuvo que…

- Teresa, deberíamos entrar ya…
- ¿Eh? Sí… claro.
- Estás asustada, ¿verdad?
- No… Bueno, sí, un poco…
- Todo irá bien, ya verás… Vamos.

Se dirigieron a la puerta de entrada del templo. Allí había unos estantes llenos de zapatos. Raimon indicó…

-Tenemos que…
- Me lo imaginaba…

Ambos se descalzaron. Luego Raimon se dirigió al otro lateral de la puerta y recogió dos estoras…

- Es por la humedad. Las vamos a necesitar…
- ¿Por la humedad?

Raimon no respondió. Aferrando a Teresa le pasó el brazo por detrás y con la mano apretando el hombro más lejano la acercó para llevarla hasta dentro.
El suelo era de tierra. Un césped muy cuidado llenaba los espacios y planteles de flores diversas decoraban aquí y allá un jardín realmente agraciado y a la vez curioso. El techo del Templo era abovedo y cubierto enteramente de cristales. “La luz”, pensó Teresa. Las paredes laterales estaban agujereadas por grandes ventanales abiertos. “El aire”, claro. Por dondequiera había espejos redondos sujetados al suelo con pedestales que permitían regular su altura. La gente estaba repartida por la sala y, sentada en las estoras con las piernas cruzadas al estilo indio, se encontraba con su reflejo. En algunos puntos se habían congregado reducidos grupos envolviendo a alguien que quizás había sentido frío en el alma… “El amor”, ese último ingrediente…
Raimon soltó el hombro de Teresa y, apartándose y situándose enfrente suyo, la tomó de las manos…

- Entiendes como funciona todo, ¿verdad?
- Aina lo explicó en su exposición… Sí, lo comprendo.
- Toma tu estora, pues. Aquí está tu espejo. Buen viaje…

Raimon depositó un beso en su mejilla y se alejó. Teresa suspiró largamente y, elevando su mirada al cielo, colocó la estora y se arrodilló en ella.
Una fracción de minuto cruzó sus pensamientos antes de decidirse a explorar, a descubrirse. Estaba preparada… Sí, lo estaba…
Ojos contra retinas, retinas versus mirada interna. Al coincidir en el espejo consigo misma a través de la vista Teresa sintió una sensación muy extraña. Era como si todos sus sentidos quisieran encontrarse también en el cristal: el oído deseaba escuchar el eco de lo antedicho, su olfato intentaba grabar aquellos aromas que nunca se olvidan, el gusto se concentraba en la recuperación de besos perdidos y su piel buscaba el contacto, la caricia que da y recibe, el abrazo que se dirige a su origen…
De pronto sintió como si sus percepciones entraran en un túnel… Uy, se asustó… Se estaba produciendo una sensación parecida a la entrada de un vagón de feria a toda velocidad en un conducto oscuro… Caída libre… Era como si su alma se estuviera separando del cuerpo… Más que eso, era como si su alma quisiera cortar con su cuerpo, como si en medio de un viaje astral se cortara el cordón de plata, como si su ente psíquico fuera a despedirse del físico…
El miedo la llevó de vuelta… No pudo… Entonces reventó: intensos sollozos abrieron el grifo de su angustia y la catarata de las frustraciones saltó al exterior… Y el espejo, su espejo, se rompió…
Acudieron a ella… No se fijó en cuantos eran… Simplemente, uno a uno, recibió sus abrazos y en esa recepción fue destilando el consuelo, al tiempo que iba descubriendo hacia dónde debía dirigirla su necesidad.
Estaban todos y todas sentados. Habían formado un círculo y la rodeaban. Raimon estaba entre ellos. Teresa le miró y quiso…

- No te importa, ¿verdad?

Raimon la miró tiernamente y negó con la cabeza. Entonces Teresa se giró y, dirigiéndose a Ella, suplicó:

-¿Puedes quedarte un rato conmigo? Te necesito…
- Claro que sí, hija mía. Ven conmigo…

Era una señora mayor, aún sin dar la impresión de ancianidad. Era bajita y su femenino y curvado cuerpo ensalzaba unas mejillas coloradas, pintadas de simpatía. Su cabello blanco grisáceo huía del negro a través de unos ojos azul cielo que parecían llevar la paz en un vuelo ternura y comprensión.
Mientras caminaba Teresa quiso saber…

- ¿Cómo te llamas?
- Mariona
- Yo… soy… Teresa…
- Lo sé, cariño. Espera, enseguida llegamos a la Habitación de la Esperanza y allí hablamos, ¿sí?





