CAPÍTULO ANTERIOR
ENLACE CON EL ÍNDICE
3.2.2. Hogar dulce hogar: De cómo pueden bastar cuatro paredes bien colocadas para ubicar tu morada...
Hasta donde alcanzaba a ver el pueblo al que llegaban estaba rodeado de campos de flores y plantas: rosas, flores de alhelí, salvia, romero, albahaca, hierba luisa, petunias, orégano, lavanda, jazmines, tomillo, menta, melisa, madreselva, lilas, jacinto, gardenias, damas de noche, …¿y esa? ¿No era esa la flor de la vainilla? Teresa iba a preguntar, pero Raimon estaba ocupado: había entrado en un prado y allí arrancó una flor y la traía en la mano…
-Nunca hacemos esto, pero entendemos que en casi todo puede haber excepciones… Una flor de la vainilla lucirá deliciosa en esos cabellos de castaño juvenil – argumentó Raimon colocándole la flor en su pelo, justo por encima de una oreja, como si además de olerla pudiera escucharla…- Estás preciosa, ahora ya podemos ir para casa.
-¿Sabes? Me encanta el olor a vainilla…
-Sí, lo sabía… ¿Vienes?
-Sí, tanta flor, esa mezcla de olores… ¡Qué hermoso es todo!
-En Goig cuidamos mucho la entrada a las poblaciones, el acceso a cada hogar. Todo debe estar diseñado para una cálida y sentida bienvenida, y no existe viajero que regrese sin sus sentidos… ¡Vamos!
Cruzaron el puente y accedieron al pueblo. Las casas eran blancas, de una sola planta, la mayoría no muy grandes pero todas con amplios jardines que podían abrir más espacios… Los tejados inclinados, de color teja, guardaban todos una salida de humos. Grandes ventanales con compuertas de madera abierta guardaban en su falda colecciones muy diversas de macetas con plantas y flores… Le hubiera gustado dar un paseo, pero Raimon la agarró otra vez de la mano y la invitó a…
-Hemos llegado. ¿Entramos? Bienvenida a tu casa.
Entraron. Teresa delante y detrás Raimon, tapándole los ojos con las dos manos. Cuando la descubrió Teresa observó con atención lo poco que había para observar. Para ella, que ocupaba en Sevilla un piso de 120 m2 decorado palmo a palmo con esmero y vocación, el espacio era tan pequeño…y tan vacío de objetos y muebles… Pero no estaba ni mucho menos decepcionada. Ya nada de lo que encontrara en Goig podía desilusionarla.
Teresa comenzó a pasear despacio por la casa. Ante ella se presentaba una sala cuadrada, amplia y abierta. El suelo era de madera. Muy clara… ¿de haya? Quizás. Apoyada en una pared había una cama de matrimonio, con un colchón grueso vestido con sábanas de algodón de color crema y una frazada estampada con motivos florales preciosa. Tres o cuatro almohadas coronaban el lecho. A un lado una mesita de noche que sostenía una lamparita y un libro. En la pared, en esa pared, colgaba una colección de fotos de… su vida…
-¿Cómo habéis…? – Teresa miró a Raimon y este levantó los hombros y sonrió.
Siguió paseando. Enfrente de la cama, a cuatro pasos, una agrupación de sofás colocados en forma arqueada, como una sonrisa amplia, miraban a la pared de enfrente, donde un amplio ventanal ofrecía vistas al… al río. Parecían cómodos. Teresa se sentó en uno de ellos. Sí, lo eran, mucho. Luego se levantó y prosiguió con su excursión. Había dos paredes laterales. En la que quedaba a la izquierda de la puerta de entrada había un ventanal de salida. Estaba abierto y Teresa pudo ver que daba a un jardín. Más tarde iría a visitarlo.
En la otra pared había otro ventanal de salida, pero éste estaba cerrado. Teresa lo abrió y salió para afuera. Había accedido a un pequeño invernadero. Estaba vació, pero, ¡que idea más hermosa! Ya se ocuparía ella de llenarlo.
