Las canciones de mi vida y el amor. At seventeen.

A los diecisiete años... Canciones de vida y amor.


Baladas de amor y desamor


Una canción bellísima con la que Janis Ian llegó a ganar un Grammy. Vale la pena de verdad escucharla. Y sí, a mis diecisiete años la escuchaba, la disfrutaba...


Aprendí la verdad a los diecisiete 
que el amor era para las reinas de la belleza,
y para las chicas de instituto con sonrisas relucientes
que se casan jóvenes y luego se retiran.
Los días de San Valentín que nunca conocí,
las juergas de las noches de viernes de la juventud, 
fueron dedicadas a una más guapa.
A los diecisiete aprendí la verdad.

Y aquellas de nosotras,
con caras desfiguradas,
careciendo de gracias sociales,
quedando desesperadamente en casa,
inventando amantes
con los que hablar por teléfono,
que llamaban para decirnos:
“ven, baila conmigo”,
y murmuran pequeñas obscenidades.
No todo es lo que parece a los diecisiete.

Una chica de ojos marrones me echó una mano (y)
cuyo nombre nunca supe pronunciar me dijo:
dijo “siento pena por aquellos que ceden.
Lo único que consiguen es lo que merecen”
La bien relacionada reina de la belleza de la ciudad,
se casa para tener lo que necesita,
con una garantía de compañía
y refugio para cuando se haga mayor.

Recuerda a aquellos que ganan el juego.
pierden el amor que buscaron ganar.
con la obligación de encontrar algo verdadero,
y de dudosa integridad,
Sus ojos de chica de pueblo se quedarán fijos en ti,
sorprendidos cuando ven que el precio
excede con mucho la cantidad
que recibieron a los diecisiete.

Para aquellas de nosotras
que conocimos el dolor,
de que los días de San Valentín nunca vinieron.
y aquellas cuyos nombres
nunca fueron nombrados
cuando se escogían equipos
para el baloncesto.
Fue hace mucho tiempo, y muy lejos de aquí
el mundo era más joven que hoy,
y los sueños eran todos gratis para
los “patitos feos” como yo.

Todos jugamos el juego, y cuando nos atrevemos
a hacernos trampas al solitario
inventando amantes con los que hablar por teléfono,
arrepintiéndonos de otras vidas desconocidas.
Nos llamaban y nos dicen “ven, baila conmigo”.
y nos murmuran pequeñas obscenidades.
a chicas feas como yo, a los diecisiete años.

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