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12 sept 2019

Vivir la ausencia... Me muero por conocerte...

Literatura romántica. El amor platónico.


Prosa poética. El amor existe.



Me muero por conocerte y aún sin tenerte vivo. Tal contradicción confunde mi alma y mi entendimiento trabaja raudo por interpretar las claves cifradas que se amagan en mi presente. Ofuscado por tan ardua tarea vuelvo a delegar. Delego en las musas la búsqueda de aquello que no concibo. Y otra vez, en ellas, con ellas, encuentro aquella razón que me huía, me saluda aquella paz que se perdía. Y escribo...
Me muero por conocerte y, aún sin tenerte, vivo. El suero de la ilusión supera con pasión tu ausencia, y vivo. Vivo cautivo de una carencia y en el aguardo encuentro la esperanza, y en la tardanza hallo todo aquello que con otra tenencia ni guardo ni percibí. Y aunque reviento por gozarte yo te siento muy dentro de mí. En un bello fallo del destino descubrí el arte de amar y ahora no atino, no sé cómo abandonar. O a lo mejor es que no quiero. Porque me asomo al pasado y no te veo. Dora no está. El fiero mutismo retumba y el amor yace enterrado. Y Dora no está. Y el deseo se deshace en aquel seísmo que lo inexistente produce. Y el ayer aduce que tal catacumba no merece el presente. No seduce a la razón lo que no mece al corazón. Y si Dora allí no está yo anhelo mi actual ser. Amo mi tormento porque me apoyó en ti. Desde el cielo un ideal cayó sobre mí. En una mano un sentimiento, en la otra un ramo de sueños, en el resto un insinuante ademán y como prenda mil empeños. Ya nada es vano, ya nada es pobre, pues con su gesto galán puso ante mí una venda mágica que enfundó mis desánimos, que atascó mi trágica senda. Su esencia y su tiento eran en su uso antónimos: ella volaba sin complejos por los vedados valles donde los necesitados de cariño atienden, él limitaba su presencia, confinaba su asiento, a las calles permitidas por los viejos cotos que de niño cultivó. Venden diamantes las presumidas conciencias y dejan sus blancos rotos, pues con sus amantes sugestiones no suscriben contratos. Quizás tan solo ambicionan gratos ratos para ingresar en los bancos de su vanidad, quizás inhiben las impaciencias que enrejan sus propensiones. Cual es su verdad tampoco importa demasiado... ¿Racionan los prodigios sus percepciones cuando descubren vestigios de un bolo actuar? Variado es el zoco de los argumentos que encubren las intenciones y no podemos andar siempre atentos para elegir nuestra respuesta como una apuesta consciente. Entre otras cosas, porque no se presiente lo que no entrevemos y porque nuestra respuesta a veces cuesta mucho controlar. No osas pedir garantías al destino, por muy ducho que seas, pues sabes bien que jamás las recibirías. Y al final, aunque no quieras, cazas lo que te vino, lo abrazas y lo encabes en tu fortuna. Pues aprendiste ya en la cuna que tratar de salir del canal al que el río de la vida te ha llevado no tiene por que ser inteligente. Y anida en mí este pensamiento. Y diga lo que diga la gente, lo que tú me diste no me va a hundir, lo que me viene ya es mío, me lo he ganado, y no lo voy a perder. No voy a desertar. Con gran convencimiento asumo aquello que el hado me ha otorgado. Amar no debe estar maldito y aunque el humo de lo imposible sea tan espeso no crea en mí ni un leve titubeo: de este amor no me veo preso, este amor conlleva un inconcebible rito que no quiero perderme. Y desde mi fuero interno seguirá contribuyendo a fortalecerme la memoria de tus halagos. Y desde la gleba de las inspiraciones continuaré escribiendo la historia de este paraíso que surgió del averno. Sin pagos ni reivindicaciones aquel hombre que quiso borrar el cielo acabará, quizá, creando una oda a lo utópico que asombre al mundo. Y de toda su reseña el vuelo de algunas oraciones marcará el lógico atajuelo que nadie ve, fijará la contraseña que dé paso al más fecundo y hermoso existir. Vivir amando, aun sin ser correspondido, ha podido suponer un glorioso modo de vencer las postraciones, ha podido disimular el ocaso de las ilusiones. Pensar que lo es todo es un candoroso disparate, pero late mi corazón contigo con tal dinamismo que ahora mismo si no sigo perderé la razón.Me muero por conocerte y aún sin tenerte vivo. Vivo confundido pero no me siento nada perdido. Vivo seguramente una locura pero empiezo a pensar que en ti está mi cura. Vivo y, por primera después de mucho tiempo, siento que vivo. Y vivo sigo, ¿no es suficiente motivo?



