18 ago 2009

En la tierra de Nunca Quizás. Libro 1º. La Nación de Goig... INTRODUCCIÓN (1)


(ENLACE PRÓLOGO)


2.INTRODUCCIÓN
De cómo algunos habitantes del mundo de Nunca Jamás emigraron en busca de la tierra prometida...

2.1. En el tren de la vida: De cómo Teresa viajaba con sus pensamientos hacia un destino inesperado.

En los inicios del S.XXI la Tierra se ha visto inmersa en una crisis de identidad de muy difícil solución. Un seísmo de los principios morales ha sacudido la humanidad y la ha sometido a la más terrible esclavitud, aquella que se encadena al egocentrismo exagerado de todos y cada uno de los individuos. El narcisismo se está apoderando del mundo y lo está partiendo en millones de pedazos. En cada cachito la voluntad de un ser, sus ambiciones, sus perjuicios, su… El materialismo se está convirtiendo en dueño y señor de los sueños y los sentimientos hace tiempo que van amagándose tras la defensa de los caprichosos anhelos de los placeres mundanos.


Teresa terminó de leer la presentación de la última conferencia y cerró el programa.


.”Bien parece que este año lo más interesante vendrá en la clausura”- pensó la mujer mientras terminaba aquel dulzón café que ya se había enfriado del todo.


Sentada en una butaca de la cafetería del tren Teresa estaba ensimismada, pensativa. Nada de lo que pasaba a su alrededor parecía llamarla la atención, incluido un desayuno que muy probablemente nunca acabaría de tomar.


Allí estaba, allí seguía…, galopando entre el cielo y la tierra, en pos de más y más conocimientos que nunca saciaban su necesidad. Tratando con ello de acallar, quizás, a un corazón que se negaba a dejar de soñar pese a que, desde el exterior le seguían llegando mensajes extrañamente ruidosos y a la vez vacíos que se proponían hacerlo despertar y engullirlo en una realidad donde hacía mucho no deseaba participar.


Allí estaba, allí seguía…, un nuevo Congreso, más ponencias, más conocidos, más amigos… Pero allí estaba, allí seguía, aun con eso, que tanto deseaba… Allí estaba, allí seguía, con su afán de no crecer, de no haber crecido, de poder seguir siendo esa niña que desea sorprenderse con pequeñas cosas que se encuentran, casualmente, siempre al borde del camino…


Allí estaba, allí seguía…, en un estrecho haz de luz, intentando retener la luminosidad que la mantenía viva y luchando por reafirmar su confianza de que vendría un “mañana” en el que por fin confirmaría que la Realidad no debía estar en lo que veía, sino en lo que sentía…


Allí estaba, allí seguía… Como en un eterno embarazo que cuidaba con esmero sabiendo que el aroma que le llegaba de esa criatura no era otro que el suyo mismo.. En un estado donde todo quiere ser primitivo, donde la inocencia lucha por apoderarse del instante.


Allí estaba, Dios, allí seguía…, demandando un abrazo estrecho, soñando con una caricia…, quizás con el mismo amor que sentía, que trasmitía, pero que no sentía recibir como necesitaba, como ansiaba… Ser continente y contenido, flecha y diana, beso y boca…


-¡Billetes! – el revisor se acercó a Teresa y la miró intrigado- ¡Señora, por favor!


Teresa hurgó en el bolso y sacó el billete. Mientras lo entregaba observó detenidamente al “Sr, Inspector”. La gorra, el bigotillo, su juventud, su forzada seriedad. Un hombre apuesto, sin duda, pero amargado… ¿Por qué se empeñaba tanta gente a pretender mostrarse importante con la distancia? Seriedad, educación extrema, ¿madurez? Jo, para ella pura estupidez…


-¡Camarero! ¿Me pone otro cafetito? – La verdad no le apetecía pero no tenía ganas de marchar de allí…


Hacía tiempo que andaba media flojucha por dentro… La sensibilidad, la nostalgia, los sueños, … Todo parecía haberse despertado a la vez. Ese embarazo… Esa niña interior que pujaba por salir a jugar, olvidando lo cotidiano, correr, bailar, gritar, saltar…, como si nadie la estuviera viendo... Muchas veces se la hacía difícil permanecer dentro de esta vestimenta de adulto, teniendo que compartir conversaciones superficiales, vivencias sin más sentido que matar el tiempo, criticas a todo y a todos, alabanzas de lo intrascendente, … Y se producía en ella una especie de vacío difícil de explicar… Era probable que su corazón estuviera escaso de alimento y se sientiera debilitado, demandándola… ¿Qué? Y Teresa trataba de cuidarlo, mimarlo, prestarle todas las atenciones posibles… Le ponía música que le inspiraba, le leía libros encantadores de almas, lo llevaba a contemplar paisajes cautivadores, …, ¡si hasta le leía poesía! ¡Tantas cosas! Y entonces, ¿por qué seguía demandando? ¿Qué?