Volvió entrar a la casa. En una esquina, allá donde se cruzaban la pared de la cama y la del invernadero, había una habitación rectangular, no muy grande… Entró y comprobó que allí estaba el aseo: un inodoro, un bidet, un lavabo y, jo, una bañera esquinera grande y hermosa…
Ya quedaba poco… A ver, sí… Frente a la pared que daba al jardín había una mesa y una silla. Encima de la mesa un bloc y una bolígrafo.
Teresa se dio la vuelta y volvió a observar. Faltaba algo… Se giró mirando a Pablo y preguntó:
-¿No hay cocina?
-No, querida, durante estos días que compartirás con nosotros la gente de Goig nos ocuparemos de tu alimentación. Y de la mía, claro, pues estaré pegadito a ti. ¿Tienes más preguntas?
Teresa pensó en lo que acababa de escuchar y, mirando hacia la cama, la atacó una duda:
-Y… Tú… ¿dormirás conmigo?
Raimon se rió y, acariciándola en la cara con una mano, respondió:
- ¡Santa inocencia! ¡Claro que no! Yo dormiré en la casa vecina… - y señalando hacia la ventana del jardín añadió- ¿Ves? Aquella de allá. Es de unos amigos y me tendrán invitado unos días. ¿Más preguntas?
Teresa suspiró, no teniendo claro si por la alegría o por la decepción, y negó con la cabeza.
-Bien, pues ahora siéntate conmigo en el sofá y te contaré en qué consiste para los habitantes de Goig formar un hogar.
Lo más importante para tu hogar debe ser tu presencia: tú, pues si no estás tú, si no te sientes ubicada en él, si no te sientes bien y tienes ganas de marchar… ¿Qué clase de hogar has construido?
Luego está tu historia, tus recuerdos, algo que no puedes borrar, que forma parte de ti y te guste o no estará presente allí donde vayas. En esta casa lo hemos simbolizado con todas esas fotos que trajiste…
-¿Qué yo traje? Pero si…
- ¡Es broma! Las trajo… Ji, ji, ji… ¿Qué más da?
Seguimos. No te fijes para nada en el orden que sigo en mis explicaciones como algo trascendente. Todo lo que voy narrando es importante,
La cama debe ser cómoda y amplia. El descanso es importantísimo tanto para tu salud física como mental. Aquí te hago un inciso: no has salido al jardín aún. Cuando salgas verás que hay una bicicleta. Con ella queremos decirte: cuida tu cuerpo, haz ejercicio, es vital para tu salud integral. ¿Vale? Bien. ¿Por qué una cama amplia? ¿Por si te engordas? Noooo… Eres una mujer sana y adulta y si quieres o lo necesitas debes poder compartir el lecho, el sueño y tu sensibilidad con quien consideres… Aquí en Goig no nos gusta usar ese término tan degradado que en Nunca Jamás reina por doquier: “sexo”. Por nuestra forma de ser, de querer y de amar cuando una pareja decide fusionar sus cuerpos no sólo llueve deseo y sudor, su conexión se empapa de ternura, de sensibilidad, de juego, de sentimientos encontrados, de amor… Aquí nos gusta decir que es como una partida donde los sentidos son las fichas, el tablero es el corazón y el alma la jugadora.
“Uf”, Teresa suspiró otra vez. Llevaba tanto sin poder jugar… Y tal como lo contaba Raimon, sonaba tan bello… Pero, “uf”, Raimon la estaba mirando… Se reía otra vez… Teresa se sonrojó de nuevo y con la mirada invitó a su amigo a seguir…
-“Uf”, ¿verdad? No te preocupes. Los hombres también sentimos. En tu tierra quizás no todos. Aquí, en Goig, no hay exclusión ni distinción de género en la forma de entender el amor.