#literaturaromántica #amorplatónico #prosapoética #elamorexiste

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30 mar 2016

Las canciones de mi vida y el amor 1: Time to say goodbye...

Dedicado a todos aquellos y aquellas que se disponen a emprender uno de los viajes más apasionantes que en la vida podemos llevar a cabo: la travesía hacia el amor...

TIME TO SAY GOODBYE / TIEMPO DE DECIR ADIÓS


27 mar 2016

Una bella historia de amor y vida




Aunque parezca un cielo la vida de un escritor que precisa de otras vidas para sobrevivir es muy dura... Debes robar muchas horas al sueño y la inspiración suele ser un mágico vaso que a veces se te presenta muy vacío.


Os voy a ser muy sincero: si no fuera por las muchas respuestas agradecidas y profundamente emotivas que he ido recibiendo hace tiempo que lo hubiera dejado...


A veces estoy escribiendo y me siento sólo, muy sólo... Entonces entro en mi blog y clico a la derecha, en ese fantástico contador... Así accedo al mundo, a un mapa hermoso... En él hay cientos de circulitos rojos, de aquellos que estuvieron conmigo, y algunos verdes, los que me acompañan...


En mi entorno hay mucha gente que cree que soy un soñador indomable, que no toco de pies en el suelo... ¿Qué saben ellos de la vida?


Me consta que mi libro y mis textos han llegado a mucha, muchísima gente... Me consta incluso que con ellos se consiguiero asentar amores por los cuales nadie hubiera apostado...


Llevo ya mucho tiempo con el blog y en un archivo guardo como un tesoro cientos de mails que valen mucho más que la incomprensión de aquellos que nunca se moverán por otra fuerza que no sea la de sobrevivir...


Nunca publiqué ninguno... Pero hoy voy a hacer una excepción... Es tan hermosa la historia que esconde esa carta... Me hizo llorar... Sí, no me averguenzo... Y consiguió algo más: me hizo sentir tan, tan importante...


Con el permiso del autor y dedicándola desde el corazón a él y a su amor os regalo y me regalo, tal cual me vino, sin correcciones ni alteraciones, un hermoso sueño, una historia de amor conmovedora, una prueba más de que los corazones valientes siempre acaban por encontrarse...


Estimado Miquel,

Lo primero, debo presentarme.Me llamo Sergio, soy un chico de Asturias que ha leído tu libro "A la luna, a ti, mi cielo y a mis queridas estrellas" y el motivo de mi escritura (si me permites tutearte) es darte la enhorabuena por tan fantástica obra. Lo cierto es que soy aficionado a la lectura y puedo decirte que nunca había leído un libro como el tuyo, y es que probablemente no haya ninguno. No te puedes imaginar lo identificado que me he sentido con muchas de las reflexiones y sentimientos que en tu libro has querido compartir con los demás.

Seguramente no soy imparcial a la hora de valorar tu obra, o mejor dicho, lo que ocurre es que me ha llegado tanto que por eso no lo puedo comparar con nada de lo leído hasta ahora. Yo tengo unas vivencias que verás, no te quiero molestar ofreciéndote un tostón de texto, pero hay fragmentos del libro en los que parece que estás definiendo tal cual una fase de mi vida.

Me llamó especialmente la atención un fragmento en el que reflexionas sobre si alguien podría entender que la llama de un amor no consumado permanezca viva durante mucho tiempo, más de dos años. Puedo decirte que yo estuve más de cinco años en esa situación, amando sin que la mujer a la que ofrecía todo mi corazón se lo pudiera imaginar. Era un amor imposible, grandes barreras separándonos. Nunca se lo dije. La amaba con todas mis fuerzas pero tenía una lucha interior entre mi conciencia, mi ética, y mis sentimientos. Había cosas que nos separaban que no se podían tomar a la ligera. Pero yo vivía solo para ella, soñaba con ella. Teníamos una relación de amistad, fuerte, sana, que me permitía disfrutar de su esencia, que era lo que me ayudaba a levantarme cada mañana. Compartíamos ideales, y siempre quise pensar que ella quizás sentía lo mismo por mi. Quise pensar que alguna vez estuvo a punto de confesarme que me quería. Pero el momento nunca llegaba y yo no podía, no me atrevía a ser yo quien diese el paso de sacar a la luz los sentimientos. También tenía otro problema, y es que la veía tan hermosa, tan perfecta, tan inteligente, tan todo, que me empecé a infravalorar a mi mismo convenciéndome de que era inaccesible para mi. Pero independientemente de eso, lo que yo sentía por ella no lo podía cambiar, hasta que llegó un momento que no podía aguantar más. Opté por lo que creí que era lo correcto en aquel momento, traté de olvidarla. Me alejé de ella una temporada. Volví. Me perdonó sin yo pedirle perdón, porque volvimos a hablar un día y pareció que no hubiéramos dejado de hablar nunca. La rueda siguió girando y yo amándola cada día más.