Mientras meditaba Teresa no dejaba de mirar por la ventana. Aún sin estar prestando atención si se dio cuenta del brutal cambio de decorado: la naturaleza se había consumido y en su lugar eso: fábricas, polígonos, humo y grisáceo asfalto incluso en el marco…


Ya llegaban a la gran ciudad… ¿Por qué en todas las capitales colocaban en el vestíbulo esas patéticas tramoyas? ¿Era esa una inconsciente advertencia? “Forastera, si no quieres convertirte en humo no pases de aquí…”


-Me suena tu cara, ¿nos conocemos? – Alguien la estaba hablando…


Teresa se giró y observó al interlocutor. Era un hombre esbelto, elegantemente vestido, pastado de manicura hasta en el perfume… Un ejecutivo, seguro, un rico narcisista convencido de que no iba a pasar la noche sólo en su caro hotel…


Tardó en responder, más no porqué dudara de cual iba a ser su respuesta. Teresa estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, en su mundo era algo muy corriente. ¿Su mundo? Vaya tontería. Mejor llamarlo el mundo dónde trabajaba… Teresa era licenciada en Ciencias Sociales y formaba parte, como asesora, de una importante empresa de publicidad y marketing de Sevilla. De ahí su asistencia al congreso… IV Congreso Internacional NOSCE TE IPSUM (CONÓCETE A TI MISMO) Junio del 2009 Tema Central: “El autoconocimiento y las estrategias relacionales”


-Para nada, lo siento – Incluso el asco debía ser educado, Teresa pensaba así…


Para nada, ¡por favor! Sexo fácil, simiente vacía… Cuerpos carentes de alma, caricias interesadas, besos tirados, defecación del deseo… No era eso lo que tanto, tanto, anhelaba… Hacer el amor y sentirlo, que le hicieran el amor y vivirlo… Uf, solo pensarlo se le erizaban los poros de todo el cuerpo… Divina humedad la que nace de la unión de cuerpos y espíritus… ¡Hacía tanto! ¿Tanto como siempre? No, no podía ser injusta con el pasado… La mujer que es madre no puede traicionar la esencia de su maternidad y esa condición le llegó de la mano del amor… Hacía mucho, sí, pero estuvo enamorada, muy enamorada…


Teresa acarició su cara con la mano derecha y separó los cabellos que le caían en la frente. Los que la conocían sabían que eso era algo que solía hacer a menudo, como un tic. Ella sabía la razón: lo hacía inconscientemente, pero siempre coincidía con una necesidad interna muy fuerte: el deseo de contención, de ternura, …


La visita de ese inoportuno ligón la había alterado. Hacía años que aprendió que era una mujer atractiva a los ojos de los hombres: su media melena de cabellos castaños, lisos y sedosos, una cara bien formada, con una nariz muy personal,… Unos ojos de color caramelo, muy vivos y a menudo pícaros, solían ofrecer miradas a la vez seguras, abiertas y dulces. Su boca, con labios bien dibujados sin necesidad de lapizados, también invitaba… Teresa era más bien alta y aunque según las odiosas tablas su peso “ideal” era uno determinado, ella aprendió hacía tiempo que con un pequeño margen por arriba se sentía mejor y lucía, por tanto, más linda. Había sido y, aún con sus 44 años a la espalda, seguía siendo una muy bella mujer. Imperfecta en lo físico, dirían los necios que creen en las modas estéticas, pero con un porte admirable sobretodo por su presencia, por esa compañía que sabía ofrecer, por esa complicidad que se pintaba en su preciosa sonrisa, por ese misterioso, acogedor y aventurero viaje que parecía esconder en su invitación a acompañarla…


Estaban llegando ya a la estación de Atocha. Teresa se levantó y se dispuso a descender, a bajar, del tren y de sus pensamientos… Luego tomaría un taxi hasta el hotel, se daría un baño, bajaría a cenar y… ¿Y? ¿Qué iba a ser? A la habitación y a dormir. La esperaba un fin de semana frenético y debía descansar…


(CONTINUA)

(TEXTO COMPLETADO)

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