Pasamos a otro tema. “Corramos un tupido velo”, vaya tonto el que inventó esa frase…
La ventana al jardín, al exterior. Un hogar que no quiere o no sabe conectar con el entorno no puede ser tal. No sólo el entorno social, también el natural. Si quieres realmente fundar un hogar armónico debes cuidar tu equilibrio… y éste se sustenta entre otras cosas de la calidad de tu interrelación con la naturaleza y de cómo cuides a tu entorno social emocionalmente más próximo y de cómo te cuide él a ti. ¿Comprendes?
Teresa asintió con la cabeza. ¿Cómo no iba a entenderlo si esa, la relación con los demás, había sido la gran cruz de su vida?
La media luna de sofás va en la misma línea. Nadie está completo si se siente cojo en las relaciones con la gente que quiere. Sobre este tema, que sé que te preocupa, ya hablaremos, ¿sí? Lo que quiero que entiendas es que nadie puede formar un verdadero hogar si lo encierra con barrotes. En el hogar de cada uno debe haber un lugar cómodo para los invitados de nuestro corazón.
Otra cosa esencial es el invernadero. Un lugar donde uno pueda resguardar su intimidad, donde uno pueda convivir con su soledad. Sí, la soledad, el poder mantener un espacio y un tiempo para acompañarnos a nosotros mismos, para cultivar nuestro Yo interior, para dar vuelo a los sueños secretos, para mimarnos, para preocuparnos, para llorar lo perdido y reír lo ganado, para… Tantas cosas… Tendrás tu invernadero, pues, y sé que ardes en deseos de cuidarlo, de cuidarte… ¿o no?
Teresa volvía a estar emocionada. Asintió con la cabeza pero en sus ojos no podía dejar de mostrar su miedo al pasado, su tristeza por descubrir tan tarde lo que tanto tiempo le faltó…
-Nunca es tarde, vida
Raimon ladeo su cuerpo y ofreció sus brazos, abiertos cual cofre listo para esconder las penas. Teresa se abrazó a él y apoyo su cara en su pecho. Oía sus latidos, calmos, sentía su olor, sereno, a hogar, pero sentía sobretodo su paz. Y no pudo evitarlo: un llanto fértil y caudaloso surgió de muy adentro y desnudó por completo ese intenso dolor que tanto tiempo llevaba enterrado. Raimon no dudó en abrazarla muy fuerte y, tras besarla varias veces en la frente, con sus brazos la balanceó como si la estuviera acunando.
-Todo va a ir más que bien. Eres muy valiente. Me tienes asombrado. Va a ser un nacimiento precioso.
Estuvieron mucho tiempo en silencio, abrazados al tierno calor del cariño. Cuando Teresa se separó miró fijamente a Raimon: él tanbien tenía los ojos llorosos, húmedos de esa afable empatía que estaba demostrando llevaba soldada al alma. Entonces fue Teresa la que, cogiendo su cara con ambas manos, le besó en la frente y luego le susurró al oído:
-Gracias, por existir, por estar aquí, por querer guiarme y… por sostenerme…
-Gracias a ti, por llegar a Goig, por llegar a mí.
-¿Te quedaba algo por explicarme? Del hogar dulce hogar…
-Sí, un par de cosas y terminamos. Luego nos dará un tiempo para pasear por la ladera del río antes de cenar.
-¿Dónde cenaremos?
-Aquí al lado, en casa de mis amigos. Nos esperan. Son una gente encantadora, muy joven aún. Se conocieron aquí, hace 5 o 6 años, y decidieron formar una familia y quedarse a vivir en Goig. Tienen un niño de 3 añitos y una bebita de meses. Te gustará, ya verás…
-Acabas de contarme, pues?
-Sí, claro…
Raimon le habló de la mesa y la silla, del bloc y el bolígrafo. Le contó cuan importante consideraban en Goig el hecho de encontrar sino cada día a menudo el tiempo necesario para ordenar las ideas, para reflexionar no solo sobre los hechos o problemas cotidianos sino que también sobre los pasados y los futuros. Mucha gente en Goig llevaba a cabo esa labor escribiendo un diario.