De cómo la infancia resulta una frazada que puede envolver una vida o taparla...

Teresa y Mariona entraron en una habitación pequeña pero muy cálida… El suelo era de madera y estaba casi cubierto de cojines y grandes almohadones, las paredes lucían pintadas de un suave tono melocotón y la poca luz que entraba lo hacía por un ventanal muy grande que pintaba su llegada con colores y formas provenientes de una vidriera policromada con un paisaje idílico.
Mariona recogió unas almohadas y preparó su asiento… Sentada con la espalda apoyada en la pared y las piernas estiradas acomodó un almohadón en su falda y convidó a Teresa a… Ella se estiró en el suelo y apoyando su cabeza en el regazo de Mariona cerró los ojos…
Un suspiro largo abrió paso al puente más lejano, esa ruta perdida que nos conecta a nuestros orígenes… Las lágrimas por el reencuentro brotaron como si una grieta dejara salir la sangre encharcada, el dolor encarcelado en un corazón aún muy temeroso de mostrarse…
Mariona empezó a cantar… Su voz sabía a nana, su tonada mecía la pena como una caricia mece el deseo, su canción adornaba el silencio como las pinceladas pasteleadas decoran el blanco…

Al veure despuntar
lo major lluminar
en la nit més ditxosa,
els aucellets, cantant,
a festejar-lo van
amb sa veu melindrosa.

La garsa, griva i gaig
diuen: Ja ve lo maig.
Respon la cadernera:
Tot arbre reverdeix,
tota planta floreix
com si fos la primavera.

L'estiverola diu:
No és hivern ni és estiu,
sinó que és primavera:
perquè ha nat una flor
que pertot dóna olor,
en el cel i la terra.

Teresa abrió los ojos y miró fijamente a Mariona. En su mirada se vislumbraba a la vez agradecimiento y reclamo… Mariona siguió cantando…

Al ver despuntar,
al mayor iluminar
en la noche más dichosa,
los pajaritos, cantando,
a festejarlo van
con su voz melindrosa.

La urraca y el arrendajo
dicen: ya viene mayo.
Responde el jilguero:
Todo árbol reverdece,
toda planta florece
como si fuera primavera.

El carbonero dice:
No es invierno ni verano,
sino que es primavera:
porqué ha nacido una flor
que ha llenado de olor,
el cielo y la tierra.

Las dos permanecieron un largo rato en silencio… Mariona, con una mano en la cara de su joven amiga, la ofrecía el calor del cariño… Con la otra despeinaba su cabellera al tiempo que peinaba su paz…
Luego Teresa se incorporó y, sentándose delante de Mariona, la miró fijamente a los ojos y esperó…

- Quisieras ser esa flor, ¿verdad? Quisieras nacer otra vez… Quisieras que llegara por fin la primavera a tu vida…