Tuve que volver a alejarme, no sé porque hacía esas cosas. Me sentía muy culpable por amarla. Estuve más de un año sin hablar con ella, en persona solo nos encontramos una vez y todo fue muy frío. Me preguntaba, ¿qué has hecho Sergio? Si tenías alguna posibilidad, la has perdido. Y luego me decía a mi mismo, ¿no es lo que querías? ¿no querías olvidarla y que se olvidara de ti? ¿para que te alejaste entonces? Pasaron los meses. Me refugié en mi trabajo y en mis aficiones. Creí superarlo. Ella estaba en mi corazón de todas formas, pero creí que lo había superado. Una noche la vi conectada en internet, donde tantas y tantas noches habíamos estado hasta la madrugada hablando, y me dije, ya pasó, puedo saludarla como amigo y que no me afecte. En realidad, lo reconozco, la anhelaba infinitamente y por otra parte mi curiosidad necesitaba indagar hasta que punto ella quería saber algo de mi después de esos alejamientos sin explicación. Y otra vez, después de un inicio de conversación en que todo era un poco extraño, volví a verme envuelto en la esencia de esa mujer que me atrapa irremediablemente.

Nunca he sido valiente, y es algo que me reprocho a mi mismo. La justificación de la ética, la conciencia y demás, está muy bien, pero llegó un momento en que tenía que haber decidido si mi felicidad estaba por encima de todo eso. Pero claro, yo no sabía, no estaba seguro, si ella de verdad sentía lo mismo, y saltar al vacío cuando no sabes si alguien te va a recoger no es nada sencillo. Pero soy un hombre con suerte, tardé 5 años en darme cuenta que era el hombre más afortunado del mundo por sentir un amor que pudiera sobrevivir a todas las dificultades que se plantearon. Estoy orgulloso de que mis sentimientos perdurasen lo suficiente para estar ahí como siempre a flor de piel una noche en que a falta de mi valentía, utilizó ella la suya para confesarme que me quería. Imagínate como me sentí. Entonces ya pude dar rienda suelta a todas las palabras que tenía dentro de mi deseando hacerla partícipe de mis sentimientos. Resulta que ella estaba en mi misma situación, amándome, pero con muchas dudas de que yo sintiese lo mismo a tenor de las complejas circunstancias que nos rodeaban. Pero evidentemente, las dificultades no se superan solas. Lo que ocurre, es que cuando supe que ella me amaba, todas las barreras que antes me parecían infranqueables se convirtieron de repente en pequeñas, me sentí con más fuerzas que nunca para afrontar lo que fuera menester. En realidad, era ella la que más cosas tenía que ordenar en su vida, y ese proceso, en el que opté por armarme de paciencia y estar a su lado solo como amigo, duró cuatro meses. Pero luego, mi vida pasó a ser lo que tanto había soñado...

Sé que no tienes datos para valorar esta historia, porque tampoco te he dado los suficientes. Si te los contara, podría pasarte como a cualquier otra persona que a lo mejor piensa que hemos obrado mal, pero sé que no, he leído tu libro y se que tú no. Yo solo he apostado por el amor, y el amor tenía que ganar. Me quiero convencer de que obré bien. La amé sin límite tanto tiempo y ni siquiera lo confesé. Una vez que nos confesamos nuestro amor, seguí esperando a que la situación fuera la idónea para estar con ella. Ni un beso, ni un abrazo, ni un solo encuentro en persona durante 4 meses y sabiendo que ella me amaba y yo a ella también. Aún así habrá quien piense que el giro que hemos dado a nuestras vidas, sobretodo ella, nos convierte en unos desalmados que hicieron lo que les vino en gana sin importales otras personas. Pero nada más lejos de nuestra intención. Lo que le pasa a mucha gente en esta vida es que no han descubierto el verdadero amor, ese al que no puedes combatir, que es el que te da la vida, las fuerzas y todo lo que necesitas para ser feliz. Si renuncias a ese amor no tienes nada. Estás incompleto por mucho que a veces tengas que sobrevivir así, y yo lo sé por experiencia.