Luego comentó el porque en todas las casas se daba mucha importancia a la higiene, centrando su templo en esas espléndidas bañeras… “Ya no por el hecho de mantener tu cuerpo limpio, también porque aquí entendemos que un baño con sales y esencias implica un relax difícil de igualar”.
-¡Y ya está! Bueno, quedan muchos flecos pero ya iremos tratándolos en los próximos días… ¿Te vienes a pasear?
-Claro que sí, vamos.
CONTINUA
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-Nunca hacemos esto, pero entendemos que en casi todo puede haber excepciones… Una flor de la vainilla lucirá deliciosa en esos cabellos de castaño juvenil – argumentó Raimon colocándole la flor en su pelo, justo por encima de una oreja, como si además de olerla pudiera escucharla…- Estás preciosa, ahora ya podemos ir para casa.
-¿Sabes? Me encanta el olor a vainilla…
-Sí, lo sabía… ¿Vienes?
-Sí, tanta flor, esa mezcla de olores… ¡Qué hermoso es todo!
-En Goig cuidamos mucho la entrada a las poblaciones, el acceso a cada hogar. Todo debe estar diseñado para una cálida y sentida bienvenida, y no existe viajero que regrese sin sus sentidos… ¡Vamos!
Cruzaron el puente y accedieron al pueblo. Las casas eran blancas, de una sola planta, la mayoría no muy grandes pero todas con amplios jardines que podían abrir más espacios… Los tejados inclinados, de color teja, guardaban todos una salida de humos. Grandes ventanales con compuertas de madera abierta guardaban en su falda colecciones muy diversas de macetas con plantas y flores… Le hubiera gustado dar un paseo, pero Raimon la agarró otra vez de la mano y la invitó a…
-Hemos llegado. ¿Entramos? Bienvenida a tu casa.
Entraron. Teresa delante y detrás Raimon, tapándole los ojos con las dos manos. Cuando la descubrió Teresa observó con atención lo poco que había para observar. Para ella, que ocupaba en Sevilla un piso de 120 m2 decorado palmo a palmo con esmero y vocación, el espacio era tan pequeño…y tan vacío de objetos y muebles… Pero no estaba ni mucho menos decepcionada. Ya nada de lo que encontrara en Goig podía desilusionarla.
Teresa comenzó a pasear despacio por la casa. Ante ella se presentaba una sala cuadrada, amplia y abierta. El suelo era de madera. Muy clara… ¿de haya? Quizás. Apoyada en una pared había una cama de matrimonio, con un colchón grueso vestido con sábanas de algodón de color crema y una frazada estampada con motivos florales preciosa. Tres o cuatro almohadas coronaban el lecho. A un lado una mesita de noche que sostenía una lamparita y un libro. En la pared, en esa pared, colgaba una colección de fotos de… su vida…
-¿Cómo habéis…? – Teresa miró a Raimon y este levantó los hombros y sonrió.
Siguió paseando. Enfrente de la cama, a cuatro pasos, una agrupación de sofás colocados en forma arqueada, como una sonrisa amplia, miraban a la pared de enfrente, donde un amplio ventanal ofrecía vistas al… al río. Parecían cómodos. Teresa se sentó en uno de ellos. Sí, lo eran, mucho. Luego se levantó y prosiguió con su excursión. Había dos paredes laterales. En la que quedaba a la izquierda de la puerta de entrada había un ventanal de salida. Estaba abierto y Teresa pudo ver que daba a un jardín. Más tarde iría a visitarlo.
En la otra pared había otro ventanal de salida, pero éste estaba cerrado. Teresa lo abrió y salió para afuera. Había accedido a un pequeño invernadero. Estaba vació, pero, ¡que idea más hermosa! Ya se ocuparía ella de llenarlo.
Volvió entrar a la casa. En una esquina, allá donde se cruzaban la pared de la cama y la del invernadero, había una habitación rectangular, no muy grande… Entró y comprobó que allí estaba el aseo: un inodoro, un bidet, un lavabo y, jo, una bañera esquinera grande y hermosa…
Ya quedaba poco… A ver, sí… Frente a la pared que daba al jardín había una mesa y una silla. Encima de la mesa un bloc y una bolígrafo.