Teresa asintió con la cabeza…

- Debes pensar que me escogiste a mí por el recuerdo de tu mamá. Debes creer que estamos aquí pues te gustaría hablarle a ella en mi persona… Pero no, lo que tú en verdad necesitarías es escuchar… Necesitarías encontrar explicaciones, razones, el porqué de lo inexplicable, el porqué de tanto dolor… Y, ¿sabes? Esa razón no existe… Es más: para ti no debe existir… No se puede, no se debe dar cuerpo al desamor, a la distancia con los seres queridos, al maltrato… Si le damos forma fijamos su presencia, si le damos lógica aceptamos su esencia… Y no la tiene, no puede ni debe tenerla…
-Pero pasó… Existió… Y ese dolor, aunque amagado, aunque disfrazado, sigue ahí… Es como una daga clavada, como una condena de por vida…
- Claro que ocurrió… ¿Sabes? Nada es por casualidad. No me escogiste a mi por mis años, tampoco por ser mujer que podría representar el rol de madre… Dios, me recuerdas tanto a mí… Cuando, hace veinte años, llegué a Goig estaba igual que tú… Diría incluso que peor…
- ¿De verdad?
- Sí, cariño mío… Yo también tuve una infancia triste, yo también viví esa tortura de sentirme a la vez amada y odiada… Mi madre iba y venía, como una ola… Sentía su amor, me sentía cuidada, pero cuando más la necesitaba, cuando la tormenta machacaba mi bienestar y amenazaba mi equilibrio, entonces, …, entonces huía, se apartaba de mí, lejos, muy lejos… Se refugiaba en su casita dorada, allá, en su interior, allá donde fingía que nada pasaba, que todo iba como debía ir…
- Y la buscabas, suplicabas su presencia, llorabas su ausencia, gritabas tu derecho a sentirte protegida…
- Sí, pero no acudía, nunca acudía… El miedo era demasiado horroroso… Ojos que no ven, corazón que no siente… Ella no podía aceptar su protagonismo, no podía aceptar que la inhibición es una espantosa forma de la complicidad… Era tanto su dolor interno que no había lugar para el dolor de los demás, ¿te das cuenta?
- Hace mucho que me di cuenta, ¡tanto! Pero explícale eso a una niña, explícale la soledad, explícale que no era por su culpa…
- Es terrorífico, lo sé… Vivir a la vez en el merecimiento y en el desmerecimiento: te hacen creer que mereces lo que recibes y que no mereces lo que tanto te falta… Afirmación y negación, que impotencia…
- Y… ¿Y tu padre?
- Me parece que más o menos como el tuyo: lejano para lo necesario y próximo para la exigencia de lo que a él le parecía procedente… Autoritario por mandato divino, la incomprensión personificada, y, en mi caso, un psicópata maltratador…
- Te… ¿Te pegaba?
- ¿Me? ¿Nos? ¿Si me pegaba? … Vida, dejémoslo en que me maltrataba… ¿Sí? Estamos aquí para hablar de ti… ¿Cómo era tu relación con tu padre?
- Jo… ¿Qué cómo era? Parece una pregunta sencilla… Yo quería a ese hombre, a ese extraño que aparecía tan poco, que siempre me exigía ser la mejor pero que nunca me premiaba por intentarlo… Ese hombre que pensaba podía disponer de mí para llenar sus vacíos, que creía podía programar en mí sus expectativas… Ese hombre que apaciguaba su rabia en mi dolorida cara, que saciaba su impotencia con el retumbo del grito en mis asustados oídos, ese…
- Y tu luchabas para ser cada día mejor, te construías en aquello que pensabas necesitaban de ti… Simplemente para ganar ese amor que no encontraba Teresa quiso trasformarse en un ideal que en verdad no existía, pues aunque hubieras sido un ángel alado no hubieras conseguido abrir ese corazón enfermo…

Un silencio volátil pero espeso cortó la conversación: frágil por la necesidad de volver a arrancar y denso por los pensamientos sugeridos, por los recuerdos inherentes en cada palabra dicha… Teresa aprovechó ese vacío y, acercándose a Mariona, la abrazó enérgicamente y la besó en la punta de la nariz… Luego se apartó ligeramente y, tomándola de las manos, volvió a hablar:

- Y te pasas media vida intentando olvidar… Y al final descubres que nunca olvidarás, que basta con perdonar… Y perdonas…
- ¿Perdonas? Cariño, tú no has perdonado aun nada…
.- Anda que no… Pregúntale a mi psicólogo lo que costó…
- Perdonar no es un acto teórico, te diría que ni siquiera es un acto práctico, tomado como tal… Para perdonar no basta con decirlo. No basta con pensarlo, no basta con sentirlo, no basta… ¿Realmente crees que uno puede perdonar al carcelero desde detrás de la reja? ¿Perdonará el pez al pescador mientras siga en la arena de la playa? ¿Perdonará la vida a la muerte si está se empeña en enterrar su espíritu?
A los niños que crecen en el desamor, aun sin maltratos graves, se les priva de uno de los bienes más preciados que les puede regalar la vida. Si los seres más queridos, tus padres, no quieren o no pueden amarte, ¿quién lo hará? Un corazón que crece en ese vacío se va cerrando poco a poco. ¿Hay otra forma de soportar ese dolor? A partir de aquí, el niño crece y puede optar por muchos y diversos caminos: entre ellos está la reproducción de los esquemas maternos o paternos, la persistente negación de los sentimientos, la frialdad extrema en las relaciones, la depresión crónica, la … Y algunos, como tú y yo, nos pasamos la vida queriendo sanar el pasado. Primero intentamos olvidarlo, incluso borrarlo, como bien dijiste, luego decidimos perdonarlo… Pero, querida, ¿de verdad me vas a decir que ese perdón te sanó la vida?