Nunca he sido tan feliz. Dicen que cuando tienes muchas expectativas creadas en algo a veces te defrauda cuando te estampas contra la realidad. Sin embargo, en mi caso las expectativas eran enormes, creadas en cinco años imaginando lo genial que sería cualquier detalle a su lado, y resulta que al final mi imaginación se había quedado corta porque todo resulta ser más increíble que en los mejores sueños. Cada día descubro en ella nuevos motivos para enamorarme más y más. No somos nadie para valorar lo que sienten los demás, pero a veces lo hablo con ella, hay parejas que no sé si de verdad se quieren, si se aman, y es una pena que la gente no explote las posibilidades que ofrece el amor, aunque claro, hay que encontrar a la persona adecuada que despierte en ti esas sensaciones, o quizás simplemente haya que nacer sabiendo amar.

Soy, somos jóvenes, tenemos 25 años, y sé que la vida aún puede dar muchas vueltas. Pero mi post-adolescencia, esa que se supone que debe ser la época más alocada, la pasé amándola en la distancia. No hubo nada de alocado porque solo tenía ojos para ella y no me arrepiento de nada. Sin ser consciente de ello, maduré y seguí moldeando lo que yo quería ser mientras la deseaba, y ahora estoy hasta satisfecho de que tuviese que pasar esa dura etapa. Quizás si la hubiera tenido a mi lado a los 20 años no hubiera podido darle muchas cosas que si le puedo dar ahora, estoy seguro, y no hablo de nada material. Quizás lo hubiera estropeado y esa espera de largos años estaba preparada por el destino para que llegase el momento idóneo donde los dos estuviéramos preparados para empezar algo que ya no deba acabar nunca.

No sé lo que hubiera pasado si ella no confesase su amor. No sé si yo lo hubiera podido hacer, ni cuanto hubiera tardado. Igual habría acabado huyendo otra vez. Igual nos hubiéramos distanciado para siempre y yo acabaría compartiendo la vida con alguna otra mujer, probablemente, no lo sé. Pero algo tengo claro, ella era (y es) la mujer de mi vida. Se hubiera quedado para siempre en mi corazón como el amor más puro que tuve nunca y que a la vez nunca pude tener. Aunque ella nunca lo hubiera sabido, nadie la habría querido más que yo. Pero ya lo sabe. Y también yo sé que nadie me puede querer más que ella

Siento que una enhorabuena por tu libro se haya alargado tanto. Ha sido muy especial para mi, Miquel. Tu libro lo descubrió ella, te lo compró, y luego me lo recomendó. Ella lo leyó en esa época de transición difícil que tuvimos que pasar, y tengo el presentimiento de que tu canto al amor y tus reflexiones los tuvo presentes en alguna de sus decisiones, o al menos la ayudaron. Yo lo compré en casadellibro y lo leí ya a medias entre la transición y luego la plena felicidad a su lado, y como te dije al principio, me ha hecho introducirme en la historia como nunca antes ningún otro. No te niego que en algún momento al verme reflejado me ha despertado sentimientos contradictorios de melancolías pasadas... pero en general me ha servido para acabar de abrir los ojos del todo, y saber que apostando por el amor, hemos hecho lo que debíamos.

Gracias Miquel, ha sido todo un acierto que decidieses publicar tu historia. Quien lea tu libro y no sepa apreciarlo, es que no sabe lo que es amar
.

Un afectuoso saludo,

Sergio.

17 jul 2011

Una balada al amor eterno. Las canciones de mi vida y el amor

Las canciones de mi vida y el amor (13)

POST TEMAS: balada / canciones romanticas / amor eterno
ETHERNAL FLAME (Llama eterna)

La de hoy resulta una canción, una balada muy sugerente y cálida. "Ethernal flame": "Cierra los ojos, dame la mano..."