Teresa se dio la vuelta y volvió a observar. Faltaba algo… Se giró mirando a Pablo y preguntó:
-¿No hay cocina?
-No, querida, durante estos días que compartirás con nosotros la gente de Goig nos ocuparemos de tu alimentación. Y de la mía, claro, pues estaré pegadito a ti. ¿Tienes más preguntas?
Teresa pensó en lo que acababa de escuchar y, mirando hacia la cama, la atacó una duda:
-Y… Tú… ¿dormirás conmigo?
Raimon se rió y, acariciándola en la cara con una mano, respondió:
- ¡Santa inocencia! ¡Claro que no! Yo dormiré en la casa vecina… - y señalando hacia la ventana del jardín añadió- ¿Ves? Aquella de allá. Es de unos amigos y me tendrán invitado unos días. ¿Más preguntas?
Teresa suspiró, no teniendo claro si por la alegría o por la decepción, y negó con la cabeza.
-Bien, pues ahora siéntate conmigo en el sofá y te contaré en qué consiste para los habitantes de Goig formar un hogar.
Lo más importante para tu hogar debe ser tu presencia: tú, pues si no estás tú, si no te sientes ubicada en él, si no te sientes bien y tienes ganas de marchar… ¿Qué clase de hogar has construido?
Luego está tu historia, tus recuerdos, algo que no puedes borrar, que forma parte de ti y te guste o no estará presente allí donde vayas. En esta casa lo hemos simbolizado con todas esas fotos que trajiste…
-¿Qué yo traje? Pero si…
- ¡Es broma! Las trajo… Ji, ji, ji… ¿Qué más da?
Seguimos. No te fijes para nada en el orden que sigo en mis explicaciones como algo trascendente. Todo lo que voy narrando es importante,
La cama debe ser cómoda y amplia. El descanso es importantísimo tanto para tu salud física como mental. Aquí te hago un inciso: no has salido al jardín aún. Cuando salgas verás que hay una bicicleta. Con ella queremos decirte: cuida tu cuerpo, haz ejercicio, es vital para tu salud integral. ¿Vale? Bien. ¿Por qué una cama amplia? ¿Por si te engordas? Noooo… Eres una mujer sana y adulta y si quieres o lo necesitas debes poder compartir el lecho, el sueño y tu sensibilidad con quien consideres… Aquí en Goig no nos gusta usar ese término tan degradado que en Nunca Jamás reina por doquier: “sexo”. Por nuestra forma de ser, de querer y de amar cuando una pareja decide fusionar sus cuerpos no sólo llueve deseo y sudor, su conexión se empapa de ternura, de sensibilidad, de juego, de sentimientos encontrados, de amor… Aquí nos gusta decir que es como una partida donde los sentidos son las fichas, el tablero es el corazón y el alma la jugadora.
“Uf”, Teresa suspiró otra vez. Llevaba tanto sin poder jugar… Y tal como lo contaba Raimon, sonaba tan bello… Pero, “uf”, Raimon la estaba mirando… Se reía otra vez… Teresa se sonrojó de nuevo y con la mirada invitó a su amigo a seguir…
-“Uf”, ¿verdad? No te preocupes. Los hombres también sentimos. En tu tierra quizás no todos. Aquí, en Goig, no hay exclusión ni distinción de género en la forma de entender el amor.
Pasamos a otro tema. “Corramos un tupido velo”, vaya tonto el que inventó esa frase…
La ventana al jardín, al exterior. Un hogar que no quiere o no sabe conectar con el entorno no puede ser tal. No sólo el entorno social, también el natural. Si quieres realmente fundar un hogar armónico debes cuidar tu equilibrio… y éste se sustenta entre otras cosas de la calidad de tu interrelación con la naturaleza y de cómo cuides a tu entorno social emocionalmente más próximo y de cómo te cuide él a ti. ¿Comprendes?