Teresa no se atrevió a contestar… La respuesta era más que evidente…

- El prisionero perdonará el día que cruce la puerta, el pez lo hará cuando se vea nadando en el agua y la vida indultará a la muerte cuando vea volar su espíritu hacia el cielo prometido… ¿Y tú? Tú perdonarás de verdad a aquellos que te privaron del amor el día que ames y seas amada… Sí, ya sé, amaste y fuiste amada… ¿Pero qué pasó luego? Creíste que eso se aseguraba en una firma, en un compartir objetivos, en… ¿Y entonces? Te has pasado media vida leyendo historias, ¿verdad? Yo hice lo mismo… Creía que el amor era un sueño literario, pensaba, y ya mayorcita, que un día llegaría el príncipe azul, el hombre perfecto… ¿Te has dado cuenta? La niña perfecta de papá estaba esperando al hombre perfecto… ¡Puñetera vida! Ni que hubiera llegado Richard Gere en una limousine… ¿Por qué? Hubiera desconfiado de él… Hubiera dudado de todas y cada una de sus pruebas de amor… Yo crecí en una partida de muak-plas. ¿Me entiendes? Detrás de cada muestra de cariño venía la agresión, el golpe, la distancia… Yo crecí en la escuela de “El amor no existe para ti”. Iba a la clase del “Tú no te lo mereces”… Luego me doctoré honoris causa en “Si quieres proteger tu corazón mantenlo cerrado”… ¿Cómo diablos iba a poder “amar y ser amada”? Ante el amor no es que sintiera miedo, sentía pánico… ¿Sabes? Cuando llegué aquí, ya con casi cuarenta años, no me había ni casado…

Teresa permanecía muda, perpleja, asombrada… Mariona estaba desmontando todos sus esquemas y estaba empezando a sentirse muy perdida y asustada… Uf, ¿y después? ¿Había un después?

- ¿Y luego?
- ¿Y luego? Llegué a Goig y conocí a Guillermo, mi Guía, mi amor, el padre de mi hijo, mi… No le fue fácil, la verdad… Aun a veces se rie de mí cuando recordamos mi llegada aquí… Cuando hablamos de ello siempre me suelta: “Dale recuerdos a tu sombra”… ¡Qué malo! Pero que razón lleva…
A medida que iba conociendo a Guillermo me iba enamorando más y más de él. Pero se produjo una lucha interna entre mis deseos y mis miedos que reconozco era para… Cuando Guillermo me hablaba del futuro yo siempre soltaba, sistemáticamente: “Qué mentiroso que eres”. Era como si hubiera en mí dos personas: por un lado la niña que se declaraba perdida y eternamente enamorada y por otro la mujer adulta, curtida en desengaños y trampas, que luchaba más para proteger su vuelta a Nunca Jamás que para quedarse en Goig… Recuerdo que Guillermo me contaba que para amar y ser amado de verdad había que echarse al agua desnuda y nadar sin miedo… Y se reía de mí. Un día me soltaba: “¿Donde vas con ese traje de buzo? Anda que estás sexy, pareces Tintín en “El secreto del Unicornio””. Otro decía: “Qué, ¿yo con el agua hasta el cuello y tu dando vueltas con la tabla de surf. ¿Acaso piensas que vamos a rodar un capítulo de “Los vigilantes de la playa”? ” Un día me sentenció. Me dijo: “Ayer se acercó al mar tu sombra. Se remojó los pies y volvió a la playa. Quería que saliera a hacer el amor con ella, pero yo respondí: se puede acariciar una sombra pero no grabarte en ella, se puede poseer una sombra pero no compartirte con ella…”
- ¿Y? ¿Qué pasó? ¿Qué hiciste?
-Me dije a mí misma: “Mariona, Mariona, déjate ya de tonterías o lo vas a echar todo por la borda. Ninguna de las respuestas conocidas te sirvió de nada. Intentar vivir en el acero tampoco fue la solución. Ante ti se ha abierto esa puerta que siempre deseaste cruzar. Traspásala sin miedo, abre tu corazón de una vez, entrégate sin reservas, lánzate al agua y nada, y nada, sumérgete y bucea hasta poder abrazarlo… Desnúdate entera, en cuerpo y alma, y muéstrate… No existe esa negación, no debe persistir ni siquiera un “quizás”: Mariona SÍ merece amar y ser amada…”
- ¡Qué romántico! ¿Y?
- Aquel día pude afirmarme en ese “Sí Quiero” que enlazaba nuestros destinos. Y aquel día hicimos el amor, perdón, HICIMOS EL AMOR, por primera vez… ¡Uaaaau! Aquel día nací, por fin… ¡Tachán! Y aquí estoy, después de casi veinte años, sintiéndome más joven y completa que hace cuarenta… Sintiéndome, ¡tan feliz!
- Uf, se ve, se siente… Estás tan hermosa… Y, ¿entonces? ¿Qué debo hacer? Porqué… No sé, siento, me da la impresión, ¿quizás Raimon podría ser para mí lo que Guillermo fue para ti?
- Cuidado con eso… Conozco a Raimon y es un hombre excelente, pero ni él ni nadie va a poder hacer lo que solo tú puedes… Únicamente perdonarás al pasado y podrás renacer si vences todos tus miedos, si realmente consideras que te mereces vivir ese sueño, si realmente aceptas que te mereces amar y ser amada… Si un día vas a ofrecerte debes hacerlo desnuda del todo y con el corazón y el alma en la mano… Muchos hombres se conformarían con tener tu cuerpo, pero Raimon no es de esos, el necesita más, necesita tu amor incondicional…