Confía en mi, sientes lo mismo que yo, ¿verdad?, no estoy soñando... Y es que el amor es un sentimiento tan fuerte que muchas veces nos parece frágil, y demandamos confirmación, saber que el otro está en el mismo lugar que nosotros... Aunque ya lo sepamos, necesitamos escuchar esa constatación: en un te amo, en un abrazo, en una mirada, en una sonrisa, en "el beso", en...

Hoy os dejo directamente el video de las Bangles... En él ya va la traducción... Espero que os guste...



18 may 2009

Un corazón bravo no es el que más da... Es el que más comparte...



Me gustaría que existiera un diccionario que recogiera todas aquellas palabras que van definiendo las distintas condiciones que en las relaciones humanas se van produciendo. Si me dejaran, intentaría establecer una clasificación en la cual se ordenara todo según el carácter más o menos positivo o negativo que conlleva. Seguramente la relatividad de cada acción o reacción, de cada sentimiento y emoción me complicaría la tarea en muchísimos casos, pero hay un mote que últimamente me molesta sobremanera escuchar y que ahora mismo no dudaría en condenar: “expectativa”. Entiendo que te puede parecer un poco exagerado que haya escogido ese término que en teoría parece más bien inocente, pero te aseguro que cada vez que intento analizar lo que ha sido mi vida, cosa que como puedes comprender en los últimos tiempos hago bastante, mi alergia hacia ese vocablo va en aumento… Sí, ya sé, no es lo mismo el concepto puro que de un significado se deriva que la aplicación que acaba teniendo… Lo más probable: terminaré penando algo más por lo que para mí ha representado que por lo que en verdad debería implicar. Puede ser, pero en mi percepción ese mal uso acaba maltratando a bastante más gente, ¡a muchas personas y personitas!
Lo curioso es que no pueda decir “a todas…” ¿Por qué? Sencillamente porque coincidirás conmigo en que hay una tipología de humano del cual nadie suele esperar casi nada, por no decir nada en absoluto. ¿O sí? Claro que dicen que la esperanza es lo último que se pierde y cuando la vida nos obliga a mantener relación con alguien que concuerda con ese tipo de persona, que suele ser alguien extremadamente egocentrista, alguien incapaz de ver nada a través de otro cristal que no sea el que mejor ilumina su ego y alimenta su ambición, alguien que incluso es capaz de transformar los cánones morales para adaptar sus actos a sus intereses… entonces llegamos a ser tan imbéciles que a la más mínima cosa que nos parezca que hace bien podemos llegar a aplaudirlo y alabarlo… Y le damos de comer. Alimentamos sin querer su malvada personalidad… Ilógico, ¿no? Supongo que en el fondo podríamos hacer la comparación con lo que nos podría suponer la relación con un león más o menos domesticado: lo normal es que nos gruña, que incluso nos arañe o pretenda morder, que se enfurezca sino tiene lo que necesita a tiempo… Es lo normal y así lo aceptamos. ¿Y qué pasa si un día se acerca y, fregando su lomo contra nuestras piernas, nos lame? ¿Verdad que muchos acabaríamos pronunciando las palabras mágicas que el “animal” pretende”? “Lindo gatito…”
Me vas siguiendo, ¿no? Pues ahora toca cambiar de animal… ¿Que pasaría si un día a nuestro amado, cariñoso y bien educado perro se le ocurre pedirnos de forma amistosa, pero irritantemente repetida, su comida cuando estamos metidos de lleno en lo más apasionante de una película que dan por la tele? ¿No le gritaríamos muchos un rotundo “basta”? ¿Quizás lo invitaríamos a no molestar y si insistiera lo encerraríamos?