Teresa asintió con la cabeza. ¿Cómo no iba a entenderlo si esa, la relación con los demás, había sido la gran cruz de su vida?
La media luna de sofás va en la misma línea. Nadie está completo si se siente cojo en las relaciones con la gente que quiere. Sobre este tema, que sé que te preocupa, ya hablaremos, ¿sí? Lo que quiero que entiendas es que nadie puede formar un verdadero hogar si lo encierra con barrotes. En el hogar de cada uno debe haber un lugar cómodo para los invitados de nuestro corazón.
Otra cosa esencial es el invernadero. Un lugar donde uno pueda resguardar su intimidad, donde uno pueda convivir con su soledad. Sí, la soledad, el poder mantener un espacio y un tiempo para acompañarnos a nosotros mismos, para cultivar nuestro Yo interior, para dar vuelo a los sueños secretos, para mimarnos, para preocuparnos, para llorar lo perdido y reír lo ganado, para… Tantas cosas… Tendrás tu invernadero, pues, y sé que ardes en deseos de cuidarlo, de cuidarte… ¿o no?
Teresa volvía a estar emocionada. Asintió con la cabeza pero en sus ojos no podía dejar de mostrar su miedo al pasado, su tristeza por descubrir tan tarde lo que tanto tiempo le faltó…
-Nunca es tarde, vida
Raimon ladeo su cuerpo y ofreció sus brazos, abiertos cual cofre listo para esconder las penas. Teresa se abrazó a él y apoyo su cara en su pecho. Oía sus latidos, calmos, sentía su olor, sereno, a hogar, pero sentía sobretodo su paz. Y no pudo evitarlo: un llanto fértil y caudaloso surgió de muy adentro y desnudó por completo ese intenso dolor que tanto tiempo llevaba enterrado. Raimon no dudó en abrazarla muy fuerte y, tras besarla varias veces en la frente, con sus brazos la balanceó como si la estuviera acunando.
-Todo va a ir más que bien. Eres muy valiente. Me tienes asombrado. Va a ser un nacimiento precioso.
Estuvieron mucho tiempo en silencio, abrazados al tierno calor del cariño. Cuando Teresa se separó miró fijamente a Raimon: él tanbien tenía los ojos llorosos, húmedos de esa afable empatía que estaba demostrando llevaba soldada al alma. Entonces fue Teresa la que, cogiendo su cara con ambas manos, le besó en la frente y luego le susurró al oído:
-Gracias, por existir, por estar aquí, por querer guiarme y… por sostenerme…
-Gracias a ti, por llegar a Goig, por llegar a mí.
-¿Te quedaba algo por explicarme? Del hogar dulce hogar…
-Sí, un par de cosas y terminamos. Luego nos dará un tiempo para pasear por la ladera del río antes de cenar.
-¿Dónde cenaremos?
-Aquí al lado, en casa de mis amigos. Nos esperan. Son una gente encantadora, muy joven aún. Se conocieron aquí, hace 5 o 6 años, y decidieron formar una familia y quedarse a vivir en Goig. Tienen un niño de 3 añitos y una bebita de meses. Te gustará, ya verás…
-Acabas de contarme, pues?
-Sí, claro…
Raimon le habló de la mesa y la silla, del bloc y el bolígrafo. Le contó cuan importante consideraban en Goig el hecho de encontrar sino cada día a menudo el tiempo necesario para ordenar las ideas, para reflexionar no solo sobre los hechos o problemas cotidianos sino que también sobre los pasados y los futuros. Mucha gente en Goig llevaba a cabo esa labor escribiendo un diario.
Luego comentó el porque en todas las casas se daba mucha importancia a la higiene, centrando su templo en esas espléndidas bañeras… “Ya no por el hecho de mantener tu cuerpo limpio, también porque aquí entendemos que un baño con sales y esencias implica un relax difícil de igualar”.
-¡Y ya está! Bueno, quedan muchos flecos pero ya iremos tratándolos en los próximos días… ¿Te vienes a pasear?
-Claro que sí, vamos.
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