Teresa se levantó y, ofreciendo sus manos, ayudó a levantar a Mariona. Entonces volvió a abrazarla y, en un susurro firmado con un beso, dijo:

- Mil gracias. Me has hecho tanto bien.
- Me alegro, muchísimo. Y recuerda: TE LO MERECES, ¡YA!





3.2.6. Un paseo por la vida: De cómo Teresa bañó sus pensamientos en agua pura y cristalina…

Al salir del Templo Teresa no encontró a Raimon esperándola. De entrada se extrañó pero, pensándolo bien, después de lo vivido necesitaba estar sola y agradeció la ausencia…
El camino de vuelta a casa era corto, pero Teresa no tenía aun ganas de regresar. Necesitaba pasear un rato y la cercanía del río ofrecía una perspectiva realmente atractiva.
Comenzaba a anochecer pero no hacía nada de frío. Mientras caminaba Teresa se dio cuenta que esa brisa que la parecía sentir fregando su cara no era tal: en su andadura su piel irrumpía contra el aire y éste se apartaba en una muy suave y tierna caricia… Cerró los ojos y anduvo unos metros… La sensación era como si estuviera nadando en el aire…
Luego se paró. Su sensibilidad estaba… ¿Cómo expresarlo? ¿Ensayando? ¿Intentando experimentar nuevas sensaciones? No, más bien parecía como si quisiera retornar a la sencillez…
Teresa volvió a cerrar los ojos: deseaba sentir, oler, escuchar… Deseaba… ¿Qué era aquello que realmente anhelaba? Redescubrir, re…sentir… ¿Quizás recuperar? ¿Acaso renacer?
Era como si todo en su entorno fuera nuevo, como si paseara por primera vez, como… No, entonces se dio cuenta: en realidad lo extraño y nuevo no llegaba de fuera, surgía de dentro: era su forma de percibir, de sentir, de vivir lo simple…
¿Por qué le parecía algo que había hecho tantas veces como si fuera su primera vez en muchos años? ¿Qué había ocurrido en su conversación con Mariona que había despertado de una manera tan maravillosa su sensibilidad?
Teresa levantó la vista y miró al cielo. Una luna casi llena lucía su resplandor rodeada de un sinfín de estrellas que chispeaban el recuerdo de su existencia, o no, en la distancia infinita hasta una mirada asombrada… ¿Cuánto hacía que no contemplaba un cielo tan poblado? Un convoy de nubecitas trasladó su vuelo en dirección a la luna hasta atraparla. En su paso por delante Teresa descubrió como la luz abría una ventana en el blanco para ganar transparencia y poder seguir ofreciéndose… ¿Siempre era así? ¿Siempre fue así? ¿Cómo nunca antes se había fijado?
Metida en sus meditaciones la vio pasar: una estrella fugaz cruzó el cielo marcando un trazo hermoso que siempre… Teresa se sonrió… Uf, que siempre había activado en ella un deseo… Pero esta vez, esta vez pasó sin más… sin más que el disfrute de la visión de una migración estelar divina… El automatismo no se dio, no hubo deseo… ¿Cómo…? ¿Y pues? ¿Qué estaba ocurriendo?
Necesitaba pensar, pero no de una forma usual, precisaba, ¿cómo lo expresaría?, pensarse… Uy, ¿sonaba mal? ¡Qué va! Sonaba muy apetecible… Teresa salió del camino y entró en…, parecía una pequeña playa… Dios, de arena blanca… ¡Qué cosas! Ya tumbada en la arena, con el cuerpo ladeado y con una mano cerrada soportando la cabeza en su mejilla, miró fijamente al río. El arenal se había formado en frente de una pequeña entrada de las aguas allá, en la tierra, como un patio externo al cauce, al caudal circulante. La paz de esas aguas olvidadas era hermosa, sí, pero a la vez triste. Se habían convertido en un cultivo de vida tranquila, verdecida y rica en la quietud, pero Teresa estaba convencida que de poder tener opción gota a gota regresarían a esa gran aventura que dejaron atrás. Regresarían, regresaría, … ¿regresaba? Eso era: ¡regresaba!