Así funciona también con las personas, ¿no crees? Al que más da más se le exige, al que intenta desesperadamente ser bueno no suele perdonársele ni el más ligero desliz… ¿Por qué? Simplemente porque en su normalidad entra el deseo de satisfacernos siempre y eso nos crea unas expectativas que parece que obligatoriamente deben ser positivas. Y entonces, cuando recibimos algo inesperado, ¡decepción al canto! ¡Castigado! “¡De ti no me esperaba eso!” ¿En ese deseo de contentarnos radica su culpa? Seguramente sí, pues acabamos integrándolo entre otras cosas como a un servidor de nuestros aguardos y no podemos tolerar la más mínima falta.
Estamos rodeados de “perros” y “leones”, a los primeros poco les agradecemos y solemos utilizarlos a nuestra voluntad, de los segundos nada esperamos y a la más mínima les rendimos pleitesía… Si yo fuera niño, ¿qué preferiría ser de adulto?
Pero yo ya fui niño… Fui niño y de muy pequeño ya decía que mis animales preferidos eran el perro y el delfín… Cómo se parecen, ¿verdad? Fui niño y luego crecí y, sin saber cómo, sin saber por qué, integré en mí una necesidad extrema de agradar, de buscar mi felicidad intentando alimentar la de mis seres queridos. Integré la obligación de ser bueno, de luchar constantemente por mantener una conciencia limpia, de dar sin esperar recibir forzosamente nada a cambio, de no pretender nunca ser el centro de nada ni de nadie… Integré en mí la tipología del “perro” y ahora no sabes cuánto desearía descatalogarme…
Sigo inclinándome por el perro y el delfín como animales fantásticos, seguiré toda la vida creyendo que en esta es mejor intentar ser un dócil can que un agresivo felino, pero poco a poco voy entendiendo que entremedio, como suele ocurrir, está el punto correcto. Voy comprendiendo que la fuente de las expectativas que los demás ponen en mí no nace de lo que ellos esperan que haga o dé, surge o debe surgir de lo que yo estoy dispuesto o necesito hacer o dar. El amor no te obliga a renunciar a ti, el amor no debe certificarse continuamente con las acciones que supones que de ti se esperan. Poner a los demás en el centro de tus intereses está bien, pero en ese centro nunca debemos olvidar que hay un hueco para uno mismo. El amor no obliga, el amor se limita a cursar una invitación, un preciado y hermoso convite a compartir algo maravilloso…
Un mundo construido para los poderosos, una sociedad que tiende a asfaltarse con el egoísmo la bondad demasiado a menudo confunde. Hay que seguir intentando ser buenos, pero también hay que entender que el cuidado de nuestros seres queridos comienza por el mimo a nosotros mismos.
Cuando nos sintamos unidos a alguien olvidemos de crearnos expectativas de su proceder. Si en verdad nos ama no nos decepcionará, y si no es así, ¡viento! De quien sí debemos esperar es de nosotros: el esfuerzo por mejorarnos repercutirá en la calidad de nuestras relaciones auténticas, aquellas que nos van a llenar de verdad. Si a nuestro lado se quiere instalar un león debemos plantarnos: “O te comportas como una persona o te vas a vivir a la selva…”. Si en nuestro camino nos cruzamos con un perro y nos interesa acogerlo, antes debemos invitarlo a despertar: “Me encanta tu bondad, pero no voy a poder aceptarla si me la entregas sin más… Si vas a quererme yo te corresponderé, pero recuerda que debes empezar amándote a ti mismo y, por favor te lo pido, no me entregues tu corazón incondicionalmente”.