El agua del río bajaba lenta pero sin tregua. En su marcha encontraba escollos puntuales que bordeaba o absorbía sin detenerse. Espumeantes dibujos en relieve marcaban allá donde los giros imprevistos de aguas las conducían al choque, probablemente al encuentro. Aquí y allá aparecían señales de vida o movimiento sumergido en forma de ondas concéntricas que se ensanchaban hasta desaparecer. De vez en cuando un salto, casi siempre donde nadie mira, de un pez buscando provisiones.
Fue precisamente la caída chapoteada de un rebote hambriento lo que hizo que Teresa aguzara el oído. Como una nana delicada el son de las aguas transportándose susurraba calma, suspiraba paz. Esa música extremadamente apaciguadora se hacía acompañar en la tierra con esporádicos murmullos de pájaros trasnochadores, uhu, uhu, con rítmicos compases espontáneos de algún grillo enamorado, cric, cric, cric, cric, con… Increíblemente la tonada brotaba de su interior… Teresa cerró de nuevo los ojos e intentó escucharse: su respiración era calmosa y a la vez rebosaba excitación, su corazón,… ¿Realmente podía escucharlo? No, pero sabía, intuía como sonaba: en su bombeo iba algo más que sangre… ¡Qué curioso pensamiento! ¿A dónde pretendía guiarla? Su cuerpo y su mente habían sido durante tanto tiempo coguionistas del transcurrir de su vida… Le costaba recordar un acto no premeditado, un paso no necesitado, un… ¿Cuántas veces se había sorprendido a sí misma haciendo algo inusitado?
Teresa giró la cabeza hacia un lado y otro intentando escudriñar causa y efecto, de donde y hacia donde… Un poco más arriba el paisaje fluvial visible se enmarcaba en un salto de agua que el relieve regalaba a las aguas para ofrecerlas renovada fuerza. Curiosamente en la caída el río había ensanchado sus márgenes para crear un precioso descanso, un pequeño lago, una piscina natural que limitaba arriba con su particular fuente y abajo con un estrechamiento que agrupaba caudales para potenciar su renovada carrera… Era un lapsus en el camino, un paréntesis a la vez hermoso y necesario en la vida fluvial, un “de donde vengo” muy incompleto pero a la vez muy generoso… ¿Y en la otra dirección? ¿Hacia donde iba? Tampoco para allá se mostraba más que un trecho en el camino: a unos 50 metros se producía un giro, una curvatura a la derecha que parecía entrar en la boca de una considerable arboleda para perderse entre troncos y hojas. Se podía intuir… No, se podía saber el final marinero del viaje, pero ni el mismo río conocía todo aquello que podía encontrar en su travesía.
Teresa recordó cuan variable es la naturaleza… Imprevisiblemente maravillosa… La historia del río se reescribía a cada instante, nada era ni podía nunca ser igual. En cada palmo de recorrido, incluso en cada gota de fluido se dibujaba una aventura interminable y siempre única. Una lluvia débil o torrencial, el cambiante paso de un viento o vientecillo, un tronco caído, un canto rebotando lanzado por un niño, una simple hoja… El efecto mariposa, ¡que concepto tan apasionante!