12 may 2009

Amor eterno... El amor implica lucha...





Hay algo que estoy aprendiendo con todo lo que está ocurriendo y que, seguro, no voy a olvidar ya jamás. Hundido en un desamor que no pedí y que tanto me cuesta aceptar y perdido en un enamoramiento que de ninguna forma puedo desarrollar y que tanto intenté rechazar voy comprendiendo una realidad que, me guste o no, la vida ha querido enseñarme: el amor no se puede contratar ni, mucho menos, asegurar. Nuestro corazón o, si prefieres, nuestra capacidad para establecer quereres admite durante toda nuestra vida muchas y diversas entradas y salidas. Pero no seremos nosotros quienes decidamos el donde y el como de cada bienvenida y de cada despedida. Tampoco seremos nosotros directamente los que podamos controlar las diferentes transformaciones que cada fuente sentimental sufre. Las circunstancias de la vida, nuestra propia evolución y la de los seres amados condicionarán en gran manera aquello que nos pueda pasar, pero estoy convencido de que hay alguna cosa más. Como romántico que soy debería hablar otra vez del corazón y si fuera un poquito más espiritual mencionaría el alma, pero la verdad es que no sé bien lo que es. En nuestro interior, en nuestra esencia o quizás en nuestra personalidad, en nuestra suerte y un poco en nuestro sino... en todos ellos o en alguno, en cada uno o en ninguno se halla esa fuerza misteriosa que acaba dominando el maravilloso campo sentimental donde se siembran nuestros cariñosos alimentos. Y es ese un campo que podemos trabajar, regar y proteger mucho, poco o nada, pero hagamos lo que hagamos nunca tendremos la garantía absoluta de que las diferentes cosechas que esperamos sean tan benignas y duraderas como quisiéramos. En nuestro paseo podremos intentar sembrar plantas, plantitas y árboles, pero siempre deberemos saber que la tierra no es exclusivamente nuestra y que algún día, en algún recóndito rincón de nuestro querido paraje puede germinar un amor no pretendido. Y de la misma manera debemos entender que las raíces de nuestros pequeños y grandes amores, por muy fuertes que nos parezcan y por mucho que pensemos haberlas cuidado, pueden también un día optar por debilitarse y alejarse de nuestro amado prado. Y si nunca nos pasa esto ya podemos enseñar contratos, ya podemos mostrar papeles y argumentar que con el marchito adiós de un querer se pueden resentir otros. No servirá de nada. Porque cuando nuestra incomprensible fuente de los amores decide sin remisión que hay uno que no se puede mantener luchar contra ella resultara tarea vana. Servirá, sí, pero solo para destrozarnos interiormente en el intento de reedificar lo imposible.
Con todo esto no quiero afirmar que debamos rendirnos porque ya todo está decidido. Tú sabes, y más si has leído todo lo escrito hasta ahora, que soy un hombre que cree que hay que luchar por los sueños y, ¿no es el amor uno de los más bellos sueños que podemos alcanzar? Mas esa lucha no debe darse por concluida con la satisfacción de haber conseguido amar y ser amado. Cuando piensas haber encontrado la pareja definitiva y empiezas a proyectar y a desarrollar una familia para tu anhelada eternidad descubres que la vida no te deja hacerlo fácilmente. Y es entonces cuando, si de verdad eres un poco ambicioso, debes procurar enfrentarte a esta para mantener, e incluso enriquecer, aquello que posees y que, mientras dura, te otorga una buena parte de la armonía imprescindible para vivir en equilibrio. Debes pleitear, así, con todas y cada una de las trabas que la supervivencia actual te presentará y sólo así conseguirás, tanto en los triunfos como en las derrotas, fortalecer ese amor el máximo tiempo posible. Y ese litigio no es cosa de uno, es cosa de dos: hombre y mujer deben implicarse en la totalidad de disputas que la vida en pareja y la familiar conllevan y deben hacerlo, aunque en el resultado las posibilidades de cada uno impliquen niveles de contienda diferentes, con el máximo de esfuerzo en las dos partes y a la vez abarcando ambos cuantos más ámbitos mejor. Porque en el amor, como en muchas otras cosas, el acomodo por creer que ya está todo conseguido conduce más a perder que a mantener. Como tampoco sirve el traspaso de responsabilidades: él ya se ocupa de todo, ella lo hace mucho mejor...; ni puede ser válido el eterno reparto de tareas importantes: tú ganas el dinero y yo me ocupo de los niños. Y es que el amor no es estúpido y, consciente de su inmensa valía, nos exige un pago diario para la manutención de su pureza. Así, hombre y mujer debemos asumir plenamente los dos principales roles que el querer que nos une nos ofrece: amador, amado, amadora y amada. Porque todos sabemos que resulta muy fácil recrearse en el recibo e ir olvidando el deber de dar y yo afirmo que aquellos que en el egoísmo se satisfacen sin querer satisfacer van segando poco a poco el amor hasta llevarlo irremediablemente a su destrucción. Esta condición, por sí misma, ya conlleva un reto difícil de alcanzar, pero nuestra factura comporta muchos otros requisitos y acaba siendo tan larga y complicada de liquidar que muy pocas parejas consiguen llegar al final de su vida habiendo mantenido encendida la misma flama que surgió en el origen de su amor. A lo largo de mis escritos ya acabados, y seguramente en el transcurso de los que vendrán, he ido e iré apuntando un sinfín de estos requerimientos. Podría ahora intentar hacer un listado pero pienso que no debo. No debo porque sería muy pretencioso, no lo haré porque considero que no se puede enumerar aquello que en su amplitud y en su relatividad nos aleja de sus límites y no puedo porque queda muy lejos de mis intenciones hacer un manual sobre aquello que en su descubrimiento tiene que resultar maravilloso. Y en el no deber suspiro. Suspiro porque en tu realidad matrimonial estés dibujando ese privilegiado camino que te conducirá a la gloria, suspiro porque la fuerza de vuestro corazón, el tuyo y el de tu hombre, se impregne de aquellos atributos que caracterizan a aquellos amores imperecederos... suspiro para que el destierro de mi querer pague su tristeza con tu felicidad...