En una sonrisa Teresa ocultó todo aquello que, sin saber aun como ni porque, se estaba revelando en sus cavilaciones. Luego volvió su mirada hacia el estanque que se abría en frente suyo: quietud, ligeramente alterable pero comparativamente con todo aquello que acababa de contemplar la primera palabra que le vino a la cabeza era esa… Quietud, mas, contradictoriamente, inquietud… ¡Qué chocante percepción! En ese bálsamo de vida apaciguada no respiraba paz… Teresa percibía angustia. Allí, donde todo era más previsible, donde el agua parecía reposar, donde… Teresa se estremeció, en su pensamiento se introdujo una idea que la hizo temblar de pies a cabeza: en aquellas aguas estancadas casi todo habitaba dentro de lo establecido, era como un acomodado y a la vez conformista ecosistema donde distintos organismos desarrollaban un papel limitado a la vez a las posibilidades y a las exigencias pautados por el medio, la mitad de las veces, y por los seres considerados o establecidos como más poderosos, en otras tantas ocasiones.
Teresa se puso las manos en la cabeza. Dios, allí estaba su vida… Su vida y la de tantos… En el río, en el estanque… ¡Regresaba! ¡Por fin comprendía! La vida era como un río. En un manantial de energía nace nuestra existencia y con el flujo del crecer desarrollamos nuestra infancia entre el libre y excitante curso y las represas que el mundo adulto nos quiere mostrar. En nuestra niñez probamos la vida en su máximo esplendor pero la mayoría de personas terminamos rindiéndonos a las pautas convencionales, a aquellos costumbristas e impuestos mandamientos que se forjan en las culturas, en los grupos y subgrupos, en las sociedades “civilizadas”.
-“Me civilizaron” -pensó Teresa- “Desde pequeña me condujeron hacia lo establecido, hacia la “quietud” convencional. Mis rebeldes impulsos de adolescente no sirvieron de nada, mis ansias soñadoras de juventud sucumbieron ante el ímpetu social… Y terminé, ¿cómo no?, en una laguna preformateada y regentada por otros, protegida del río y su salvaje transcurrir, preservada de la irracional vida…”
Sentía a la vez rabia, impotencia y alegría… Cuántos años invertidos… Inversiones en ajenas hechuras, inversiones de objetivos y horizontes… Se sentía muy inquieta y decidió levantarse. Se desnudó de zapatos y, acercándose a la charca que fregaba la playa, introdujo un pie en la apacible agua… Un escalofrío recorrió su cuerpo… El baño parecía cálido y desde luego improvisto de sorpresas, pero… ¡No! ¡Basta ya! Teresa vadeó la poza del Nunca Jamás y se dirigió al río…
¿Nunca? Quizás, acaso, posiblemente… Pero no lo sabría si no regresaba, si no se reencontraba con su cauce natural. En él se oleaban sus ilusiones, en él ondeaban sus sueños, en él germinaban los juegos, la aventura, el atractivo de lo desconocido… En él…
Teresa entró en el agua y, bordeando la orilla, fue subiendo hasta llegar al salto de agua. Allí se despojó de toda su ropa y desnuda, tal como llegó a la vida, regresó a ella.

El agua estaba helada pero a Teresa no la importó lo más mínimo. Al contrario, con el frío sintió como si su piel despertara de un largo letargo, sintió como si su corazón volviera a bombear su perdida fe en el destino, su extraviada fe en sí misma… Se sentía rejuvenecida, se sentía más mujer que nunca, se sentía… Jo, por fin, más niña que siempre…
Nunca iba a recordar cuanto tiempo transcurrió hasta que decidió abandonar el baño. Pero nunca jamás olvidaría lo que allí vivió y sintió.
Al regresar a casa se encontró la cena encima la mesa. Al lado Raimon había dejado una nota… En ella se podía leer…

EL RÍO DE LA VIDA”


Bienvenida a Nunca Quizás


Un beso


Raimon

Después de leer Teresa no reaccionó ya para nada con la razón, simplemente volvió a sonreírse…
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